El informe de política monetaria (IPOM) del Banco Central presentado ante el Congreso mostró un fuerte optimismo respecto el desempeño de la economía nacional en el presente año 2021. Esto ha sido refrendado por algunos organismos internacionales. Sin duda hay fuertes razones para el optimismo no obstante el preocupante recrudecimiento de la pandemia en las últimas semanas pone un signo de alerta.
Razones del optimismo.
El Banco Central subió sus expectativas de crecimiento de la economía chilena para el presente año de entre 5,5 y 6,5 en el IPOM de diciembre del año pasado a cifras de entre 6 y 7% en el IPOM dado a conocer recientemente. Son varias las razones que entrega la institución entre las que destacan que la caída del PIB en el 2020 se ubicó en el rango inferior (-5,8%) del esperado, que la economía a finales de este último año indicado habría recuperado una buena parte de la caída del PIB en el segundo trimestre (-13%), tendencia la cual se habría mantenido hasta mediado de marzo recién pasado; también la mejorada capacidad de las empresas para operar en medio de la pandemia (el desarrollo de los canales de venta on – line, el trabajo a distancia) y el impulso generado por las diferentes medidas de política monetaria. También habrían contribuido las medidas fiscales. Papel clave ha jugado la más rápida recuperación de la economía internacional que se ha traducido en un aumento del precio promedio esperado de la libra de cobre para el 2021 de US$ 3,20 en el IPOM de diciembre a US$ 3,95 en el IPOM de marzo.
El martes 6 de abril, el Fondo Monetario Internacional publicó el World Economic Outlook que lleva el sugerente subtítulo “Manejando recuperaciones divergentes.” El informe destaca varios aspectos positivos, pero insiste con fuerza en la presencia de factores negativos. Entre los primeros señala la existencia de múltiples vacunas que pueden reducir la severidad y frecuencia de la infección; la adaptación de la economía a la pandemia que ha permitido un mejor desempeño económico a lo largo del mundo y el aporte fiscal, en especial en los EEUU que le da renovados bríos a la economía global. Las proyecciones de la institución apuntan a un crecimiento global de 6% en el 2021 y de 4,4% en el 2022 (El Banco Central tiene una cifra más optimista para el presente año, 6,2% y la misma cifra que el FMI para el 2022). Para Chile el FMI subió sus proyecciones de crecimiento para el país de 5,8% en enero; 6% en febrero y 6,2% en abril.
Se enfrentan, sin embargo, desafíos intimidantes, sostiene el FMI, relacionados con las distintas velocidades de la recuperación entre y dentro de los países y el potencial de daños persistentes. Varía la velocidad del proceso de vacunación, la política económica de apoyo y factores estructurales como la dependencia en el turismo. Entre los países avanzados, EEUU alcanzará el PIB anterior a la crisis en el presente año, otros lo lograrán solo en el 2022. Entre los países emergentes, China alcanzó el PIB del 2019 el mismo año 2020 mientras que otros lo harán recién en 2023. Estas situaciones ampliarán la brecha de niveles de vida entre los distintos países. La pérdida de ingreso per cápita de los países emergentes (excluyendo a China) respecto a las proyecciones para el 2020 antes de la crisis es equivalente a una caída de 20% del PIB del 2019, mientras que en los países desarrollados la caída se estima en 11% del PIB.
Esta evolución ha revertido los avances en la reducción de la pobreza esperándose que 95 millones de personas caigan en la extrema pobreza y existan 80 millones de persona con subnutrición. Se observan también disparidades al interior de los países. Lo trabajadores jóvenes y con menor calificación han sido más afectados no solo en los países emergentes sino también en los países desarrollados. En los primeros el desempleo sigue afectando más a las mujeres. El fuerte avance experimentado por la digitalización y la automatización en el contexto de la pandemia hace previsible que muchos empleos perdidos no retornarán y la relocalización de los trabajadores afectados implicará fuertes pérdidas en las remuneraciones. El FMI reconoce una alta incertidumbre respecto de las cifras que proyecta pues ellas dependen del resultado de la carrera entre el virus y las vacunas.
