Estados Unidos. Una democracia estructuralmente dañada. Por Augusto Varas

por La Nueva Mirada

A propósito de la insurrección y toma del Congreso de los Estados Unidos por una turba ultraderechista, The Economist afirmaba que “la época de la ingenuidad murió el 6 de enero” (January 16th, 2021). En realidad, lo que esta crisis sepultó fue la indolencia del mundo político que no consideró las alertas enviadas por académicos y analistas señalando las crecientes fallas estructurales en la democracia estadounidense.

Así se puede explicar que el 75% de los electores de Donald Trump crean que les fue robada la elección gracias a un fraude que benefició a Joe Biden y que el 45% de republicanos apruebe el asalto al Congreso.

Los estudios de Graham y Svolik comprobaron la contradicción entre los ideales y la práctica política de los ciudadanos mostrando que  existía “una devoción compartida por los ideales democráticos como parte fundamental de la identidad nacional del país”, pero detectaron que “solo una pequeña fracción de los estadounidenses priorizan los principios democráticos en sus opciones electorales cuando hacerlo va en contra de su identificación partidista o sus políticas favoritas […] El votante estadounidense no es un caso atípico: la democracia estadounidense puede ser tan vulnerable a las consecuencias perniciosas de la polarización como lo son los electorados en el resto del mundo” (Graham & Svolik, 2020; 392–409). Así se puede explicar que el 75% de los electores de Donald Trump crean que les fue robada la elección gracias a un fraude que benefició a Joe Biden[1] y que el 45% de republicanos apruebe el asalto al Congreso[2].

Esta realidad tiene antecedentes institucionales y políticos.

Distribución asimétrica del poder

En materia institucional la democracia estadounidense ha distribuido inequitativamente el poder favoreciendo por años a los republicanos. De acuerdo a Steven Lewitsky & Daniel Ziblatt, las instituciones políticas están “diseñadas para favorecer a zonas rurales y territorios escasamente poblados […] los republicanos se han convertido en un partido rural de territorios escasamente poblados […] ahora tienen una ventaja, un beneficio, un sesgo en el Colegio Electoral y en el Senado. Y como el Senado aprueba a los magistrados de la Corte Suprema, esa ventaja también impacta en la máxima corte […] el Partido Republicano se beneficia de este sistema y por eso nunca apoyará eliminar el Colegio Electoral” (Lewitsky & Ziblatt, 2020).

A pesar de la baja tendencial del apoyo popular republicano en las últimas décadas el sistema electoral les había permitido mantener el control del Senado o la Cámara de Representates o ambas a la vez. Según Demon Linker, “desde 1988, solo una vez el candidato republicano en una contienda presidencial ganó la mayoría del voto popular, en 2004 con el 50,7%, el partido ha priorizado generar un intenso apoyo entre los miembros de su propio partido, dividir a la oposición y prevalecer mediante un resultado contra mayoritario en el Colegio Electoral, mas que ganar la presidencia recibiendo la mayor cantidad de votos” (Linker, 2020).

Radicalización Republicana

Desde esta posición de fuerza los republicanos han ido radicalizando sus posiciones. Si bien la radicalidad de sus partidarios no era nueva (Garnier, 2021) los negativos efectos de la globalización económica sobre una parte importante de sus bases sociales (Aguirre, 2020; cap.2) llevó al Partido Republicano a desplegar una cerrada oposición al presidente Obama (2009-2017). Skocpol & Jacobs constataron que republicanos y conservadores habían tendido a desconocer “la legitimidad de una presidencia demócrata o de iniciativas gubernamentales demócratas”.

