Con una semana de diferencia se desarrollarán el próximo mes de octubre elecciones presidenciales en Bolivia (20), Argentina y Uruguay (27). Contiendas que podrían terminar lo que sería un corto ciclo político de gobiernos de derecha o ultraderecha en la región.
Aquello podría concretarse en primera vuelta en los casos de Evo Morales en Bolivia y Alberto Fernández en Argentina. Más incierto parece el triunfo de Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio en Uruguay, quien lidera las encuestas sin superar el 39 % de las preferencias, seguido de cerca por el candidato blanco Luis Lacalle Pou que acorta distancias (26, 6 %), y el candidato colorado Ernesto Talvi, que se ubica en un sólido tercer lugar con un 18 % de las preferencias.
Bolivia
Evo Morales puede ganar en primera vuelta y conquistar su cuarta reelección consecutiva
Al decir de las últimas encuestas, Evo Morales supera por más de 20 puntos a su principal contendor, el ex Presidente Carlos Mesa ( 43,2 contra 21.3 %), lo cual le aseguraría su victoria en primera ronda, evitando un riesgoso balotaje, que podría unir a la variopinta oposición del actual mandatario que tan sólo pudo presentarse como candidato a una tercera reelección consecutiva (en rigor a una cuarta), gracias a una interpretación del Supremo Tribunal, que interpretó que la disposición constitucional que le impedía postular violaba sus derechos constitucionales, pese a haber perdido un referéndum que buscaba modificarla.
Una de las principales fortalezas de Evo Morales, además de su obvio liderazgo y los evidentes logros de sus tres administraciones sucesivas, es la dispersión y división de la oposición, que se refleja en la multiplicidad de candidatos a la presidencia.
En teoría, el ex Presidente Carlos Meza, que fuera vocero de la demanda marítima en el Tribunal Internacional de la Haya en contra de Chile, aparecía como un candidato muy competitivo para suceder a Morales y mucho se especulaba con sus posibilidades de derrotarlo en una eventual segunda vuelta electoral. Sin embargo las encuestas permiten pensar en un nuevo logro del actual mandatario, consiguiendo más del 40 % de los votos y más de 10 puntos de ventaja de su principal oponente, como exige la constitución para vencer en primera ronda.
Con todo, Morales no repetirá los altos porcentajes electorales de las pasadas elecciones y menos se acercará a las exorbitantes metas que su propia campaña agita (más del 70 % de los votos). No son pocos los factores que han contribuido a minar parte de su liderazgo en los últimos años.
Con todo, Morales no repetirá los altos porcentajes electorales de las pasadas elecciones y menos se acercará a las exorbitantes metas que su propia campaña agita (más del 70 % de los votos). No son pocos los factores que han contribuido a minar parte de su liderazgo en los últimos años.
En primer lugar el obvio desgaste luego de tres mandatos consecutivos. Pese a que Bolivia ha vivido un histórico e inédito proceso de estabilidad política y bonanza económica en estos últimos quince años, no han estado ausentes los conflictos sociales, denuncias de corrupción y un marcado autoritarismo de parte del gobierno.
La propia decisión de Evo Morales de postularse a un cuarto mandato consecutivo, el tercero bajo la actual Constitución que consagra el Estado plurinacional que el propio Evo impulsó, pese a haber perdido el referéndum que buscaba modificarla, ha sido un factor que la oposición agita en su contra, sosteniendo que su postulación es inconstitucional y que viola el Estado de derecho.
La propia decisión de Evo Morales de postularse a un cuarto mandato consecutivo, el tercero bajo la actual Constitución que consagra el Estado plurinacional que el propio Evo impulsó, pese a haber perdido el referéndum que buscaba modificarla, ha sido un factor que la oposición agita en su contra, sosteniendo que su postulación es inconstitucional y que viola el Estado de derecho.
A ello se suma la estruendosa derrota, en toda la línea, de la demanda marítima ante el Tribunal Internacional de La Haya, que buscaba obligar a Chile “negociar de buena fe”, una salida soberana al mar para su país.
A ello se suma la estruendosa derrota, en toda la línea, de la demanda marítima ante el Tribunal Internacional de La Haya, que buscaba obligar a Chile “negociar de buena fe”, una salida soberana al mar para su país.
Mediante una agresiva campaña comunicacional, Evo Morales intentó convencer no tan sólo a los bolivianos sino también a la opinión pública internacional, que la demanda marítima contaba con sólidos antecedentes jurídicos, de hechos y derechos, que ameritaba un fallo a su favor. El contundente fallo que rechazó la demanda en todos sus términos, constituyó un duro revés para el actual mandatario boliviano.
