Por Nelson Muñoz, Geólogo & Osvaldo Rosales, Economista
JAK cree que la necesidad de abandonar los combustibles fósiles es una “moda” y que Chile debería utilizar todas las fuentes de energía primaria, sin exclusiones, incluyendo el carbón, la energía nuclear y la construcción de nuevos embalses para la generación eléctrica. Una propuesta que deslinda en lo criminal.
La propuesta de José Antonio Kast (JAK) en Energía es una acumulación de inconexiones dispersas en distintas partes del programa, con planteamientos contradictorios que desconocen la Estrategia Nacional de Energía – de amplio consenso y que ha tenido continuidad en los últimos gobiernos – y la emergencia climática global, producto del uso de los combustibles fósiles.
JAK cree que la necesidad de abandonar los combustibles fósiles es una “moda” (pp.116) y que Chile debería utilizar todas las fuentes de energía primaria, sin exclusiones, incluyendo el carbón, la energía nuclear y la construcción de nuevos embalses para la generación eléctrica.
Como buen seguidor de Friedman y los Chicago Boys, JAK cree que el desarrollo energético debe ser determinado exclusivamente por la libre competencia, con un Estado reducido, enmarcado en una Economía Social de Mercado. JAK propone aplicar una política de Capitalismo Popular (pp.102) para privatizar las empresas del Estado, como ENAP y al mismo tiempo, plantea reconvertir las refinerías de petróleo hacia una industria petroquímica (pp.105).
Mientras el mundo acuerda abandonar el uso de los combustibles fósiles, JAK propone ampliar el uso del petróleo en Chile creando una industria que emite millones de sustancias tóxicas al aire en áreas como Concón y Hualpén, zonas declaradas como saturadas por material particulado fino respirable. Lo que propone JAK es aumentar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes. Esta propuesta deslinda en lo criminal. Es simplemente absurda.
En un párrafo propone privatizar las empresas del Estado; en otro, ampliar su modelo de negocios, sin siquiera reconocer el rol estratégico que cumple actualmente la ENAP. Esta empresa da empleo a 11.500 personas, aproximadamente; produce el 95% de la gasolina vehicular, el 98% del petróleo combustible, 51% del diésel, 61% del kerosene y 16% del gas licuado. Esto sólo lo puede hacer una empresa del Estado porque la empresa privada no podría gestionar la volatilidad del mercado del petróleo, ya que traspasaría todos los costos de esa volatilidad a las familias, afectando severamente a las más vulnerables.
La propuesta de JAK implicaría aumentar la deuda financiera estructural que acarrea ENAP, que hoy llega a más de 4.000 millones de dólares y dejar que el mercado determine la seguridad de abastecimiento y los precios de los combustibles. Esta locura no ocurre en ningún país del mundo.
El listado del absurdo es largo: i) en un párrafo propone que las mismas refinerías que se reconvertirán en petroquímicas, ahora se reconvertirían hacia la producción de hidrógeno y amoníaco y las instalaciones no convertibles deberían ser desmanteladas (pp.120). Esto no tiene ni pies ni cabeza; ii) mientras en un párrafo propone el desarrollo de una industria petroquímica, lo que supone aumentar el consumo de petróleo, en otro propone reducir la dependencia del petróleo crudo, reemplazándolo por gas natural e hidrógeno obtenido de hidrocarburos (pp.117); iii) JAK promueve todas las tecnologías, sin subsidios ni beneficios (p.118). Esto significaría que la región de Magallanes deberá pagar el doble por el gas natural. Esto es así pues ENAP recibe del Estado un subsidio del orden de 90 millones de dólares al año, en beneficio directo de las familias de Magallanes.
Para JAK, la descarbonización de la matriz eléctrica sería sustentada en base a “supuestas razones climáticas” (pp.119), compartiendo la ignorancia de Trump y Bolsonaro. JAK cree que no hay razón para la salida anticipada de las plantas de generación a carbón ni para impedir la entrada de nuevas plantas termoeléctricas, en tanto utilicen carbón de alta calidad y la mejor tecnología disponible. Esto es un desconocimiento de la realidad y de los avances de la ciencia. JAK sólo agravará la actual emergencia climática.
La falta de comprensión de la realidad llega a niveles sorprendentes. JAK propone aumentar la generación hidroeléctrica y el uso de la energía nuclear por ser ambas “recursos perdurables” (pp.118). Al no reconocer la emergencia climática ni la crisis hídrica que vivimos, para JAK todas las tecnologías de generación eléctrica son igual de convenientes. Al desconocer el riesgo geológico en el país, por estar ubicado en una de las zonas sísmicas y volcánicas más activas del mundo, proponer la instalación de plantas de energía nuclear es simplemente una locura.