No son tiempos normales. Son de pandemia. La que ha golpeado muy duramente prácticamente a todo el planeta, que ya registra más de un millón de fallecidos y más de 200 millones de infectados. Con un fuerte impacto económico y social. Millones siguen perdiendo empleos, la pobreza se incrementa a niveles alarmantes, el crecimiento ha retrocedido fuertemente, impactando a los países desarrollados y con mayor razón a los en desarrollo y subdesarrollados. Y la pandemia no cede. Países que pensaban que lo peor había quedado atrás, han debido retroceder por fuertes rebrotes como los registrado en Europa y nuestra propia región. EE. UU. es uno de los países que registra mayores niveles de contagios, al igual de lo que continúa sucediendo en América latina.
Sin embargo, la vida continúa. La mayoría de los países despliegan sus mejores esfuerzos por retornar a una “nueva normalidad”. Por un tiempo indeterminado deberemos convivir con el virus. De incertidumbres y polémicas, como ocurre con el posible retorno a clases de los estudiantes o retomar mayormente el trabajo presencial en innumerables lugares donde se hace imposible a distancia. Con reaperturas limitadas en restaurantes, hoteles y lugares de esparcimiento.
Y cómo no, con interrogantes diversas respecto a elecciones y consultas plebiscitarias como la chilena en el próximo 25 de octubre.
No son pocos los países que han realizado elecciones en tiempos de pandemia, con resultados disímiles en cuanto a la participación ciudadana, en tanto que otros han optado por postergarlas.
La agenda política ha cambiado ocupando el primer lugar de las prioridades la agenda sanitaria con sus consecuencias económicas y sociales. La pobreza y el hambre vuelven a instalarse como la nueva amenaza de millones de familias que la habían superado o estaban en vías de hacerlo. La recuperación de los empleos y la necesidad de reactivar las economías se instala como una prioridad. No tan sólo las personas y las familias demandan el auxilio del Estado. También pequeños, medianos y grandes empresarios. Y, como siempre sucede, se instala el debate acerca de quién paga la cuenta. De donde salen los cuantiosos recursos que se necesitan para brindar una adecuada protección social e inyectar recursos para dinamizar la economía.
La agenda política ha cambiado ocupando el primer lugar de las prioridades la agenda sanitaria con sus consecuencias económicas y sociales. La pobreza y el hambre vuelven a instalarse como la nueva amenaza de millones de familias que la habían superado o estaban en vías de hacerlo.
Ciertamente el mundo no volverá a ser el de antes de la pandemia, pero también complejo es pronosticar el curso de cambios sólo viables en el juego democrático, en un contexto tan incierto como el de nuestra región.
Las elecciones en Estados Unidos
Sin lugar a dudas son las más incidentes a nivel global. Con interrogantes abiertas por la arremetida desesperada de Trump contra el virus y también las encuestas que favorecen a su competidor demócrata Joe Biden.
Alguna vez, durante la campaña, Donald Trump insinuó la posibilidad de postergar estas elecciones por la crisis sanitaria que golpea duramente a su país. Pero esa alternativa fue desechada de plano. A menos de un mes de la elección Donald Trump no tiene asegurada su reelección. Todas las encuestas muestran hasta ahora un claro favoritismo para Biden, aun cuando persiste la incógnita si ese favoritismo le asegura el triunfo en el colegio electoral, compuesto por 538 delegados, distribuidos por los Estados. En la pasada elección Hillary Clinton aventajó por más de tres millones de votantes a Trump, pero este se aseguró una mayoría de delegados al Colegio electoral.
No es la única duda que ronda en las próximas elecciones norteamericanas. Donald Trump se ha dedicado a sembrar la duda respecto al voto no presencial, (por correo, una práctica habitual en las elecciones estadounidenses), afirmando que se presta para fraudes y negándose a comprometer un reconocimiento de los resultados si le son adversos.
No es la única duda que ronda en las próximas elecciones norteamericanas. Donald Trump se ha dedicado a sembrar la duda respecto al voto no presencial, (por correo, una práctica habitual en las elecciones estadounidenses), afirmando que se presta para fraudes y negándose a comprometer un reconocimiento de los resultados si le son adversos.
Trump enfrenta una tormenta perfecta de cara a la próxima elección. A sabiendas de la gravedad de la amenaza sanitaria que se cernía sobre su país (que se ha traducido en millones de contagios y centenares de miles de fallecidos), inicialmente intentó restarle dramatismo a la situación, desalentando medidas preventivas indispensables como el distanciamiento social, uso de mascarillas o cuarentenas, poniendo el acento en la reactivación económica. Incluso, luego de ser contagiado junto a su esposa y numerosos colaboradores de la Casa Blanca, se declaró inmune al virus, tras ser sometido a un más que dudoso tratamiento y una asombrosa y fulmine recuperación.