De hecho, las iniciativas de Obama fueron calificadas por estos sectores como “socialistas” -seguro de salud universal, impuesto a los más ricos, apoyo financiero a estudiantes pobres, protección del medio ambiente, creación de empleos, entre otras políticas públicas- y desataron la total oposición desde el inicio de su administración, la que fue profundizada con la aparición de la ultra derechista organización del Tea Party (2009). Los “republicanos estaban decididos a no llegar a acuerdos sobre políticas en beneficio del interés nacional” (Skocpol & Jacobs, 2012;2,24), ya que, como lo señala Joseph Stiglitz, entendieron que “sólo podían representar los intereses de las élites empresariales apelando a medidas antidemocráticas (como la exclusión de votantes y el trazado arbitrario de distritos electorales) y aliándose con fuerzas antidemocráticas, entre ellas el fundamentalismo religioso, el ‘supremacismo’ blanco y el populismo nacionalista” (Stiglitz, 2021).

El rol de las fundaciones privadas y empresas

La radicalidad de la movilización republicana se expandió a diversos ámbitos, proceso en el cual tuvieron gran importancia las fundaciones privadas conservadoras, las que se posicionaron estratégicamente invirtiendo fuertemente en la confrontación de ideas, coordinando acciones públicas, creando grupos de lobby y organizando campañas publicitarias. A diferencia de las fundaciones progresistas, focalizaron sus acciones en áreas específicas, particularmente en la desregulación del funcionamiento de las empresas, la reducción de los impuestos corporativos y el debilitamiento de leyes laborales, entre otros temas (Callaham, 1999;21-23).

Un rol destacado en este campo lo ha tenido la familia más rica de los EE.UU[3], Charles y David Koch, cabezas de Koch Industries[4]. A través de siete fundaciones financian un conjunto de think tanks y fundaciones dedicadas a la ultra liberalización de la economía, una amplia desregulación y el fortalecimiento de valores conservadores a través de instituciones como Cato Institute, Citizens for a Sound Economy, Heritage Foundation, Americans for Prosperity[5], Freedom Works, Tea Party, National Center for Policy Analysis, Reason Foundation, Competitive Enterprise Institute, American Legislative, Exchange Council y Competitive Enterprise Institute, entre otras (Schoultz, 2018;163).

Un rol destacado en este campo lo ha tenido la familia más rica de los EE.UU, Charles y David Koch, cabezas de Koch Industries. A través de siete fundaciones financian un conjunto de think tanks y fundaciones dedicadas a la ultra liberalización de la economía, una amplia desregulación y el fortalecimiento de valores conservadores

En la campaña para desconocer el triunfo de Biden, a los hermanos Koch se sumó la Asociación Nacional de Corredores, la más grande asociación comercial que millonariamente ha apoyado a los políticos de derecha, como el grupo de representantes agrupados en el “House Freedom Caucus”, así como a numerosos Comités de Acción Política (grupos ciudadanos) que han apoyado a esos congresistas. Entre las corporaciones que han donado a estos legisladores se cuentan firmas como AT&T, Boeing, Comcast, Cox Enterprises, Northrop Grumman, Raytheon, Amazon, Google, Intel, Alabama Power, FirstEnergy, Pinnacle West Capital, and Southern Company, AFLAC, Blue Cross/Blue Shield, Capital One, Goldman Sachs, y Truist Financial (Kotch, 2020).

En la campaña para desconocer el triunfo de Biden, a los hermanos Koch se sumó la Asociación Nacional de Corredores, la más grande asociación comercial que millonariamente ha apoyado a los políticos de derecha, como el grupo de representantes agrupados en el “House Freedom Caucus”, así como a numerosos Comités de Acción Política (grupos ciudadanos) que han apoyado a esos congresistas.

Golpeando las puertas del Pentágono

La radicalización conservadora no se limitó al Congreso y la Corte Suprema, también comenzó a golpear la puerta de los cuarteles en la medida que muchos de los uniformados tienen familiares de los grupos afectados por la globalización que adhieren a Trump. De hecho, durante la insurrección se observó la participación de ex combatientes de las FF.AA. -Fuerza Aérea, Ejército, Infantes de Marina, Armada- en tenida de combate, chalecos antibalas, botas y cascos Kevlar[6].

