Una reciente encuesta realizada por la empresa Cies Mori muestra una ventaja de 11 puntos del Presidente Evo Morales (37%) sobre su principal oponente en las próximas elecciones presidenciales, el ex mandatario Carlos Mesa (26%). Pareciera una ventaja considerable, que le podría asegurar a Morales su victoria en primera vuelta.
Aquella opción significaría su cuarto mandato consecutivo, con la paradoja de antes haber perdido el referéndum para posibilitar esta nueva postulación. El MAS (Movimiento al Socialismo) recurrió a la Suprema Corte para que esta resolviera que la disposición que le impedía postularse nuevamente violaba sus derechos constitucionales. Una interpretación similar a la que hiciera la justicia de Costa Rica para permitir la postulación del ex mandatario Oscar Arias.
Aquella polémica ha estado presente durante la actual campaña presidencial. La oposición insiste en que la interpretación de los tribunales habilitando la candidatura de Morales implica una ruptura del Estado de derecho al invalidar lo resuelto en el citado referéndum.
Los riesgos de la segunda vuelta
Más que consciente de los riesgos de enfrentar una segunda vuelta con Mesa (las encuestas marcan una estrecha ventaja de tan sólo dos puntos a su favor (40 a 38 %), Evo Morales se ha propuesto ganar en primera ronda, “con un 70 % de los votos”, como ha llegado a sostener. Un objetivo prácticamente imposible de alcanzar teniendo a la vista la fortaleza de su oponente y el caudal electoral de otros candidatos de oposición, como Oscar Ortiz del movimientos “Bolivia dice No” que se ubica en la tercera posición en las encuestas con un 9 %, además de postulantes mayoritariamente de oposición a Morales, que probablemente se sumarían para apoyar a Mesa en la segunda vuelta.
Más que consciente de los riesgos de enfrentar una segunda vuelta con Mesa (las encuestas marcan una estrecha ventaja de tan sólo dos puntos a su favor (40 a 38 %), Evo Morales se ha propuesto ganar en primera ronda, “con un 70 % de los votos”, como ha llegado a sostener.
Ciertamente en una segunda ronda jugaría en contra de Morales la cuestionada legitimidad de su postulación a una cuarta reelección consecutiva (según el mandatario, la tercera con la nueva Constitución) y su innegable aspiración a una de carácter indefinida. También el tema de la demanda marítima y su estrepitoso fracaso en el Tribunal Internacional de La Haya, mientras aún cuestiona e insiste en nuevas instancias internacionales (¿).
También incide su desgaste de tres períodos en el poder, pese a sus innegables éxitos en materia económica (Bolivia ha crecido sostenidamente durante los últimos años), en el ámbito institucional (asegurando el mayor período de estabilidad política que ha conocido ese país) y social, con innegables avances en el combate en contra de la pobreza, fortaleciendo los servicios sociales.
Pero el poder desgasta (menos que no tener el poder). Sobre todo si se ejerce de manera autoritaria y personalista, al estilo de Morales. Y la corrupción es, aparentemente, un fenómeno inevitable, aunque Bolivia no registre escándalos como los que se aprecian en los vecinos Brasil, Argentina y Perú.
Pero el poder desgasta (menos que no tener el poder). Sobre todo si se ejerce de manera autoritaria y personalista, al estilo de Morales. Y la corrupción es, aparentemente, un fenómeno inevitable, aunque Bolivia no registre escándalos como los que se aprecian en los vecinos Brasil, Argentina y Perú.
El factor internacional juega lo suyo, respecto a un gobierno adscrito a la Alianza Bolivariana para los Pueblos (ALBA), y firme defensor del régimen de Maduro. La alianza bolivariana está fuertemente debilitada a partir de la profunda crisis en la que está sumida Venezuela y en otra medida Nicaragua. Ecuador bajo la presidencia de Lenin Moreno ha optado por tomar prudente distancia de dicha alianza y Cuba enfrenta sus propios problemas a partir del endurecimiento de la política norteamericana hacia la isla y Venezuela.
Los aliados internacionales de Bolivia
Ciertamente Bolivia aparece bastante aislada en el concierto regional luego de la elección de Jair Bolsonaro en Brasil, la conformación del llamado Grupo de Lima, en donde Bolivia no participa, y el congelamiento de sus relaciones con Chile. Probablemente con Perú, su tradicional vecino, mantiene relaciones de cooperación, que Evo Morales ha buscado reforzar, pensando en una salida al mar por el puerto de Illo, que ese país ofreciera sin concretarse plenamente por las obvias dificultades de competir con Arica, el tradicional puerto para las exportaciones bolivianas.