Llama la atención en los meses recientes un aumento en las tasas de interés de largo plazo asociado al cambio de expectativas respecto de la forma en que, en particular, la Reserva Federal normalizará la política monetaria a medida que la economía estadounidense mejora. Dos escenarios aparecen en el horizonte, la posibilidad que dicho aumento refleje expectativas fuertes de crecimiento o de un incremento de la inflación. En este último caso podría implicar un alza abrupta de las tasas de interés lo que afectaría a los países emergentes al encarecerse el costo del endeudamiento.
Razones para la precaución: el impacto de la evolución actual de la pandemia en el período marzo – mayo.
Como veíamos más arriba, el Fondo Monetario Internacional, aun cuando miraba con optimismo el desempeño esperado de la economía mundial, insistía en la amenaza persistente del rebrote de los casos, la aparición de nuevas cepas de la enfermedad, el desigual avance en el proceso de vacunación y la efectividad diversa de las distintas vacunas.
Gráfico número 1:
El caso de nuestro país muestra señales de dulce y agraz. La vacunación ha avanzado con rapidez. Al 6 de abril, 7 millones 111 mil personas habían recibido la primera dosis de la vacuna; de ellos 4 millones 192 mil habían recibido la segunda dosis. No obstante, como se observa en el gráfico número 1, la cantidad de contagios viene subiendo de manera acelerada. Hacia mediados de febrero la cantidad de nuevos contagiados parecía estancarse e incluso decaer. Sin embargo, a partir de la última semana del mes indicado, el número de contagios diarios creció aceleradamente hasta sobrepasar los 8000 casos en los primeros días de abril. Esta situación tuvo ya efectos negativos sobre el IMACEC de febrero. La expectativa entre los analistas era una cifra negativa de -1%; pero alcanzó una cifra – 2,2% respecto al mismo mes del año pasado. El fuerte aumento de las cifras de contagio, la reducción de las camas de cuidados intensivos disponibles, pese a su fuerte crecimiento (Ver gráfico 2) tuvo como consecuencia la instauración a lo largo del mes de marzo de niveles crecientes de confinamiento. En la actualidad, en torno al 85% de la población del país se encuentra en esa situación. En tales circunstancias y tomando en cuenta que el IMACEC de marzo del año pasado había caído “solo” 3,5% (cifra menor comparada con las caídas de dos dígitos del segundo trimestre de ese año) se esperaba que el IMACEC presentase una caída de -1,5% pero es probable que la agudización de las medidas restrictivas se traduzca en una cifra sustancialmente mayor. Si a lo anterior se suma que es probable que la fase 1 de confinamiento total que afecta a buena parte del país se extienda a lo largo del mes de abril y parte del mes de mayo ello podría redundar en que el IMACEC de esos meses no llegue a los dos dígitos esperados por la baja base de comparación.
Gráfico 2:
A los problemas indicado se suman las crecientes dudas respecto de la efectividad de la vacuna Sinovac. Mientras la vacuna Pfizer, según estudios realizados en Israel presenta una efectividad de 94%, la Sinovac (según un estudio de la Universidad de Chile) que representa el 93% de las segundas dosis administradas en Chile presenta una efectividad de 53,7%, 14 días después de aplicada la segunda dosis. En este contexto se ha comenzado a hablar de la eventual necesidad de una tercera dosis. Más aún, esto implica según Héctor Sánchez, que puede ser necesario alcanzar la cifra de 90% de inmunización (en lugar de 80%). Cabe señalar que se trata de cifra todavía preliminares. En este marco, no cabe descartar un desempeño económico en el segundo trimestre menos auspicioso del esperado por las autoridades. El impacto del confinamiento sobre los servicios que requieren mayor interacción personal está generando una alta mortandad de empresas que puede ser muy difícil de volver a echar andar, una vez controlada la pandemia.
Por Eugenio Rivera Urrutia
Fundación Chile 21 y Foro por un Desarrollo Justo y Sostenible