Pese a todos estos antecedentes, Evo Morales mantiene un sólido liderazgo no tan sólo en su peculiar Movimiento al Socialismo (MAS), que más que un partido es un conjunto de organizaciones sociales unidas en torno a su figura, sino también de los movimientos indigenistas, las poderosas centrales mineras y sindicatos, que lo reconocen como su líder natural.
La interrogante es si Evo Morales pretende convertirse en Presidente vitalicio, como lo permite la interpretación del Tribunal Supremo que lo habilitara a competir nuevamente, sin fijar límites a futuras postulaciones.
La interrogante es si Evo Morales pretende convertirse en Presidente vitalicio, como lo permite la interpretación del Tribunal Supremo que lo habilitara a competir nuevamente, sin fijar límites a futuras postulaciones. Durante sus largos años en el poder, no han emergido liderazgos alternativos al interior del MAS, que tiende a asumir a Evo como un liderazgo indispensable y aparentemente insustituible.
Pero, tal como reiteradamente lo muestra la historia, no existen líderes insustituibles. El ejercicio ininterrumpido del poder es desgastante (un poco menos que no tenerlo). El escenario futuro plantea exigentes desafíos no tan sólo para seguir creciendo a tasas sino impetuosas al menos vigorosas, superar la pobreza y reducir las desigualdades.
La propia crisis de los llamados socialismos del siglo 21 (en particular en Venezuela, Cuba y Nicaragua), así como la creciente desarticulación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos (ALBA), con la cual Evo Morales se ha identificado, contribuye a debilitarlo internacionalmente, con vecinos tan agresivos como Jair Bolsonaro.
Y tras la estruendosa derrota de la demanda marítima en el Tribunal de La Haya, Evo Morales no cuenta con un diseño alternativo para viabilizar su aspiración, compartida por el pueblo boliviano, de alcanzar una salida soberana al mar, como no sea las vías de la diplomacia y el diálogo bilateral con nuestro país.
Lo único cierto, si se puedan dar por buenas las encuestas, es que el mandatario boliviano aparece hoy con la mejor opción de imponerse en primera ronda en las elecciones del próximo 20 de octubre.
El futuro está por escribirse.
Argentina
Pocos, muy pocos, dudan que Alberto Fernández – el candidato elegido por la propia ex mandataria Cristina Fernández para asumir el liderazgo del movimiento, con ella misma como compañera de fórmula – se impondrá por amplio margen en las elecciones presidenciales del próximo 27 de octubre. Y la mayoría apuesta que ganará en primera vuelta. Incluso superando el 50 % de los votos.
Recientes encuestas marcan una diferencia de casi 20 puntos a favor de Fernández sobre Macri (51,9 contra 34,9 % o 50.3 contra 32.2 5), en tanto que Roberto Lavagna, que se empeña en presentarse como una opción más competitiva que el actual mandatario argentino, no supera los dos dígitos (entre 8,1 % y 7.4%).
En rigor, un resultado que ya habían anticipado las pasadas elecciones primarias, en donde la fórmula Fernández-Fernández, habían aventajado ampliamente a la dupla Macri – Pichetto, con una ventaja que la mayoría de los observadores ha descrito como “irremontable”.
Sería un nuevo retorno del peronismo al poder, al que tradicionalmente han vuelto luego de breves períodos en la oposición. No de todo el peronismo pero buena parte de él.
Sería un nuevo retorno del peronismo al poder, al que tradicionalmente han vuelto luego de breves períodos en la oposición. No de todo el peronismo pero buena parte de él. Desde luego del Kirchnerismo pero además del sector disidente, representado por Sergio Masa, que suma una buena fracción del justicialismo, con excepción de Miguel Ángel Pichetto, peronista que optó por apoyar a Macri y acompañarlo en la fórmula presidencial. Y también del ambiguamente llamado peronismo tradicional, que no tomó claro partido en la actual contienda presidencial.
A diferencia de otros ex mandatarios no peronistas, como Raúl Alfonsín o Fernando de la Rúa, que no pudieron completar sus mandatos, Mauricio Macri culminará el suyo pero, a partir del resultado de las pasadas primarias, no tan sólo vive un agudo síndrome del “pato cojo”, sino que tiene fecha de término y todos asumen que a partir del próximo mes de diciembre, la Casa Rosada tendrá un nuevo inquilino, de diferente signo político.
