Se especula que Donald Trump perdió la elección por el efecto de la pandemia que ha generado una grave crisis sanitaria en EE.UU. (uno de los países más duramente afectado por el coronavirus en el mundo) con severos efectos económicos y un desolador impacto social.
Tal cual sucede en el resto del mundo y también en nuestra región. Sin lugar a dudas no es el mejor escenario para enfrentar una elección. Más aún si estando en el gobierno has minimizado la gravedad de la pandemia, sin reacción oportunamente con medidas esenciales y suficientes de prevención. Desatendiendo la protección social durante la emergencia y privilegiando la economía sobre la salud pública. Todas aquellas cosas que Trump hizo o dejo de hacer.
En el caso de Trump hay muchas facturas pendientes, pero, con toda seguridad, su lamentable manejo de la crisis sanitaria es la más abultada.
Las elecciones ofrecen la oportunidad a los ciudadanos para castigar a los malos gobernantes. En el caso de Trump hay muchas facturas pendientes, pero, con toda seguridad, su lamentable manejo de la crisis sanitaria es la más abultada.
Lejos de la excepción, América latina vive una crisis sanitaria, económica y social de proporciones, que acentuará severamente sus niveles de desempleo, pobreza y extrema pobreza, ya de por sí muy altos. A ello se suma una crisis política que alcanza a la mayoría de los países de la región, agudizada por la corrupción y malas prácticas con la consecuencia de un extendido malestar ciudadano ante las desigualdades y los abusos.
¿Como influirá este escenario de crisis en las elecciones que tendrán lugar este año 2021 en la región? Las elecciones a mitad de mandato en México y Argentina, que medirán el respaldo de AMLO y Alberto Fernández. O las contiendas ecuatorianas programadas para el próximo mes de febrero, las elecciones generales en Perú programadas para abril, ¿las elecciones en Chile, Honduras o Nicaragua?
Cualquier pronóstico es difícil, pero pareciera evidente que sus resultados no favorecerán a los actuales gobernantes, con probables excepciones, como podría ocurrir en Chile – pese a los desastrosos resultados de la actual administración – si no se supera la dispersión y fragmentación opositora.
Ecuador: la vuelta del correísmo
Pese a que los múltiples procesos judiciales que enfrenta por acusaciones de presunta corrupción le han imposibilitado al expresidente Rafael Correa ser candidato, como él pretendía, su imagen y legado juegan un rol protagónico en las elecciones generales del próximo mes de febrero en Ecuador.
Como otros gobernantes latinoamericanos, Rafael Correa intentó una reforma constitucional que le permitiera presentarse a una tercera reelección. Al fracasar la maniobra, decidió apoyar a su vicepresidente, Lenin Moreno, como su sucesor. Una persona dialogante, bastante menos confrontacional, que se suponía que mantendría el legado de la llamada revolución ciudadana que Correa había impulsado.
Grave error. Moreno no tan solo se encargó de desmantelar buena parte del legado de Correa sino también impulsó las acusaciones por actos de corrupción en contra del exmandatario, que al abandonar el gobierno se refugió en Bélgica, siempre pensando en volver, en gloria y majestad.
Moreno no tan solo se encargó de desmantelar buena parte del legado de Correa sino también impulsó las acusaciones por actos de corrupción en contra del exmandatario, que al abandonar el gobierno se refugió en Bélgica, siempre pensando en volver, en gloria y majestad.
Y está a punto de lograrlo. Probablemente no en la forma como lo imaginó (aún debe responder ante la justicia por acusaciones en su contra) y no necesariamente en roles protagónicos, pero el posible triunfo de Andrés Arauz representa la reivindicación de su legado y el regreso de su movimiento al poder.
Andrés Arauz, un economista. estrechamente vinculado a Correa, encabeza las encuestas a menos de un mes de las elecciones con un 45 % de las preferencias, seguido por el empresario Guillermo Lasso (que ya había enfrentado a Lenin Moreno en las pasadas elecciones) con un 32 %. Todo indica que Arauz puede ganar en primera vuelta, para lo cual necesita superar el umbral del 40 % de la votación y superar a su principal contendor por más de 10 puntos.
