“Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre directa y peón ladino
Sobre lo negro y blanco del camino
Buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.”
Jorge Luis Borges. Ajedrez, 1960
Si algunos tenían dudas de la factibilidad sanitaria para realizar el plebiscito del 25 de octubre, el progresivo levantamiento de restricciones a lo largo del país y la misma decisión del gobierno de permitir campañas en áreas aún con cuarentena, hacen inviable su postergación, aún si hay cierto repunte en los contagios de Covid-19.
Los esfuerzos del gremialismo por impedir el plebiscito amparándose en la pandemia; deslegitimarlo en base a la violencia desatada en octubre de 2019; o proponer, como lo hizo Longueira, ir directamente a la redacción de una nueva Constitución son hitos ya superados por los acontecimientos. Al margen de ello, la resistencia de la UDI y otros sectores de derecha frente al proceso constituyente mostró que el acuerdo alcanzado hace casi un año (15/11) fue una salida táctica para el gobierno y su base de partidos, de ahí que hoy se jueguen prácticamente en bloque por el rechazo y apelen a los miedos y pulsiones del electorado indeciso.
de ahí que hoy se jueguen prácticamente en bloque por el rechazo y apelen a los miedos y pulsiones del electorado indeciso.
Después de largos meses de perplejidad en la derecha y demasiada complacencia en las oposiciones, el juego ya está dispuesto pese a todos los obstáculos. Más allá del resultado, al igual que la campaña del Sí y el No, las definiciones de los actores políticos marcarán sus credenciales democráticas de aquí en adelante y es en esto donde se pone interesante el tema. A pesar de la trivialidad que le imprime a la política la omnipresencia de Lavín en diversos matinales y medios de comunicación, el alcalde de Las Condes toca una clave distinta en la campaña por el Apruebo. En un tono más elevado, Lavín no solo cruza la frontera de su sector, sino que parte su propaganda probándose un traje de sastre y usando una doble analogía: la actual constitución es un traje que ya no nos queda, es necesario uno a la medida del Chile actual y él, implícitamente, es un presidenciable que se viste acorde los tiempos y su propósito de llegar a La Moneda…el mensaje apunta a la inclusión, a la justicia y a las oportunidades.
A pesar de la trivialidad que le imprime a la política la omnipresencia de Lavín en diversos matinales y medios de comunicación, el alcalde de Las Condes toca una clave distinta en la campaña por el Apruebo.
El tema admite varias interpretaciones. Lo primero es que el sobreexpuesto alcalde ve el proceso constitucional en clave presidencial, una oportunidad para instalarse como opción no cautiva de su sector político, donde aparentemente ahora le ganaría Evelyn Matthei. Esa lectura solo rinde porque rompe el esquema, es decir, es a costa de una parte de su base natural de apoyo y por eso no es replicable con el mismo impacto desde la vereda de las oposiciones. Un punto asociado a lo anterior es que en alguna oportunidad Lavín ha dicho que el próximo gobierno sería de transición, dándole un carácter refundacional tanto a la nueva Constitución como al mandato que la sancione. En la performance entonces hay una lectura táctica que busca ampliar su base electoral y una visión estratégica respecto del sentido de un próximo gobierno.
El segundo aspecto es la voluntad de Lavín de interpretar el plebiscito más allá de la presión de la violencia que denunció la UDI en su momento. En este caso el juego es totalmente distinto, poniendo el foco en las demandas ciudadanas en forma genérica y positiva lo que, de algún modo, reinstala un Lavín etéreo en sus definiciones más profundas, pero así y todo más concreto que en otras oportunidades. En esto el alcalde se adentra en un espacio complejo donde se hace más difícil conciliar los intereses de su sector con sus afanes presidenciales. De hecho, Bernardo Matte ya ha señalado que la definición “socialdemócrata” de Lavín, aún con la liviandad con que el gremialista hizo su declaración, no le gusta en absoluto. En consecuencia, es evidente que Lavín tendría que intentar una candidatura de corte más transversal, que incluya la renuncia a la UDI y probablemente evitando las primarias de la derecha…falta mucho, pero por ahí van los tiros.
reinstala un Lavín etéreo en sus definiciones más profundas, pero así y todo más concreto que en otras oportunidades.
la renuncia a la UDI y probablemente evitando las primarias de la derecha…falta mucho, pero por ahí van los tiros.
¿Qué se puede esperar del plebiscito? En la remota posibilidad que gane el rechazo la opción presidencial de Lavín se agota el mismo día de conocido el resultado y las distintas oposiciones enfrentarían una crisis de proporciones, considerando que tendrían el costo de la incapacidad de llegar a acuerdos en la gestión del plebiscito a lo que se suma el descuelgue del Frente Amplio de las primarias municipales y locales. Por otra parte, la posibilidad más alta del triunfo del apruebo deriva en consecuencias muy distintas si se da con una amplia participación y un diferencial significativo respecto del rechazo. La profundidad y convicción reformista dependerá en parte de aquello, sin contar con la ingeniería que aplicarán los partidos, o algunos de ellos, para copar la futura constituyente. En consecuencia, la profundidad refundacional dependerá de las urnas y, en un segundo paso, la ingeniería que defina a los constituyentes; si las ofertas de los pactos son malas se consolidará un divorcio aún más complejo entre política y ciudadanía el próximo año.
En el siempre difícil ajedrez electoral esta vez habría que concordar con Borges que no solo importa el juego, sino quienes digitan detrás. El plebiscito abre una nueva etapa, quizás una de las más interesantes en nuestra vida contemporánea. La forma cómo este proceso determinará las apuestas presidenciales dependerá en parte de la participación y expresión ciudadana, aunque es probable que las candidaturas ligadas al rechazo terminen arrinconadas en ciertos nichos. La apuesta de Lavín, en consecuencia, tiene mucho de sobrevivencia política, pero también una buena dosis de oportunismo.
El plebiscito abre una nueva etapa, quizás una de las más interesantes en nuestra vida contemporánea.
La apuesta de Lavín, en consecuencia, tiene mucho de sobrevivencia política, pero también una buena dosis de oportunismo.
Por último, el juego audaz del alcalde de Las Condes puede estrellarse si el resultado termina diciendo mucho de la evaluación ciudadana respecto de la clase política, cuestión ligada a la adhesión que concite la asamblea versus la Convención Mixta. Por eso no sería extraño que, en un tiempo más, tengamos a Lavín proponiendo que el proceso constituyente pueda terminar con un acuerdo de elecciones generales, con un período presidencial y parlamentario acortado, en consonancia con su idea de gobierno de transición. Lavín como “garante” de la nueva Constitución, una paradoja posible. Ante esa expectativa, capaz que parte del electorado comience a creerle, más aún si las oposiciones siguen pensando si es momento de aventurar un caballo o un alfil, pero incapaces de anticipar dos o tres movimientos…la partida recién comienza, pero ya se sabe aquello de que en la confianza está el peligro.
la partida recién comienza, pero ya se sabe aquello de que en la confianza está el peligro.