Marcó un legado que, como suele ocurrir, muchos valorarán como no lo hicieron durante su extensa e intensa trayectoria científica a nivel planetario. Ya se escuchan lamentos estériles porque no recibió el Premio Nacional en Chile. Al mismo tiempo crecerán los interesados en su extensa obra, algo más que deseable en el contexto de los desafíos mayores que enfrenta nuestra educación y vida en sociedad.
La partida de Claudio Naranjo no sólo es lamentada para quienes lo llegaron a idolatrar como suele ocurrir con maestros que van dejando una huella múltiple, incluida la esfera mística – que estimula como contrapartida detractores no exentos de prejuicios elementales – sino también por los que se aproximaban a sus agudas interrogantes más contemporáneas planteadas en exposiciones públicas, desafiando su estado de salud. Ellos se podrán aproximar más al personaje y su obra a través de “Ascenso y descenso de la Montaña Sagrada” recientemente presentado por Naranjo en Barcelona (su obra supera dos decenas de libros publicados desde hace 3 décadas)
Tal vez se multipliquen los interesados en el documental de Gloria Matamala “Viaje Interior”, que intenta un cercano perfil del personaje sorprendente que acaba de partir. O la búsqueda algo ansiosa de su vasta creación, desde “La vieja y novísima gestalt: Actitud y práctica” ó “La agonía del patriarcado” de comienzos de los años noventa hasta lo más reciente en “La raíz ignorada de los males de alma y del mundo”.
Las grandes interrogantes a partir de la propia experimentación que desafía con su obra, algo tienen que ver con el tránsito y cruce de la vocación mística y el cambio interior con la conciencia colectiva respecto de la urgencia del cambio social. “No hay conciencia que se gobierne para la inconsciencia”, una urgencia asociada al descubrimiento de la propia naturaleza del factor humano y la misma conciencia en camino a la libertad, buscando llegar, como decía Naranjo, “a la pepa del alma”.
Vale considerar en los orígenes de la obra y experiencia de Naranjo su calidad de discípulo del médico psicoanalista Fritz Perls, que, en desacuerdo con Freud, creó la Terapia Gestalt, como tercera vía después del cognitivismo y psicoanálisis.
En aquella búsqueda apuntaba Naranjo: “Ser responsable conlleva estar presente, estar aquí. Y estar verdaderamente presente es estar consciente. A su vez estar consciente es una condición incompatible con la ilusión de irresponsabilidad por medio de la cual evitamos vivir nuestras vidas”
No fue fácil el inicio de Naranjo con sus publicaciones. Tuvo que esperar largos años para el conocimiento de escritos notables de sus primeros años en California (USA), considerados demasiado “doctos” por editoriales para traducirlos al español. Ocurrió, por ejemplo, con “Carácter y Neurosis”. El prefacio de este libro fue escrito por su entonces maestro Frank Barron y su lectura resulta muy reveladora de la singular originalidad en las indagaciones de Naranjo. Eludiendo la tentación de algo que se asemeje a un elogio, escogemos un fragmento, entre las varias referencias que realiza Barron en el citado texto.
“Con su habitual forma misteriosa, el Dr. Naranjo tomó un avión para Bogotá y partió para la jungla. Una caminata de una semana le adentró hasta las orillas del río Putumayo, y desde allí una canoa de alquiler, excavada en un tronco y con un fuera-borda, y un guía, igualmente alquilado, consiguieron abrirle paso hasta los indios Kofan, llevando consigo pocas cosas a modo de regalo, salvo un frasquito de LSD que yo le había dado (y que a su vez me había regalado a mí Timothy Leary) antes de partir.
Sé que se hizo amigo del chamán jefe de entre ellos, y que pudo intercambiar parte de aquel producto de la tecnología química civilizada por un cajón repleto de banisteriopsis caapi. Digo que lo sé porque, entre otras cosas, un día llegó a mi oficina en Berkeley una caja bastante grande de porciones desecadas de esa planta, que rápidamente trasladé al Centro de Análisis Bioquímico de la universidad. Allí los químicos Tony Sargent y Alexander Schulgin llevaron a cabo los análisis químicos adecuados.
