Bochornoso, por decir lo menos, fue el incidente protagonizado por algunos parlamentarios de oposición, incumpliendo su pacto de administración y posibilitando que Diego Paulsen, militante de Renovación Nacional, muy cercano a Piñera, se convirtiera en el presidente de la Cámara de Diputados, en donde, en teoría, la oposición cuenta con mayoría. Tampoco la diputada comunista Karol Cariola logró ser electa como vicepresidenta, como estaba acordado, ocupando ese espacio el militante de Evopolis, Francisco Undurraga. Tan sólo el diputado PPD Rodrigo González reunió la mayoría opositora posibilitando su elección como segundo vicepresidente.
Sin lugar a dudas este incidente representa algo más que un traspié. Pudiera resolverse de manera expedita con una moción de censura a la nueva mesa de la cámara (que no tendría otra fundamentación que su falta de representatividad) para elegir una nueva que consiga el consenso de los diputados de oposición. Una maniobra desesperada, cuyo mero intento no haría más que acrecentar el bochorno
Ha sido una demostración más de la fragilidad de una oposición fracturada. Algo más allá de las reconocidas diferencias en su interior. En pésima hora y luego de haber insinuado una mayor cohesión, capacidad propositiva y espíritu de colaboración frente a la crisis sanitaria que vive el país (ver- en sección Economía – documentos con propuestas para enfrentar la emergencia).
Ha sido una demostración más de la fragilidad de una oposición fracturada. Algo más allá de las reconocidas diferencias en su interior.
Hurgando en la letra chica de lo impresentable ante una ciudadanía más que lejana y agobiada por un presente tan ingrato como incierto, surgen las explicaciones de lo que sonroja. Sólo el PS y el PC habrían cumplido con el pacto administrativo suscrito al inicio del actual gobierno para establecer la rotación de los partidos en la presidencia de ambas cámaras. Pese a que la votación es secreta (una anomalía fuertemente criticada por diversos sectores) todo indica que no tan sólo parlamentarios del Frente Amplio se habrían abstenido de votar por Gabriel Silber, en tanto que parlamentarios DC habrían hecho lo propio en el caso de la diputada Cariola.
Las razones del desaguisado acentúan lo vergonzante en el actual contexto social. Diversos parlamentarios de oposición habían expresado sus reparos a la designación de Gabriel Silber como candidato a presidir la Cámara baja. No tan sólo por una acusación anónima por violencia intrafamiliar, nunca aclarada del todo, sino también por el rol asumido por el postulante para buscar acuerdos con el gobierno en materias tan sensibles como la reforma previsional y otras.
Las razones del desaguisado acentúan lo vergonzante en el actual contexto social.
Pese a estos cuestionamientos, la directiva de la DC, presidida por Fuad Chain, desestimando todos los reparos, insistió en su postulación luego que una estrecha mayoría de su bancada procediera a designarlo como candidato.
Más allá de las razones o sinrazones, lo concreto es que la derecha recibió un obsequio inesperado que celebró sin pudor en un escenario algo surrealista para las inquietudes de la población.
Más allá de las razones o sinrazones, lo concreto es que la derecha recibió un obsequio inesperado que celebró sin pudor en un escenario algo surrealista para las inquietudes de la población.
El escenario de la elite dirigente parece marcado por conductas transversales de pequeñeces que la enlodan, con limitadas excepciones, ante una ciudadanía sometida a las limitaciones propias de un período de pandemia que potencian los abusos que, precisamente, alentaron las masivas movilizaciones sociales que desde octubre de 2019 evidenciaron la crisis estructural de un país cuyo gobierno experimentó los costos de su vaciada representatividad, viéndose obligado a cancelar su programa, tomar medidas de emergencia muy lejanas a sus convicciones esenciales y sostenerse en base a una brutal represión policial, cuyas huellas continúan penándole, como ocurre con el descrédito de Carabineros de Chile bajo una gestión más que reprochada y reprochable que se acentúa bajo la errática conducción del general Mario Rozas.
El escenario de la elite dirigente parece marcado por conductas transversales de pequeñeces que la enlodan, con limitadas excepciones, ante una ciudadanía sometida a las limitaciones propias de un período de pandemia
En este escenario el tropezón opositor y alborozo oficial carecen de real trascendencia, mientras la población, con las excepciones propias de su marcada segregación social, percibe con reservas los anuncios oficiales repuestos una y otra vez por sus evidentes limitaciones para los sectores sociales más amenazados por los efectos de la pandemia.
Más allá del ruido que el oficialismo intentó acallar a propósito de la desgraciada conducta de Sebastián Piñera, dándose un gusto bastante miserable en el mundialmente difundido episodio de su visita y fotografía bajo la hoy emblemática estatua al general Baquedano (Plaza de la Dignidad), el estado de excepción vigente poco ha contribuido a una rearticulación del oficialismo partidario, por lo pronto dividido para enfrentar el postergado plebiscito en torno a una nueva Constitución para Chile.
Más allá del ruido que el oficialismo intentó acallar a propósito de la desgraciada conducta de Sebastián Piñera, dándose un gusto bastante miserable en el mundialmente difundido episodio de su visita y fotografía bajo la hoy emblemática estatua al general Baquedano (Plaza de la Dignidad), el estado de excepción vigente poco ha contribuido a una rearticulación del oficialismo partidario, por lo pronto dividido para enfrentar el postergado plebiscito en torno a una nueva Constitución para Chile.