A diferencia de otros ex mandatarios no peronistas, como Raúl Alfonsín o Fernando de la Rúa, que no pudieron completar sus mandatos, Mauricio Macri culminará el suyo pero, a partir del resultado de las pasadas primarias, no tan sólo vive un agudo síndrome del “pato cojo”, sino que tiene fecha de término y todos asumen que a partir del próximo mes de diciembre, la Casa Rosada tendrá un nuevo inquilino, de diferente signo político.
¿Sobrevivirá la actual coalición oficialista a una derrota que bien puede ser estruendosa, condenando no tan sólo al macrismo sino también a sus aliados del radicalismo y los partidarios de Lilia Carrió, a la marginalidad? En verdad es muy difícil imaginarlo.
Sobre todo en el marco de una profunda crisis económica como la que hoy vive Argentina, urgiendo al actual mandatario a tomar medidas muy alejadas de la ortodoxia neo liberal (como la reposición del cepo cambiario o la fijación de precios de productos esenciales) para intentar al menos contenerla.
Nada parece ser suficiente para contener el descontento e inquietud de los ciudadanos por la verdadera crisis alimentaria, la inflación galopante y una crisis que se agudiza cada día, por más que el dólar haya parado su carrera alcista y se respire una tensa calma en los mercados.
Nada parece ser suficiente para contener el descontento e inquietud de los ciudadanos por la verdadera crisis alimentaria, la inflación galopante y una crisis que se agudiza cada día, por más que el dólar haya parado su carrera alcista y se respire una tensa calma en los mercados.
Naturalmente la atención se traslada desde el actual gobierno hacia su sucesión. Y las preguntas más obvias es quién es realmente Alberto Fernández. ¿Representa un nuevo tipo de liderazgo, más moderado y responsable que el de Cristina Fernández, o simplemente es una figura decorativa puesta por el ex mandataria por razones electorales? ¿Cómo pretende enfrentar la actual crisis económica? ¿Quiénes serán las figuras claves de su administración? ¿Argentina se encamina hacia un nuevo default?
La otra duda es qué pasa con Cristina Fernández, que tuvo la astucia de ofrecerle la candidatura a Alberto Fernández, más que consciente de las resistencias y cuestionamientos que generaba su propia figura y de los múltiples problemas judiciales que ha debido enfrentar y que sigue enfrentando y que tan sólo su elección como vicepresidenta puede, al menos, postergar.
La otra duda es qué pasa con Cristina Fernández, que tuvo la astucia de ofrecerle la candidatura a Alberto Fernández, más que consciente de las resistencias y cuestionamientos que generaba su propia figura y de los múltiples problemas judiciales que ha debido enfrentar y que sigue enfrentando y que tan sólo su elección como vicepresidenta puede, al menos, postergar.
Son muchas interrogantes que no tan sólo preocupan a los argentinos sino también a los organismos financieros e inversionistas internacionales (incluidos chilenos). Junto con llamar a la calma, Alberto Fernández ha intentado tranquilizar a los mercados, sosteniendo que no habrá un nuevo default pero sí una renegociación de la deuda.
Son muchas interrogantes que no tan sólo preocupan a los argentinos sino también a los organismos financieros e inversionistas internacionales (incluidos chilenos). Junto con llamar a la calma, Alberto Fernández ha intentado tranquilizar a los mercados, sosteniendo que no habrá un nuevo default pero sí una renegociación de la deuda.
A escasas semanas de la elección, en medio de giras, debates y entrevistas, en que Fernández ha entregado señales de su programa de gobierno, el candidato favorito se ha dado el tiempo para visitar algunos países europeos (España y Portugal) y latinoamericanos (Bolivia y Perú), para reforzar sus señales tranquilizadoras y de moderación, sin espíritu triunfalista, insistiendo que la elección aún no está resuelta.
Pero nadie se engaña. Ni el propio Mauricio Macri, por más que se esmere en insuflar optimismo a sus alicaídos y desencantados partidarios, que han intentado tomar distancia de su figura para “salvar algo” de la debacle que se anuncia. En particular la probable derrota de la actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, una figura importante del macrismo, que podría perder su elección a manos del ex ministro de economía de Cristina Fernández, Axel Kiciloff.
Pero nadie se engaña. Ni el propio Mauricio Macri, por más que se esmere en insuflar optimismo a sus alicaídos y desencantados partidarios, que han intentado tomar distancia de su figura para “salvar algo” de la debacle que se anuncia.