La economía norteamericana ha sufrido duramente el impacto de la crisis sanitaria, con más de 20,000.000 de empleos perdidos y crecimiento negativo, mientras se conocen antecedentes de su declaración de impuestos en años anteriores en los que paga la irrisoria cifra de US$ 750 dólares y acumula cuantiosas deudas.
La economía norteamericana ha sufrido duramente el impacto de la crisis sanitaria
Trump apuesta a polarizar al máximo esta elección, presentando a su oponente como una alternativa de izquierda radical que podría convertir a EE.UU. en una nueva Venezuela.
Tomando todos los resguardos y precauciones. El resultado es otra cosa. Y su reconocimiento también.
Nadie puede predecir a ciencia cierta el resultado de las próximas elecciones (las encuestas menos que nadie), pero lo evidente es que si EE.UU., en medio de una pandemia que golpea duramente al país, puede realizar elecciones en donde participan cerca de 120 millones de ciudadanos, en todo el mundo se puede. Tomando todos los resguardos y precauciones. El resultado es otra cosa. Y su reconocimiento también.
Elecciones en Bolivia
Para este próximo domingo están fijadas las elecciones presidenciales en Bolivia y toda la duda es si el candidato del MAS, Luis Arce puede ganar en primera vuelta (para lo cual debe superar el 40 % de las preferencias y superar por más de diez puntos a su principal oponente) o deberá enfrentarse en segunda vuelta a Carlos Mesa, el candidato opositor mejor posicionado.
Las encuestas son contradictorias, aunque la mayoría indica que Arce no logrará la presidencia en primera ronda, aun cuando puede superar el umbral del 40 % de la votación. Cifras que han motivado que algunos candidatos de la derecha boliviana, como la propia presidenta interina Jeanine Añez y el expresidente e Jorge “Tuto” Quiroga hayan resuelto declinar sus postulaciones para impedir el triunfo del MAS. Algo que hasta ahora ha declinado hacer el ultraderechista candidato cruceño Luis Fernando Camacho, que marcha en tercer lugar de las encuestas.
Las encuestas son contradictorias, aunque la mayoría indica que Arce no logrará la presidencia en primera ronda, aun cuando puede superar el umbral del 40 % de la votación.
“Si Luis Arce gana la elección, Evo Morales estará de vuelta en una semana. Si gana Carlos Mesa estará de vuelta en dos “, ha asegurado Camacho, marcando sus distancias y diferencias con Carlos Mesa.
En teoría, los votos de Camacho deberían favorecer a Carlos Mesa en una eventual segunda vuelta, pero aquello no está asegurado, aun cuando el electorado de derecha le tiene más temor al retorno del MAS que a cualquier diferencia con el centrista exmandatario y principal candidato de oposición.
Bolivia arrastra un agudo proceso de polarización no tan sólo política sino también étnica y cultural que involucra agresivamente a una minoría hispánica que ha administrado el poder político y económico en ese país. Evo Morales ha ejercido un liderazgo histórico que lo mantuvo en el poder por décadas y sigue ejerciendo desde su exilio pese a crecientes resistencias a su rol en los últimos años de crisis. Luis Arce está lejos de ser un personaje fácilmente manipulable y David Choquehuanca como compañero de fórmula ha expresado su distancia con Morales.
Luis Arce está lejos de ser un personaje fácilmente manipulable y David Choquehuanca como compañero de fórmula ha expresado su distancia con Morales.
Por ahora y luego de una polarizada campaña entre el MAS y diversos partidos de su fragmentada oposición, la atención está concentrada en los escrutinios, para no repetir la traumática experiencia anterior, en donde nunca se pudo probar la existencia de irregularidades que, sin embargo, lo obligaron al exilio.
El plebiscito en Chile
A la luz de los hechos y el desarrollo de la crisis sanitaria en nuestro país, probablemente no fue una buena decisión postergar el plebiscito, inicialmente programada para el pasado mes de abril, cuando la curva de contagios era aún incipiente, para este próximo 25 de octubre, cuando la curva de contagios de empina por sobre por 1500 al día.
Pero ya está hecho y lo(a)s chileno(a)s están convocado(a)s a las urnas el próximo 25 de octubre en las actuales condiciones sanitarias, con anunciadas medidas de resguardo y prevención. Todas las encuestas medianamente confiables auguran un claro triunfo para la aprobación del proceso constituyente y un triunfo más ajustado de la convención constituyente íntegramente elegida.