La radicalización conservadora no se limitó al Congreso y la Corte Suprema, también comenzó a golpear la puerta de los cuarteles en la medida que muchos de los uniformados tienen familiares de los grupos afectados por la globalización que adhieren a Trump.

Por estas razones, el 3 de enero diez ex secretarios de Defensa de diferentes orientaciones políticas advirtieron a los “militares que dirijan o lleven a cabo acciones [insurgentes] serán fiscalizados, incluyendo la posibilidad de enfrentar cargos criminales, por las graves consecuencias de sus acciones sobre nuestra república”[7]. Y para evitar actos de insubordinación y mantener la cohesión institucional los jefes del Estado Mayor Conjunto firmaron una declaración condenando la toma del Congreso y otros actos similares como inconstitucionales y advirtieron a sus miembros no involucrarse en actos semejantes en el futuro. Por su parte, el órgano de supervisión interna del Pentágono anunció una investigación para evaluar si los mandos estaban haciendo los esfuerzos necesarios para eliminar ideologías extremistas y supremacistas entre el personal en servicio activo[8]. De hecho, todo personal militar y de la Guardia Nacional que custodia el Congreso ha sido investigado y evaluado ya que, de acuerdo al senador Richard Blumenthal (D-Connecticut), “la ideología extremista supremacista blanca entre los mandos militares no es nueva” (Glenn, 2021). Este peligro ya lo vivió Alemania cuando tuvo que disolver una unidad militar de fuerzas especiales por sus vínculos con la extrema derecha[9].

En suma, para los republicanos radicalizados la relación asimétrica entre votantes y control del colegio electoral se habría superado en noviembre pasado al obtener Donald Trump 74 millones de votos -11 millones más que en su elección anterior- convirtiéndose en el “hombre del destino”, la salvación electoral para ese mundo derechista conservador. El perder la elección en las urnas y en el colegio electoral fue un severo golpe a la radicalidad republicana, lo que no estuvo dispuesta a aceptar.

Los desafíos de Biden

En este contexto de polarización radicalizada el mayor desafío del presidente Biden será introducir importantes reformas contando con frágiles mayorías parlamentarias. Si bien los demócratas ganaron el Senado y la Cámara de Representantes, la diferencia en el primero es mínima y en el segundo redujeron su mayoría.

De acuerdo al programa de gobierno, su administración tiene 40 prioridades. En términos generales, a nivel nacional se ha propuesto reconciliar el país, el que está profundamente dividido. En lo inmediato deberá enfrentar la pandemia del COVID19 y combatir el negacionismo y los grupos anti vacuna. En lo económico pondrá en marcha un multimillonario programa de reactivación, ayuda a los desempleados y protección del medio ambiente. Políticamente tendrá que mantener unida su amplia y diversa coalición que incluye tanto a ex republicanos como a seguidores de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez quienes demandarán políticas más progresistas.

En lo inmediato deberá enfrentar la pandemia del COVID19 y combatir el negacionismo y los grupos anti vacuna. En lo económico pondrá en marcha un multimillonario programa de reactivación, ayuda a los desempleados y protección del medio ambiente.

Institucionalmente, los demócratas podrían modificar el desbalance institucional que los perjudica. En 2019 avanzaron una agenda de reforma democrática (HR-1 y HR-4) que fue aprobada en la cámara baja, pero rechazada en el senado, y la que ahora podría aprobarse modificando el desbalance entre votantes y electores estatales, y limitando la infuencia del financiamiento privado de campañas. También está en la mesa la propuesta del “National Popular Vote Interstate Compact” que garantizaría la Presidencia al candidato que reciba la mayoría de los votos populares en los 50 estados y el Distrito de Columbia

ahora podría aprobarse modificando el desbalance entre votantes y electores estatales, y limitando la infuencia del financiamiento privado de campañas. También está en la mesa la propuesta del “National Popular Vote Interstate Compact” que garantizaría la Presidencia al candidato que reciba la mayoría de los votos populares en los 50 estados y el Distrito de Columbia

