“La gente olió el hedor de la intolerancia, proselitismo y la cancelación” afirmó el periodista Matías del Río, a quien la derecha intenta convertirlo en niño símbolo de la libertad de expresión, con su retorno triunfal a Estado Nacional, luego que el canal público decidiera retirarlo para “protegerlo” (nadie sabe muy bien de quién o de qué).
Pero, en verdad, lo que la mayoría de la gente huele mal es la relación de TVN con el pluralismo. No es el único caso desde que dejara de ser gubernamental para convertirse en un canal público. Y no son pocos quienes sostienen que se requiere de una profunda renovación de su institucionalidad, funcionamiento y financiamiento, para que pueda cumplir adecuadamente su misión
Nadie, y menos Nivia Palma, integrante del directorio del canal, ha solicitado la salida de Matías del Río. Fue una mala decisión de las autoridades del canal – como el chiste del sofá de Don Otto – que han buscado enmendar con su retorno.
El periodista tiene todo el derecho de tener un punto de vista y expresarlo en su forma de interrogar a sus entrevistados. Por más que sus preguntas, a menudo sean más largas que las respuestas, y la mayoría de las veces tengan un claro sesgo político. Otra cosa muy distinta es que pueda ser objeto, al igual que todos los medios y personajes públicos, de la crítica.
Todo lo que la integrante del directorio de TVN afirmó es que no comprendía ni compartía, la decisión del departamento de prensa de invitar a cuatro representantes del rechazo y dos del apruebo. Y eso no puede ser calificado de intolerancia, ni menos de intento de cancelación.
Resulta incomprensible que sectores de derecha hoy demanden la salida de Nivia Palma del directorio de TVN por defender el pluralismo. Es como el ladrón detrás del juez. Estos sectores, que defendieron el cierre de los medios, el control militar de los canales de televisión y la censura previa durante el régimen militar no tienen las mejores credenciales para salir en defensa de la libertad de expresión, que no está en juego en este caso. Lo que verdaderamente se debate es el tema del pluralismo informativo.
Ningún ejecutivo del canal público, incluyendo a los periodistas del programa en cuestión, ha logrado explicar por qué, en un momento álgido de la campaña por el apruebo o el rechazo del plebiscito ratificatorio de la propuesta de nueva constitución, se decide invitar a 4 representantes del rechazo (entre ellos a la diputada disidente de la DC) y dos del apruebo.
Televisión Nacional es un canal público, que pertenece a todos los chilenos y uno de sus deberes primordiales es garantizar el pluralismo informativo y la expresión de la diversidad social, política y cultural. Y ello cobra particular vigencia en periodos de elecciones y en el caso del plebiscito del próximo 4 de septiembre, en donde el país debe asumir trascendentes decisiones que marcarán su futuro.
La inmensa mayoría de los medios masivos de comunicación pertenecen a grandes grupos económicos, nacionales o extranjeros, y legítimamente, defienden sus intereses y línea editorial. Es una ilusión pensar que se vean obligados a practicar el pluralismo en su interior, buscando la credibilidad de sus audiencias o lectores, como alguna vez insinuara Eugenio Tironi, en su cargo de director de comunicaciones del gobierno de Patricio Aylwin.
Le corresponde al canal público la ardua tarea de intentar equilibrar, hasta donde sea posible, un debate plural. Y ese y no otro es el verdadero meollo del problema, que algunos pretenden escamotear levantando las banderas de le libertad de expresión.
TVN le debe una explicación al país.