A partir del discurso del fraude electoral emitido por la OEA, que hasta el día de hoy no ha sido comprobado, se registraron daños en los tribunales electorales departamentales, saqueos y quemas en domicilios particulares de ex autoridades del MAS.
Las palabras matan más que las balas, remarca Adama Dieng, asesor de la ONU para la prevención del genocidio en un mensaje por las redes afirmando que todos debemos recordar que los discursos de odio anteceden a los crímenes de odio.
La ONU menciona que la incitación al odio en los últimos 75 años se ha visto como precursora de delitos atroces, incluido el genocidio, desde Ruanda hasta Bosnia y Camboya. El holocausto no empezó con las cámaras de gas, comenzó mucho antes con discursos de odio. Más recientemente, se ha relacionado fuertemente con la violencia que resulta en asesinatos en varias partes del mundo, entre ellas la República Centroafricana, Sri Lanka, Nueva Zelanda y los Estados Unidos. Tanto los gobiernos, como las compañías de tecnología están luchando para prevenir y responder al odio promovido on line.
En 2019, el Secretario General de la ONU, António Guterres expresó que: “el discurso del odio es, en sí mismo, un ataque a la tolerancia, la inclusión, la diversidad y la esencia misma de nuestras normas y principios de derechos humanos. En general, socava la cohesión social, erosiona los valores compartidos y puede sentar las bases de la violencia, haciendo retroceder la causa de la paz, la estabilidad, el desarrollo sostenible y el cumplimiento de los derechos humanos para tod@s«. Para ello se necesita apoyo de los países, así como un mayor compromiso de las empresas privadas, la sociedad civil y los medios de comunicación.
“Tanto en las democracias liberales, como en los regímenes autoritarios, algunos líderes políticos están incorporando las ideas y el lenguaje alimentado por el odio de estos grupos a la corriente principal, normalizándolos, endureciendo el discurso público y debilitando el tejido social”, advirtió Guterres. De esa manera, el respeto por los derechos humanos -sin discriminación por motivos de raza, sexo, género, idioma, religión, opciones sexuales, o cualquier otro motivo -es fundamental para contrarrestar los discursos de odio amplificado por las redes sociales y muchas veces por los medios de comunicación.
Recordemos los hechos de violencia que enlutaron a Bolivia en 2019: se basaron en su mayoría en mensajes de odio, racismo y noticias falsas. Desde que se iniciaron las manifestaciones por el proceso electoral del 20 de octubre, las redes sociales se convirtieron en canales de difusión de este tipo de mensajes. Tal fue el caso de la difusión de una imagen tomada en México de un joven calcinado que circuló por whatsapp como si fuera en Montero, Santa Cruz. Este hecho avivó el enfrentamiento entre militantes del MAS (Movimiento al Socialismo), que acudieron a desbloquear y cívicos que defendían el paro, cobrando la vida de dos personas, Marcelo Terrazas y Mario Salvatierra.
A partir de ese hecho se desató el descontrol y entre el 30 de octubre y el 27 de noviembre, murieron 35 personas y resultaron heridas más de un millar, según datos de la Defensoría del Pueblo. La violencia se desató por los enfrentamientos entre afines al MAS y los sectores contrarios a Morales que se enfrentaron física y mediáticamente.
Posteriormente durante la intervención de las fuerzas armadas y la policía en el retén de Huayllani, en Sacaba, fueron asesinadas nueve personas, cuando l@s productores del Trópico intentaban ingresar a la ciudad. Asimismo, en la zona de Senkata, El Alto, se produjo la pérdida de diez vidas en un operativo de las fuerzas armadas que estaban en la planta de gas, escoltando un convoy de camiones cisterna con combustible. Todas estas acciones estuvieron acompañadas de discursos de odio y denigración del otro.
A partir del discurso del fraude electoral emitido por la OEA, que hasta el día de hoy no ha sido comprobado, se registraron daños en los tribunales electorales departamentales, saqueos y quemas en domicilios particulares de ex autoridades del MAS. También fueron víctimas la Alcaldesa de El Alto, el Rector de la Universidad Mayor de San Andrés, hasta una periodista de televisión en La Paz.
Por ello, Guterres afirma que se deben abordar las causas fundamentales de la incitación al odio como la violencia, la marginación, la discriminación, la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la falta de educación básica y unas instituciones estatales débiles, así como participar en actividades de promoción y el desarrollo de comunicaciones para contrarrestar las tendencias y campañas del odio.
En todo caso al aplicar las normas internacionales de derechos humanos no se trata de confrontar la libertad de expresión y opinión para abordar el lenguaje del odio, sino abordar todo el ciclo de vida del discurso del odio, desde sus causas profundas hasta su impacto en las sociedades.
Parafraseando a Arturo Jauretche “ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”.