Ciertamente Bolivia aparece bastante aislada en el concierto regional luego de la elección de Jair Bolsonaro en Brasil, la conformación del llamado Grupo de Lima, en donde Bolivia no participa, y el congelamiento de sus relaciones con Chile.
Este aislamiento relativo, además de sus profundas distancias con el gobierno de Trump, ha llevado a Morales a buscar un estrechamiento de relaciones con China, Rusia e incluso Irán, buscando atraer inversiones en el campo de la minería, hidrocarburos, litio y las nuevas tecnologías, con resultados bastante auspiciosos. En particular con China, que ha impulsado amplias formulas de cooperación con Bolivia.
Este aislamiento relativo, además de sus profundas distancias con el gobierno de Trump, ha llevado a Morales a buscar un estrechamiento de relaciones con China, Rusia e incluso Irán, buscando atraer inversiones en el campo de la minería, hidrocarburos, litio y las nuevas tecnologías, con resultados bastante auspiciosos.
Pese a todos los factores adversos Evo Morales mantiene una buena posibilidad de imponerse en primera vuelta el próximo 20 de octubre y evitar el riesgoso balotaje. Y no necesita imponerse por las márgenes desmesurados que ha usado como elementos de campaña. Le bastaría mantener y en lo posible incrementar la actual ventaja que señalan las encuestas, para superar el 40 % de los votos y superar a su principal oponente por más de diez puntos, como señala su ley de elecciones.
Pese a todos los factores adversos Evo Morales mantiene una buena posibilidad de imponerse en primera vuelta el próximo 20 de octubre y evitar el riesgoso balotaje.
Un objetivo perfectamente posible, analizando el dinamismo de su campaña, la poderosa maquinaría electoral del MAS y la dispersión opositora.
Pero persistiría la idea, no tan sólo en Bolivia sino a nivel internacional, que con una cuarta elección consecutiva Evo Morales habrá quebrantado su propia legalidad, establecida en la Constitución que creó el Estado plurinacional, buscando eternizarse en el poder, alejándose de los marcos de una democracia que no tan sólo se valida por el sufragio universal sino también por los principios y normas aprobadas soberanamente por el pueblo.
Pero persistiría la idea, no tan sólo en Bolivia sino a nivel internacional, que con una cuarta elección consecutiva Evo Morales habrá quebrantado su propia legalidad, establecida en la Constitución que creó el Estado plurinacional, buscando eternizarse en el poder, alejándose de los marcos de una democracia que no tan sólo se valida por el sufragio universal sino también por los principios y normas aprobadas soberanamente por el pueblo. Y aquello supone más de un riesgo, como lo demuestra Venezuela.
¿Qué puede esperar Chile de un nuevo mandato de Evo Morales?
Nada muy distinto de lo que ha sucedido hasta ahora. Contra viento y marea Evo Morales, con el respaldo de la inmensa mayoría de los bolivianos (de gobierno u oposición) sostendría su demanda marítima, presionando a Chile para llevarlo al terreno del diálogo y las negociaciones, buscando que finalmente nuestro gobierno ofrezca una fórmula viable útil y concreta para dar satisfacción a sus demandas. Y ello, aparentemente, no incluye una disposición para distender o reanudar las relaciones diplomáticas o buscar nuevas fórmulas de cooperación entre ambos países.
Asumiendo que Evo Morales es un dato de la causa, como también lo es la aspiración boliviana de lograr una salida soberana al Océano Pacífico, Chile no puede mantener por mucho tiempo la no política hacia Bolivia, siguiendo la vieja máxima de que la mejor política hacia ese país en no tener relaciones.
Asumiendo que Evo Morales es un dato de la causa, como también lo es la aspiración boliviana de lograr una salida soberana al Océano Pacífico, Chile no puede mantener por mucho tiempo la no política hacia Bolivia, siguiendo la vieja máxima de que la mejor política hacia ese país en no tener relaciones. Esta es una de las muchas asignaturas pendientes para nuestra Cancillería, a quien le corresponde la conducción de la política exterior del país, aspirando a que se asuma como una política de Estado.