La duda es por el grado de participación en el plebiscito. Pese a que las encuestas señalan que más del 80 % de los chilenos y chilenas han expresado su decisión de participar, es más que dudoso que, con el voto voluntario, se superen los niveles de participación de anteriores elecciones. Los parámetros se proyectan entre los cuatro millones y medio a cinco millones y medio de votantes, que abrirán todo un debate cerca de la representatividad del proceso,
A partir de estos resultados, el país enfrenta un apretado cronograma electoral que culminará con la elección presidencial de noviembre del año próximo, considerando las de convencionales, alcaldes, concejales, gobernadores regionales, Cores, diputados y senadores. Es decir, la renovación de todas las autoridades. Con las interrogantes abiertas respecto de la prolongación de la pandemia.
Elecciones municipales en Brasil
El próximo 15 de noviembre se realizarán las primeras elecciones municipales desde que Jair Bolsonaro fuera electo como mandatario. En ellas la oposición espera asegurar una mayoría, necesariamente diversa y plural, cubriendo un amplio espectro ideológico y político.
En ellas la oposición espera asegurar una mayoría, necesariamente diversa y plural, cubriendo un amplio espectro ideológico y político.
En rigor, Jair Bolsonaro no cuenta con una gran coalición política que apoye su gestión. Es evidente que las FF.AA. constituyen su principal apoyo, como lo demuestra que numerosos exgenerales ocupen altos cargos en su administración,
Es evidente que las FF.AA. constituyen su principal apoyo, como lo demuestra que numerosos exgenerales ocupen altos cargos en su administración,
Al igual de lo que sucede en el resto de la región, Brasil enfrenta una severa crisis sanitaria, con el record de contagiados y fallecidos de América latina. Una severa crisis social y económica que impacta duramente a los sectores más vulnerables,
Tal como lo hiciera en su momento Donald Trump y algunos otros gobernantes en la región, Jair Bolsonaro permanentemente ha intentado restarle dramatismo a la amenaza sanitaria, participando en actos públicos a cara descubierta, desestimando las medidas de prevención y desautorizando a las autoridades sanitarias. Su énfasis principal está centrado en la reactivación de la economía.
Estas elecciones de mediado de mandato se constituyen en un test no tan sólo para el gobierno (cuyo nivel de apoyo es superior a la media de la región) sino también para la aún vapuleada oposición, en su capacidad de unir fuerzas para construir una alternativa de futuro.
Elecciones legislativas en Venezuela
Pese a las fuertes críticas y presiones tanto nacionales como internacionales, que insisten en que no se dan las mínimas garantías democráticas, el gobierno de Nicolás Maduro ha insistido en mantener la fecha de las elecciones para renovar la Asamblea legislativa para el próximo 6 de diciembre.
Estas elecciones representan una gran oportunidad para que el régimen chavista se haga del control del último bastión en manos de la oposición. Esta se encuentra fuertemente dividida en una lucha por los liderazgos, que confrenta al denominado “presidente encargado”, Juan Guaidó y su mentor, Leopoldo López, con el excandidato presidencial Henrique Capriles.
Desmarcándose de la estrategia asumida por Guaidó para deslegitimar las próximas elecciones legislativas, Capriles negoció con el gobierno garantías democráticas, con participación de misiones europeas que fiscalizarían el proceso,
Sin embargo, ya falló aquella “movida” y Capriles se sumó a quienes solicitaban su postergación, pero el gobierno de Maduro ha ratificado que las fechas se mantienen inalterables y todo apunta a que impondrá los resultados, pese a las presiones externas,
Sin embargo, ya falló aquella “movida” y Capriles se sumó a quienes solicitaban su postergación, pero el gobierno de Maduro ha ratificado que las fechas se mantienen inalterables y todo apunta a que impondrá los resultados, pese a las presiones externas,
El próximo calendario electoral en la región
En los próximos dos años América latina, bajo el duro impacto de la pandemia, en medio de una crisis sanitaria, económica, política y social, vivirá un intenso proceso electoral para renovar autoridades en casi todos los países partiendo por Perú y Ecuador y las ya señalado, en Chile.
Es una dura prueba para las frágiles democracias en la región que, de una u otra manera, atraviesan por profundas crisis. En escenarios marcados por la crisis sanitaria, económica y social. Con altos niveles de desempleo, incremento de la pobreza y descontento. Con partidos políticos desacreditados y nuevas versiones del populismo, principalmente de derecha, pero también de izquierda.
Con partidos políticos desacreditados y nuevas versiones del populismo, principalmente de derecha, pero también de izquierda.
Pero los problemas de la democracia tan sólo pueden enfrentarse con más y mejor democracia. Con pleno apego a reglas previamente acordadas Ese es el verdadero desafío que hoy enfrenta la región,