A nivel internacional Biden se ha propuesto, entre otras prioridades, reposicionar a EE.UU. en el mundo a partir de un sistema de alianzas que supere el aislacionismo republicano e intentar mostrar que controlando al capitalisno financiero puede tener mejores resultados económicos y sociales que el capitalismo de estado. Se ha propuesto superar la arrogancia y restablecer la diplomacia en las relaciones de competencia con China; volver a las instancas multilaterales abandonadas (OMS, UNICEF, Acuerdo Climático París) y fortalecer la OTAN. No es posible descartar el uso de la fuerza en determinadas crisis internacionales ya que su secretario de Estado, Anthony Blinken, ha sido partidario de su uso en conflictos como los de Irak, Libia, Siria, y ha apoyado las acciones de Arabia Saudita en Yemen. Por otra parte, en su reciente audiencia de confirmación en el Senado dio algunas pistas de su postura al afirmar que Jerusalén es la capital de Israel y se comprometió a mantener la embajada estadounidense en esa ciudad.  

Se ha propuesto superar la arrogancia y restablecer la diplomacia en las relaciones de competencia con China; volver a las instancas multilaterales abandonadas (OMS, UNICEF, Acuerdo Climático París) y fortalecer la OTAN.

En América Latina el énfasis estará puesto en la migración, reanudación del programa  “Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA)”, y el progama de unificación de hijos separados de sus padres en la frontera, entre otros. Ya ha anunciado un paquete de ayuda de $4 billones de dólares al “triangulo norte” de Centro América para implementar medidas económicas y sociales que inhiban la migración a los EE.UU. y se respeten los derechos humanos. En todo caso, quizás es conveniente recordar las palabras del presidente del Diálogo Intermericano, Michael Shisfter, cuando en 2009 se le preguntó por el recientemente electo Barak Obama: “Si el mundo está esperando un presidente de izquierda, va a estar absolutamente desilusionado”, fue su respuesta.

Ya ha anunciado un paquete de ayuda de $4 billones de dólares al “triangulo norte” de Centro América para implementar medidas económicas y sociales que inhiban la migración a los EE.UU. y se respeten los derechos humanos.

Relaciones militares interamericanas

En el plano de las relaciones militares hemisféricas y para darle coherencia a la política de desideologización de las instituciones castrenses de los EE.UU., destacada por los ex secretarios de Defensa y los jefes del Estado Mayor Conjunto, la administración Biden haría bien en revisar las relaciones militares con sus contrapartes en América Latina.

Para el Departamento de Defensa de los EE.UU. la lucha contra el crimen organizado involucra a los militares. De acuerdo al comandante del U.S. Southern Command, Almirante Craig S. Faller, refiriéndose a Rusia, China y Cuba, y confundiendo temas civiles y castrenses, señaló que:

“la corrupción es una preocupación de seguridad nacional en este hemisferio, y estas grandes potencias se aprovechan de eso […] Cuando no se adhiere al estado de derecho, utiliza la corrupción como una herramienta ventajosa para sus objetivos autocráticos […] Contrarrestar la influencia maligna en América del Sur implica asociaciones sólidas en la región [..] las democracias son frágiles y deben ser protegidas de los intrusos”[10].

Según el almirante Faller, el “promover la democracia y contrarrestar las ideologías radicales”, son “valores e intereses compartidos, la base de nuestras relaciones entre militares.” (mis italicas)[11].

Más allá de si los militares estadounidenses tienen la solvencia apropiada como para promover esos valores y desempeñar tales roles, los actuales contenidos en sus programas de intercambio deben eliminar esos sesgos políticos e ideológicos, restringiéndose a lo estrictamente profesional, tal como lo han exigido a sus propios uniformados.

