Columna de Luis Breull. Promesas sobre el bidet

por La Nueva Mirada

Así como el título de ese clásico segundo tema de Charly García en su álbum Piano Bar (1984), no es bueno prometer cosas que no se podrán cumplir cuando las circunstancias son cada vez más complejas.

La televisión generalista o de libre recepción 2021 es como un libro abierto en medio del azar. Liderazgos redibujándose, canales nacionales jugando a las sillas calientes para disputarse a fuego una torta publicitaria decreciente ($180 mil millones de pesos el 2020 frente a $199 mil el 2019 y $228 mil el 2018) y que no admite más contrincantes, pese al mar de nuevas señales pequeñas, regionales o locales, que llegarán con la TV digital. Canales nuevos, de producción liviana, bajo alcance y que contarán con fondos muy acotados para producir sus contenidos, modificando el modelo de negocio tradicional.

Una industria empobrecida, que acumula casi $ 310 millones de dólares de pérdidas desde el 2014 a la fecha, con sostenidas crisis programáticas, fuga de audiencias, pérdida de valor de sus rostros, recambio de ejecutivos, miles de despidos de trabajadores y que tiende a seguir achicándose en medio de la asonada digital.

Calambres en el alma

Esta semana se comenzó a asentar la programación de la temporada marzo-julio con fuertes novedades. A la arremetida de Chilevisión en el primer lugar en lo que va del año, -destronando a Mega, líder desde el 2014 hasta enero 2021-, se agrega el repunte de TVN en algunas franjas en medio de un complejo proceso de negociación colectiva y votación de huelga que debería llegar a arreglo en estos días.

Como contrapartida, el derrumbe de Canal 13 como analizamos la semana pasada y el incierto escenario de Mega, cuyo director ejecutivo, Patricio Hernández, renunció a fines de febrero para migrar a encabezar un grupo de medios peruano del fondo de inversiones Enfoca, controlador de Latina TV, Canal 2 o ex Frecuencia Latina. Una estación que quiere transformarse en holding de medios. Mismo canal que otrora fue parte del núcleo de influencia de Vladimiro Montesinos (brazo derecho de Alberto Fujimori) y que tuvo como gerente general al abogado chileno Javier Urrutia en el 2009, -luego director de La Red y Canal 13-, quien renunció frente a amenazas recibidas por grupos que quisieron evitar sus proyectos de cambio y despidos de personal.

Lo de Mega es importante de revisar, debido a que recientemente debutaron sus grandes apuestas prime time, la licencia de concurso Got Talent y la teleserie nocturna Demente. Ninguno con los resultados esperados (el peor debut de una teleserie chilena en la era de María Eugenia Rencoret como directora del área dramática, con poco más de la mitad de rating que sus anteriores estrenos, considerando además su alto costo por capitulo, que debería bordear los $40 millones de pesos), consolidando a Yo Soy de Chilevisión como primero en su franja.

A esto se agrega la pérdida de liderazgo en la franja matinal con Mucho Gusto (con un pool gigante de conductores entre los que se encuentran Diana Bolocco, José Miguel Viñuela, Carla Constant, Andrea Arístegui y su reciente fichaje, Paulina de Allende). El formato vivió en pleno inicio de la pandemia un episodio que marcó el rechazo masivo de las audiencias televisivas, referido al corte de pelo de un camarógrafo contra su voluntad, por parte de Viñuela, cuestión que terminó en una demanda en tribunales. Es en este escenario que ya lleva medio año siendo derrotado y a veces incluso doblado en audiencia por Contigo en la Mañana bajo la conducción de Montserrat Álvarez y Julio César Rodríguez.

En suma, dos franjas clave –Matinales y Prime de entretención- que decrecen en su fortaleza y que abren espacio a la instalación de la señal de WarnerMedia como el gran triunfador (coincidente con su proceso de venta de Chilevisión, que se encuentra en curso desde el año pasado y que está a la espera de la aprobación del trámite de due dilligence en Estados Unidos).

Otro factor de incertidumbre que se instala en Mega o el holding Megamedia se relaciona con el modelo de reemplazo de Hernández como director Ejecutivo, a cargo de un pequeño comité estratégico que ocupará el rol programático que él desempeñó siempre con ese equipo, ya sea en su época en Canal 13 (2010-2013) o en la señal de Carlos Heller (2014-2021).

