Columna de Luis Breull. Humano se nace, se vive y…

por La Nueva Mirada

Un breve whatsapp a las 11:10 am de este miércoles 30 de septiembre, enviado por un entrañable amigo diciendo acaba de fallecer nuestro inolvidable Quino bastó para desatar una ráfaga de recuerdos y postear en twitter la noticia. Así comenzó a desatarse un vendaval de retuits y de preguntas desde Argentina, incluyendo reclamos porque desde Chile se informaba la muerte del mundialmente reconocido dibujante y humorista de la segunda mitad del siglo XX, y en los medios locales nada se sabía aún.

Lo cierto es que a los 88 años nos dejó Joaquín Salvador Lavado Tejón, el inigualable creador de Mafalda y de decenas de compilados temáticos que reflejan la dialéctica entre el desarrollo y la miseria del mundo de la modernidad, entre la eterna y dispar relación de poderosos y débiles… Más que un humorista gráfico, un narrador contemporáneo del devenir político del planeta a través de perfiles humanos reconocibles en lo más cotidiano de nuestras vidas.

Un encuentro casual

Decir que conocí a Quino sería fanfarronear, pero coincidente con mi primer viaje a Buenos Aires, hace 29 años ya (octubre 1991), en mi recorrido debut por las viejas librerías de calle Corrientes, me encontré en una de ellas con un cartel anunciando esa tarde, a las 19 horas -en el salón del subsuelo-, la presentación del libro Humano se nace”, del artista mendocino de origen español. Para mi fortuna, además en la ceremonia, los comentarios a la obra correrían por cuenta de Roberto Fontanarrosa, otro portento de las historietas y los cuentos trasandinos, oriundo de Rosario (fallecido el año 2007).

Hice hora en las librerías del sector hasta que llegó el momento de regresar al lanzamiento. Comenzó con palabras de su editor, para seguir con Fontanarrosa, elogiando a quien catalogó como uno de los mejores narradores gráficos en habla hispana y que trasciende la identidad argentina para situarse como una suerte de “Pepe Grillo” del mundo de la posguerra y de la Guerra Fría. Un observador capaz de incomodar al poder desde la inocencia de una niña como Mafalda, de sus arquetípicos compañeros de tira, o de sus tematizados libros gráficos que sucedieron en su carrera. Al momento de las palabras finales, Quino resultó casi inaudible. Algo no muy fuera de lo común, porque era tímido, quitado de bulla y de hablar bajo. Casi como si le molestara tener que emitir palabras y como si su lenguaje preferido de expresión fueran sus chistes y relatos gráficos.

El Mundo de Quino

Repasar la carrera de Quino es regresar a mediados de los años 50, cuando publicó sus primeras tiras en Rico Tipo, Tía Vicenta, Leoplan y Primera Plana, época en que creó a Mafalda. El 29 de septiembre de 1964 fue el debut de este personaje de niña inquisidora de sus padres y amigos, mala para la sopa y observadora crítica del mundo. Es decir, justo a un día de cumplir 56 años de su debut, su autor fallece producto de un accidente cerebro vascular.

Mafalda se transformará en su carta de presentación que le dará renombre internacional y de la que publicará sucesivas tiras semanales y diez compilados en libros hasta 1973 (incluido décadas después un tomo único con todo este trabajo), cuando resuelve dejarla para proseguir con otros proyectos de humor gráfico tematizados. Yo que Usted, Gente en su sitio, Quinoterapia, Humano se nace, Qué mala es la gente, Potentes Prepotentes e Impotentes,son algunos de estos clásicos del humor gráfico contemporáneo y de la antropología del poder y las relaciones sociales.

Más que un caricaturista, Lavado se instaló desde su constante sencillez y aguda mirada como el irónico narrador de toda una época de delirios políticos totalizantes y de un planeta que irremediablemente se encamina a su destrucción, fruto de la irracionalidad humana. No obstante, así como procuró denunciar las brutalidades del poder y del desprecio y menoscabo en las relaciones humanas –en toda escala-, también supo comprender y reírse de cómo cualquier persona, abusada a ratos, puede contentarse replicando esas mismas conductas con quiénes cree están debajo suyo. Ergo, no somos intrínsecamente buenos ni malos, sino que el entorno nos condiciona también.

irónico narrador de toda una época de delirios políticos totalizantes y de un planeta que irremediablemente se encamina a su destrucción, fruto de la irracionalidad humana.

El final de la historia

Jubilarse y dejar de dibujar fue tanto un anhelo como un constante desafío a enfrentarse al día después. Es decir, lo deseaba tanto como le temía por no saber si soportaría dejar de crear y comunicar a otros con su particular humor el devenir del mundo contemporáneo.

Su receta fue siempre la misma: humano se nace, se vive (si se quiere humanamente) y se trasciende al infinito cuando llega el minuto de la partida final…

Quino nos deja con una herencia riquísima de tiras gráficas, certeras historias, personajes entrañables y otros despreciables, con la humildad de quien supo rescatar en discurso ese reto que es vivir como personas civilizadas en un medio propenso a la creciente incivilización. Su receta fue siempre la misma: humano se nace, se vive (si se quiere humanamente) y se trasciende al infinito cuando llega el minuto de la partida final…

También te puede interesar

Deja un comentario