En caso de ganar, Arauz deberá enfrentar una crisis sanitaria que ya registra más de 225mil contagiados y 15mil muertes con un colapso de sus servicios sanitarios, la crisis económica, con caída próxima al 8 %, y un efecto social marcado por un fuerte incremento de la pobreza y tasas de desempleo que superan el 10 %.
Elecciones en Perú. En medio de una crisis galopante
Mas de una veintena de candidatos y candidatas presidenciales intentaron formalizar su postulación a la presidencia, pero el Tribunal Electoral ha legalizado tan solo doce. Un número más que considerable evidenciando la crisis política que vive el país.
La reciente encuesta dada a conocer por IPSOS muestra que el 47 % de los peruanos y peruanas no se identifican con ninguno de estos candidatos que hoy compiten por la presidencia y que los índices de rechazo superan largamente los índices de apoyo que hoy muestran los postulantes.
La reciente encuesta dada a conocer por IPSOS muestra que el 47 % de los peruanos y peruanas no se identifican con ninguno de estos candidatos que hoy compiten por la presidencia y que los índices de rechazo superan largamente los índices de apoyo que hoy muestran los postulantes.
El exfutbolista y alcalde de la Victoria, George Forsyth, encabeza las encuestas con un modesto 17 %, seguido a distancia por Keiko Fujimori quién, pese a sus problemas judiciales, intenta una tercera postulación, con un 8 %. Veronika Mendoza, la candidata de izquierda que arribara en un tercer lugar en la elección anterior, registra un 7 %, al igual que Julio Guzmán, seguidos muy de cerca por el ex militar Daniel Urresti y Yonhy Lascano, con un 5 % cada uno.
Los niveles de rechazo los encabeza el exmandatario Ollanta Humala con un 77 %, seguido por Keiko Fujimori con un 71 %, Cesar Acuna con un 62 % y Julio Guzmán con un 52 %. George Forsyth tiene niveles de rechazo en torno al 40 %.
Es muy difícil, por no decir imposible, hacer un pronóstico basándose en los guarismos que entregan estas encuestas. Es cierto que estas cifras pueden variar y seguramente variarán en los pocos meses que restan de campaña, pero resulta más que evidente que existe una profunda brecha entre la ciudadanía y el atomizado sistema político.
Cinco mandatarios se han rotado durante el mandato presidencial que expira. El congreso fue disuelto una vez y los actuales congresistas expiran su corto mandato junto al del presidente interino, Francisco Sagasti, que reemplazó a Martin Vizcarra cuando no logró concretar su postulación al congreso como era su intención.
Al igual que el resto de la región, Perú vive una grave crisis sanitaria, económica y social. También una crisis política por temas de corrupción y malas prácticas que ha terminado por quebrar la confianza de la ciudadanía en sus elites políticas.
George Forsyth debe su modesta popularidad más a su pasado como futbolista (arquero) que por trayectoria política. Identificado como conservador, el exfutbolista y ex alcalde de una pequeña comuna de la capital, encabeza hasta ahora las encuestas y probablemente debería competir con la desacreditada Keiko Fujimori en una eventual segunda vuelta, forzando a los ciudadanos y ciudadanas a una muy compleja decisión de elegir entre el menor de los males, antes que al mejor candidato o candidata.
forzando a los ciudadanos y ciudadanas a una muy compleja decisión de elegir entre el menor de los males, antes que al mejor candidato o candidata.
Así, lejos de resolver la crisis que hoy enfrenta el país, las elecciones del próximo mes de abril puede contribuir a agravarla. Sobre todo, si, como es previsible, el próximo mandatario (a) no cuenta con una clara mayoría parlamentaria, como no la tuvo Kuczynski, Vizcarra o el propio Sagasti, con la posibilidad cierta de mantener el conflicto permanente entre el gobierno y el Congreso.
Así, lejos de resolver la crisis que hoy enfrenta el país, las elecciones del próximo mes de abril puede contribuir a agravarla.
Mucho se ha hablado de la necesidad de una nueva Constitución. Martin Vizcarra algo avanzó con sus propuestas de reformas, del todo insuficientes, y el presidente Sagasti le endosó la tarea al próximo gobierno. Es difícil imaginar que, haciendo lo mismo, Perú supere una crisis que se arrastra de lejos y amenaza con ser recurrente.