Es decir, mientras no se resuelva quien asuma ese puesto en plenitud, la toma de decisiones se radica en un grupo que siempre se ordenó detrás de la intuición y conocimiento de Hernández. De no empoderarse pronto un ejecutivo en este rol se puede producir un efecto de statu quo o temeroso de arriesgar en nuevas estrategias programáticas ante el cambio de liderazgos de la industria.

El caso de Demente no es menor, porque se trata de una teleserie de impecable factura audiovisual y de elenco de primerísimo nivel. Pero al momento de su debut no se consideró que ocuparía el lugar preponderante en la franja de entretención nocturna después de las noticias, en un contexto país aquejado por baleos y muertes de niños pequeños en medio de asaltos, y de la desaparición y asesinato de Tomás Bravo, el niño de Caripilún del que los propios canales se encargaron de transformar en el hito periodístico de cobertura de este verano. Tampoco escapa a este clima oscuro la pandemia recrudeciendo y la necesidad de los públicos nacionales de buscar un relajo amable, distendido y que permita una ventana de escape a este rudo contexto país.

Resulta extraño que habiendo ocurrido antes otras situaciones similares, como el 2014 con la teleserie de TVN No abras la puerta, una historia muy vinculada a las tendencias del momento, como las mujeres empoderadas, heroínas que ayudan a mujeres maltratadas por sus parejas (destilando feminismo por todos lados), fue derrotada ampliamente por la primera teleserie turca emitida en Chile y precisamente por Mega, Las mil y una noches. Una ficción protagonizada por una mujer sumisa, Sherezade, que se enamora de un galán machista, maltratador y misógino, como Onur, quien incluso años antes le había pagado por tener una noche de pasión con ella (quien accedió abrumada por conseguir dinero para el tratamiento de la enfermedad de su hijo). Una historia, la de TVN, mirando al Chile de hoy con las mujeres asumiendo nuevos roles de liderazgo; la de Mega, mirando a los viejos y lentos culebrones latinoamericanos de principios de la década 70 del siglo pasado, con galanes masculinos fuertes y mujeres abnegadas, en roles que se conocen como marianistas, o protagonistas maltratadas, de clases bajas, que se entregan al amor imposible de un galán millonario, siempre bondadosas e inmaculadas ante un macho alfa.

Esto demostró en su minuto que las parejas en sus hogares se resistieron a ver la ficción del canal público, pese a ser un tema de actualidad, justamente porque era incómoda de visionar en el contexto nocturno, generalmente en el dormitorio, donde la constante implícita de la teleserie era que toda mujer puede ser maltratada, violada o asesinada por su pareja.

Ver TV es un acto de conexión emocional en las noches y la dureza del contexto país es tan fuerte que el realismo de Demente parece no ser soportado o genera rechazo. Se agrega a ello cierta previsibilidad de la trama, en donde la protagonista y el policía deberían vivir un romance intenso, y que él o la responsable del secuestro es parte del núcleo íntimo de la familia(¿la o él protagonista?).

Trip en el bocho

Así como Charly en su tema nos recuerda que cada cual tiene un viaje en la mente, sea virtual o real, de cambio de identidad o de cualquier tipo, los canales de TV hoy están en medio de una travesía poco controlable. Pero no exenta de oportunidades.

Por ejemplo, ante la dureza de Demente, Canal 13 tiene la oportunidad de debutar con su comedia La Torre de Mabel, una teleserie nacional ya grabada, para contribuir a distender el horario y aprovechar las debilidades de su rival directo en este género. TVN, en tanto, tiene la posibilidad de asentar el horario matinal y fortalecer sus productos informativos, considerando que buena parte de su caída desde el 2014 se debió a audiencias que primariamente migraron a Mega y que pueden regresar. En tanto, Chilevisión, que está en la cresta de la ola solo debe seguir surfeando fuerte con sus caballos de batalla que le dieron el liderazgo. Y el comité programático de Mega tiene también el desafío de demostrar que sin Patricio Hernández igual son capaces de conducir ese holding, aunque el canal hoy dé muestras de zozobra.

No obstante estas recomendaciones es difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo…

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