No deja de ser relevante analizar cómo la eventual victoria de Alberto Fernández puede contribuir a cambiar el panorama geo político de la región. Algo es evidente. El tan proclamado ciclo de gobierno de derecha o ultraderecha en la región podría ser un mero “paréntesis”, entre gobiernos de signo progresista, que bien pueden volver por sus fueros en un futuro no muy lejano
La compleja elección que enfrenta el candidato del Frente Amplio en Uruguay
Tabaré Vázquez fue el primer militante del Frente Amplio en ganar la presidencia del Uruguay, rompiendo la tradicional alternancia en el poder de Blancos y Colorados. Le siguió Pepe José Mujica y luego, el propio Tabaré decidió re postularse, desplazando a Danilo Astori, que esperaba tomar la posta.
Son tres mandatos consecutivos del Frente Amplio – una amplia coalición que va desde sectores de centro hasta el Partido Comunista – que puede exhibir notables éxitos en materias económicas, sociales y políticas en estos últimos quince años, pero que también experimenta desgaste ante el desafío de proyectarse a un cuarto mandato.
Daniel Martínez, ex ministro e intendente de Montevideo, de militancia socialista, vinculado al movimiento sindical y con una importante trayectoria política, es el candidato presidencial del Frente Amplio, luego que Danilo Astori desistiera de competir. Sin lugar a dudas representa un cierto recambio generacional al interior del Frente.
Hoy lidera las encuestas, con el 39 % de las preferencias, seguido por Alberto Lacalle Pou, del Partido Nacional (26 %) y en tercer lugar Ernesto Talvi, del partido Colorado, con un 18 % de las preferencias.
Teniendo a la vista estas encuestas recientes, es más que evidente que las elecciones presidenciales en Uruguay se decidirán en segunda vuelta el próximo mes de noviembre, teniendo como protagonistas a Daniel Martínez y Alberto Lacalle, hijo del ex presidente del mismo nombre.
Teniendo a la vista estas encuestas recientes, es más que evidente que las elecciones presidenciales en Uruguay se decidirán en segunda vuelta el próximo mes de noviembre, teniendo como protagonistas a Daniel Martínez y Alberto Lacalle, hijo del ex presidente del mismo nombre.
Y aunque la aritmética simple, que indica que la suma de blancos y colorados- que debieran unirse en una segunda ronda- favorece las posibilidades de Lacalle Pou para alcanzar la presidencia, la política y las elecciones son un poco más complejas. Sobre todo en un país tan peculiar como Uruguay. Uno de los países más progresistas y estables en la región. El primero en legalizar la marihuana, Y el país que ha mantenido una postura independiente y a favor de una salida negociada a la crisis venezolana.
No es la primera vez que el Frente Amplio debe enfrentar una segunda vuelta en donde esa aritmética simple lo desfavorece, Así ganó Tabaré Vázquez su primer mandato y ha sucedido en las últimas elecciones. La duda mayor es cómo votarán las nuevas generaciones que inauguran su derecho. Cuánto pesa el desgaste tras tres periodos consecutivos en el poder. Qué pasa con el voto de los indecisos y cuál será el nivel de abstención.
No es la primera vez que el Frente Amplio debe enfrentar una segunda vuelta en donde esa aritmética simple lo desfavorece
En verdad, la elección uruguaya es la que mantiene un grado de mayor incertidumbre de las tres que restan hasta fines de año. De ganar Daniel Martínez, consiguiendo un cuarto mandato consecutivo para el Frente Amplio, se configuraría un nuevo mapa político en la región, incrementando la preocupación de los sectores de derecha por la duración del bullado ciclo que inauguró Piñera y que Mauricio Macri bien puede comenzar a clausurar.
De ganar Daniel Martínez, consiguiendo un cuarto mandato consecutivo para el Frente Amplio, se configuraría un nuevo mapa político en la región, incrementando la preocupación de los sectores de derecha por la duración del bullado ciclo que inauguró Piñera y que Mauricio Macri bien puede comenzar a clausurar.
Después de todo, el balance de la gestión de la derecha- Perú, Colombia o Chile – es apenas discreto, cuando no desastroso, como en Argentina. Y la experiencia de Jair Bolsonaro en Brasil comenzó mal y amenaza terminar peor. Al igual que muchas de las experiencias populistas de izquierda, como Venezuela o Nicaragua, que se comparan muy desfavorablemente con el balance que pueden exhibir gobiernos de centro izquierda en la región.