Más allá de si los militares estadounidenses tienen la solvencia apropiada como para promover esos valores y desempeñar tales roles, los actuales contenidos en sus programas de intercambio deben eliminar esos sesgos políticos e ideológicos, restringiéndose a lo estrictamente profesional, tal como lo han exigido a sus propios uniformados.

Darle coherencia a su política doméstica y de defensa y fuerzas armadas en el exterior sería un pequeño pero gran paso en las relaciones hemisféricas, coadyuvando así en la recomposición de la democracia estadounidense estructuralmente dañada.

Referencias

Aguirre, Mariano (2017), Salto al vacío. Crisis y declive de Estados Unidos. Barcelona, ICARIA Editorial.

David Callaham (1999), “$1 Billion for Conservative Ideas”, The Nation, April 26.

Garnier, Leonardo (2021), “Ni empezó con Trump, ni terminará con Trump “, Página Abierta, January 14. https://www.paginaabierta.net/blog/ni-empezo-con-trump-ni-terminara-con-trump

Glenn, Mike (2021), “Military battling a hidden enemy: White supremacy”. The Washington Times. Thursday, January 14.

Graham, Matthew H. & Milan W. Svolik (2020), “Democracy in America? Partisanship, Polarization, and the Robustness of Support for Democracy in the United States”. American Political Science Review, 114, 2.

Kotch, Alex (2020), “Koch Industries Is Top Corporate Donor to Reps Who Will Try to Overturn Democracy”, Center for Media and Democracy, December 29th.

Lewitsky, Steven & Daniel Ziblatt (2020), “End Minority Rule”. The New York Times, October 23d.

Linker, Damon (2020), “Why Obama still drives Republicans nuts”. The Week, August 4th, https://theweek.com/articles/928989/why-obama-still-drives-republicans-nuts

Skocpol, T., & Jacobs, L. (2012), “Accomplished and Embattled: Understanding Obama’s Presidency”. Political Science Quarterly, 127(1), 1-24. Retrieved January 16, 2021, from http://www.jstor.org/stable/41502505

Schoultz, Davis (2018), Money in American Politics: An Encyclopedia. California, ABC-CLIO.

Stiglitz, Joseph E. (2021),  “¿Hacia dónde va Estados Unidos?” Project Syndicate, January 12.  https://www.project-syndicate.org/commentary/trump-capitol-insurrection-revealed-america-s-challenges-by-joseph-e-stiglitz-2021-01/spanish


[1] https://www.vox.com/2020/11/18/21573145/poll-trump-election-fraud-allegations-republican-voters

[2] https://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-election-2020/republicans-congress-capitol-support-trump-b1783807.html

[3] https://www.forbes.com/companies/koch-industries/?sh=286f1c7874ce

[4] Corporación  multinacional con inversiones en refinerías, químicas, bio combustibles, forestales, productos de consumo, fertilizantes, polímeros y fibras, equipos y tecnología de control de contaminación, electrónica, sistemas de información, comercio de commodities, minerales, energía, vidrio, campos e inversiones.

[5] Su actual CEO, Emily Seidel, fue directora de proyectos especiales de Koch Companies Public Sector.

[6] https://www.washingtonpost.com/national-security/military-veterans-capitol-riots-protests/2021/01/15/7774da50-5763-11eb-a817-e5e7f8a406d6_story.html

[7] https://www.npr.org/2021/01/04/953119935/in-op-ed-10-ex-defense-secretaries-say-military-has-no-role-in-election-dispute

[8] https://www.cnbc.com/2021/01/14/pentagon-probing-extremism-in-us-military-after-capitol-riot.html

[9] https://elpais.com/internacional/2020-06-30/alemania-disolvera-una-unidad-militar-de-fuerzas-especiales-por-sus-vinculos-con-la-extrema-derecha.html

[10] https://www.southcom.mil/MEDIA/NEWS-ARTICLES/Article/1859612/southcom-chief-outlines-keys-for-success-in-south-america/

[11] Ibid.

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