Más tarde, Sargent, Schulgin y Naranjo publicaron un artículo muy importante en la revista científica británica Nature (1969: 221, 537). Posteriormente, The Lancet (8 de marzo de 1969) había de saludarlo en su página editorial como un importante paso adelante en la comprensión de la bioquímica de la esquizofrenia. Luego de su estancia entre los indios colombianos, Claudio, llevando consigo todo un bagaje de experiencias en el cuerpo y en el alma, volvió a casa, a Santiago, donde hizo uso del yage en una serie de notables estudios (ahora publicados en Alucinógenos y Chamanismo de Harner) sobre los efectos de aquella substancia en sujetos blancos europeos. Digo notables, porque con ellos descubría que imágenes arquetípicas de flora y fauna exóticas, tales como plantas tropicales, jaguares y serpientes, bien conocidos por los indios pero totalmente desconocidos para los blancos, hacían también su aparición en las ensoñaciones alucinatorias de los sujetos de sus experiencias. Este procedimiento permanece en gran medida inexplorado desde entonces, pero pienso que ofrece una prometedora vía de investigación sobre el problema de la memoria ancestral y de las relaciones entre las experiencias de esta vida con potenciales latentes, no experimentados, de producción de imágenes arquetípicas (ver Frank Barron, «Towards an Ecology oF Consciousness», Inquiry, 15,95-113,1972). En el capítulo siguiente, ya que esto empieza a parecer más una novela que una introducción a un esfuerzo intelectual de la mayor seriedad, obra de un caracterólogo, psicólogo y psiquiatra de vanguardia, el Dr. Naranjo vuelve a Berkeley a continuar su trabajo. Saltaré, no obstante, por encima de algunos sucesos fascinantes para llegar directamente a lo que había de constituir el inicio del magno esfuerzo contenido en este libro. Un día Claudio se presentó en mi despacho anunciándome que iba a dejar Berkeley un poco antes de lo proyectado, porque había sentido una llamada(ello coincidía con la muerte accidental de su único hijo)…. algo así como una demanda espiritual… de ir a estudiar con un maestro Sufi que había aparecido en Chile y que estaba reuniendo gente interesada en recibir sus enseñanzas en la ciudad desértica de Arica Era para él, así me dijo, lo más importante en la vida en ese momento ir allá a aprender con el maestro sufi. Para entonces ya había yo aprendido a no sorprenderme, de modo que simplemente le pregunté si podía servirle de ayuda de algún modo.(……)”
Asumiendo el riesgo de estimular las críticas de quienes impugnan una mitología dogmática en torno a la obra y personaje de Claudio Naranjo, la que se puede confrontar con el real conocimiento de su magna creación, agregamos un conjunto de citas textuales del recién fallecido científico, seleccionadas por Jordi Gil Martín/Co- Director de Gestalt Salut Psicoterapia:
“La terapia gestalt no es un conjunto de técnicas sino la transmisión de una actitud, una forma de estar en la vida”.
“Cualquier libro puede describir una técnica, pero una actitud debe ser transmitida por una persona.”
“La terapia gestáltica se distingue más por lo que evita hacer que por lo que
hace. Sostiene que basta con estar conscientes; que para que se produzca un
cambio no se necesita nada más que presencia, estar consciente y
responsabilidad.”
“Ser responsable conlleva estar presente, estar aquí. Y estar verdaderamente
presente, es estar consciente. A su vez, estar consciente es una condición
incompatible con la ilusión de irresponsabilidad por medio de la cual evitamos
vivir nuestras vidas”.
“La responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Somos los actores responsables de cualquier cosa que hagamos. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla. Y percatarse de la verdad, nos cura de nuestras mentiras.”
«Se puede decir que todos los males que se tratan en la terapia comienzan con un problema amoroso; comienzan todos los problemas emocionales por una carencia amorosa en la vida de la persona.»
“Cuando aparece la sabiduría aparece también una mayor libertad; la vida se pone en orden y todo fluye como debe fluir”
«La educación sirve para mantener a la gente idiotizada y manipulable»
«El futuro es una carrera entre la educación y la catástrofe»
“Creo que el hundimiento es nuestra esperanza. Vamos en el barco patriarcal con nuestra parte instintiva eclipsada e implícitamente criminalizada. Parece obvio pensar que buscamos la felicidad pero lo hacemos por mal camino y tal vez nos engañemos y queramos otra cosa, quizás la comodidad. Hay muchas cosas a las que llamamos felicidad pero no tenemos ni la más mínima idea de lo que es la plenitud. El amor lo tenemos muy idealizado, pero no es una prioridad. No educamos para el amor. No se puede usar la palabra amor ni en el mundo académico, ni en el mundo burocrático, ni en los negocios. Está fuera del vocabulario. Se considera algo sentimental o un residuo de una religiosidad arcaica”
Pudiera pensarse que es la bondad la más humana de las manifestaciones del amor, pero no sería exacto. Aunque es humana la generalización mayor o menor de la benevolencia, en sus orígenes el amor-bondad está íntimamente unido al amor maternal, siendo una extensión natural de lo siente la madre por las crías, (y hablo de “crías” más bien que de hijos para aludir a algo no es propio solamente del hombre, sino de todos los mamíferos).
“Estamos desconectados de nuestro ser pues somos esclavos de trabajos alienantes que necesitamos para cubrir necesidades espurias y superfluas, cuando no para un enriquecimiento excesivo, en algunos casos obsceno. Para conectar con nuestra esencia se necesita tiempo, más calma, un ambiente más relajado, tomar conciencia de la existencia».
«El hombre busca las experiencias estéticas como un sustituto del experimentar el sentido de la vida. Se ha desconectado de su fe (entendida como la entrega a lo que venga) en las percepciones, en las intuiciones, en definitiva, en todo lo que alimenta las verdades no científicas, las que perduran en el tiempo más que las científicas”
El «deber», cuando es vivenciado como un debiera, es una instancia de responsabilidad desheredada. El «yo debo» ha tomado el lugar de «yo quiero».
Exigencias. La regla de oro es: expresar experiencias o vivencias (deseos o incomodidades) en lugar de vociferar imperativos (positivos o negativos).
BIENVENIDA LA CONVERSACIÓN QUE ABRIÓ CLAUDIO NARANJO