Pese a una primera definición del gobierno para aprobar un proyecto de ley urgente que contempla penas sustitutivas para reos de la tercera edad, que excluye a los considerados más peligrosos, por crímenes mayores, narcotráfico y violaciones a los derechos humanos, se ha intensificado la presión hacia el mandatario para el indulto a algunos de los condenados por crímenes de lesa humanidad, al margen de las condiciones especiales que los benefician en comparación a los reos comunes.
La ocasión pareció propicia para que la directiva de la UDI y los sectores de la derecha más vinculados a la defensa del legado de la dictadura cívico militar arremetieran, con “razones humanitarias”, para incluir a criminales de lesa humanidad en los beneficios carcelarios que parecen urgentes para un sector de la población penal amenazado gravemente por los efectos de la pandemia. Pese a una primera definición del gobierno para aprobar un proyecto de ley urgente que contempla penas sustitutivas para reos de la tercera edad, que excluye a los considerados más peligrosos, por crímenes mayores, narcotráfico y violaciones a los derechos humanos, se ha intensificado la presión hacia el mandatario para el indulto a algunos de los condenados por crímenes de lesa humanidad, al margen de las condiciones especiales que los benefician en comparación a los reos comunes.
El gobierno ante la emergencia
Más allá de las improvisaciones y contradicciones iniciales, los exabruptos del ministro de Salud y salidas de libreto del propio mandatario, el gobierno ha mostrado hasta aquí un manejo razonable de la crisis sanitaria, en base a medidas progresivas, un enorme esfuerzo del personal de la salud y anuncios de nuevas medidas para reforzar el sistema público
Hasta este momento, aún inicial, el país ocupa el segundo lugar en la región en materia de infectados y el último en letalidad, con un total de 48 muertos hasta la fecha. Lo que aún queda por determinar es si estará en condiciones de enfrentar el punto más alto del contagio, que se estima para mediados o fines del próximo mes, poniendo en dura prueba la capacidad del sistema público para atender la emergencia.
Adicionalmente el gobierno ha anunciado dos importantes paquetes fiscales que intentan reforzar los sistemas de salud, proteger el empleo y asegurar algunos ingresos para sectores privados de sus salarios, con recursos que apuntan a los sectores más vulnerables (independientes, trabajadores por cuenta propia, subempleados, etc.), abriendo líneas de crédito con aval del Estado para el 98 % de las empresas. (Estas medidas se analizan en esta edición de La Mirada Semanal, en la sección economía, en columnas de Gonzalo Martner, Ricardo Ffrench Davis y Eugenio Rivera)
Sin lugar a dudas es un esfuerzo muy relevante pero nunca va a ser suficiente frente al severo impacto de la pandemia en la economía mundial, con considerables bajas del PIB en países desarrollados e impactos mayores en las precarias economías de la región, incluido nuestro propio país.
El “post operatorio”. La necesidad de mirar más allá de la crisis
Ciertamente la primera prioridad que enfrenta el país es la sanitaria, en el esfuerzo por contener los contagios y disminuir las muertes por venir. Pero ello no permite olvidar las otras urgencias asociadas a la crisis sanitaria y su impacto socioeconómico, en el contexto del conflicto social que estallara a fines del año pasado y que sin duda continúa latente.
En días pasados un editorial del Washington Post anunciaba la muerte del capitalismo salvaje y la urgente necesidad de avanzar en un nuevo orden económico internacional. Y ese es un desafío que comparte nuestro país de manera relevante.
Europa, que vive una intensa crisis sanitaria, ya está debatiendo como enfrentar el “post operatorio” como denominaba el ministro Mañalich al período posterior a la crisis sanitaria. Sin lugar a dudas la crisis golpeará con mayor fuerza a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Muchos perderán sus empleos o pequeños emprendimientos. El país saldrá de la crisis más pobre y endeudado. La interrogante está abierta respecto de las nuevas condiciones que puedan animar un clima de agitación social en atención a un nuevo escenario tras la crisis sanitaria.
El país saldrá de la crisis más pobre y endeudado. La interrogante está abierta respecto de las nuevas condiciones que puedan animar un clima de agitación social en atención a un nuevo escenario tras la crisis sanitaria.
El desafío parece mayor. No tan sólo para hacer frente a la emergencia sino para asumir el proceso de recuperación. Avanzar en una sólida agenda económica y social que muchos han fraseado como un nuevo pacto social. Garantizar el proceso constituyente, enfrentar las desigualdades y los abusos que han generado el malestar social y avanzar hacia una sociedad más justa y cohesionada.
Esas no parecen ser, hoy en día, las preocupaciones ni del oficialismo ni de la oposición, concentrados en enfrentar la crisis sanitaria y sus efectos más inmediatos, sin asumir aún los desafíos de mediano y largo plazo. Menos aún si mencionamos los lamentables episodios parlamentarios referidos inicialmente.
No es posible aun dimensionar adecuadamente esos efectos, ni saber cuántos serán los empleos y fuentes de trabajo perdidas, qué empresas sobrevivirán mejor a la crisis y cómo se comportarán los mercados a futuro.
Los sectores más optimistas hablan de una recuperación rápida e impetuosa mientras que sectores más conservadores hablan de una recuperación más gradual y pausada.
En verdad, ello depende de múltiples factores. Entre ellos el tiempo que dure la emergencia sanitaria, la capacidad de los países desarrollados de enfrentar el desafío de manera colaborativa y de la propia capacidad del país para unirse en torno a estos desafíos de futuro.
Son estos los desafíos en donde finalmente se prueban los liderazgos y la calidad de los sistemas políticos. Interrogantes más que complejas en el escenario descrito.
Son estos los desafíos en donde finalmente se prueban los liderazgos y la calidad de los sistemas políticos. Interrogantes más que complejas en el escenario descrito.