El poder de las leyes. Por Mario Valdivia V.

por La Nueva Mirada

Personas de persuasión racionalista dan por hecho que el mundo natural está presidido por todopoderosas “leyes naturales”. Me parece que es cosa de mirar para desengañarse. El mundo aprisionado de los experimentos quizás lo está; un universo de casos generales. En la naturaleza libre, en cambio, imperan las interacciones múltiples y contingentes de todo con todo; un universo de eventos singulares. El experimento es un espacio aislado que deja fuera todo menos una determinada clase de fenómenos, para lo cual segmenta, comprime, tortura y enjaula, hasta que consigue estabilizar la ley causal que busca, encerrada entre cuatro paredes.

Se me ocurre que pasa lo mismo con el “mundo humano. Un universo que consiste quizás más claramente aún de interacciones y relaciones múltiples; eventos contingentes que solo mediante segmentación, aislamiento unilateral, jaula y compresión, pueden hacerse presidir por leyes. Un orden jurídico, que al igual que las leyes causales naturales, se basa en controlar el futuro, y asignar responsabilidades y culpas en el pasado. Que encarna un espíritu de estabilización vengativa de la historia.

Quizá debido a este larvado conservadurismo con garrote, los viejos pensadores liberales y sus descendientes socialistas siempre desconfiaron del estado. Hoy, en cambio, posiblemente producto de una masiva educación simplona racionalista impera una esperanza desmadrada en lo estatal, en el orden legal. Parece que se creyera verdaderamente que es posible ordenar el mundo humano mediante leyes.         

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