La Bruja Escarlata. Por Sergio Canals Lambarri

por La Nueva Mirada

En el país donde las fiestas clandestinas (ilegales), y el alcohol, son bienes esenciales. Donde Atila, el virus, sólo deja todo tipo de cadáveres. 
La mosca carroñera más grande de Chile, hace cuarenta años que no se recolecta. Es necrófaga y se alimenta de tejido en descomposición. ¿Estará en peligro de extinción?

Es una situación grave. Muy grave. “Me dediqué a buscarla en la naturaleza y nunca la he encontrado”, relata un científico.

Buscó en el lugar equivocado.

No cabe duda de la importancia del rol en la naturaleza de este gran insecto (que llega a medir hasta 2 centímetros).

Pero fácilmente, y más ahora en el pandemónium, se encuentran bastantes especímenes mutantes: políticas, económicas y sociales. Alimento, hay más que suficiente. Para todas.

Hablando de “variantes” peligrosas, diferentes tipos de “candados”, y motes de “segundones” a granel, una abuelita de 90 años impidió que destruyeran un alcornoque de cerca de 80 años. Recordé un dicho clásico de algunos profesores para sus alumnos poco aventajados ¡Cabeza de alcornoque!

Aclaro que esta especie tiene una corteza porosa y liviana de la cual se hacen los corchos.

¡Cabeza de corcho! Es decir, con un cerebro poroso y liviano ¡Buen insulto para usar en la Cámara de Diputados! (Sin una visita al Comité de Ética). Otro podría ser ¡cabeza de chorlito! (o “buru txoriko” en euskera). Bueno, desde un punto de vista animalista, esta ave no merece ser usada para describir cerebros humanos pequeños. El insulto es para ella.

Recomiendo, además, el que usaba mi tío Jorge en sus clases de matemáticas: ¡“Bodoque”! (“bobo, tarugo”).

Hablando del honorable lugar legislativo, dicen algunos (con creciente temor y admiración no confesada), que allí habita una especie de bruja escarlata maligna y retóricamente mal hablada. Afirman que muchos han sido presas de sus hechizos “populistas” y seductores. Temen su lengua viperina. Yo por mi parte no me la creo. Y si fuese así, recomiendo prontamente un exorcismo con alcohol gel bendito y mantener distanciamiento cósmico, (aunque me parece bien el tercer retiro).

Y como apareció el pandemónium terrible otra vez, vale la pena mencionar que han sido los propios chinos los que han reconocido que sus vacunas “no tienen tasas de protección muy altas”. Así lo dijo el director de los Centros para el Control de Enfermedades de China, Gao Fu. (“Según investigadores brasileros, la tasa de efectividad es 50.4 %”, mientras que la de Pfizer de un 97%). Tuvo que dar explicaciones rápidamente, por “malos entendidos” que poco se entendieron.

Con esa tasa, y sólo con la vacunación, “no se alcanzaría inmunidad de rebaño” en los plazos prometidos. Según un prestigiado profesor de Salud Pública, “con sólo la vacuna Sinovac, se necesitaría un (ridículo) 102, 58% de la población cubierta”. Se requieren medidas adicionales, como las de restricción recién tomadas, nuevas dosis de refuerzos, y más vacunas para las crecientes cepas (negadas) y variantes.

A este paso, quizá habría que usarla como tratamiento, con una dosis cada 8 horas en caso de contagio, y aderezarla con otras vacunas.

Circula además en las redes un informe de la Universidad de Oxford mostrando lo bien que lo ha hecho Chile con el pandemónium. Recordar su ligazón con la vapuleada vacuna Astra Séneca, uno de cuyos estudios clínicos se realiza en Chile. El problema es que los datos que le proporcionaron son originados en nuestro país, lo que explicaría por ejemplo el éxito mencionado en la trazabilidad. Sin comentarios, ¡bodoques!

¿Inmunidad de rebaño, de manada, colectiva o comunitaria? Menudo problema para nombrar al pueblo ciudadano.

Por otra parte, insisten en la vuelta a clases presenciales, ¡mentecatos!

Una educadora de párvulos de un prestigioso colegio de elite, contagiada al inicio del pandemónium en Chile ella y su marido (que fallece precozmente), declara en una entrevista que renunció hace pocos días al mismo colegio, luego de trabajar siete años en ese lugar: “Tenía que ir presencial, no me dieron otra oportunidad. La pandemia no se ha acabado y no me puedo morir, no puedo dejar a mis hijos solos”.

¿Escucharon? Primero está la vida ¡Cabezas de Alcornoque! ¡Bobos! ¡Tarugos!

No vayan a terminar ustedes víctimas de la gran “mosca de la mierda”. (Perdón la vulgata del lenguaje: se dice en el pueblo: “la mosca de la caca”).

¡Ostia, tíos! ¡Qué gilipollez)!

(Nota: Me alcanzó una maldición de la “bruja escarlata” desde la madre patria).

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