La carrera Presidencial: Al que madruga Dios le ayuda… pero no amanece más temprano

por La Nueva Mirada

Por Marcelo Contreras

Heraldo Muñoz tiene razón para enojarse con sus más fieles militantes que, llevados por el entusiasmo del favorable fallo del Tribunal Internacional de La Haya, pretenden levantarlo ya, como la opción presidencial para una elección en tres años más. Un verdadero presente griego, que amenaza con incinerarlo en una “hoguera de las vanidades”, donde no pocos prematuros se pueden consumir a fuego lento.

No son buenos tiempos para una oposición dividida y fragmentada como la actual. La Democracia Cristiana, aún no logra definir un rumbo claro y menos una política de alianzas, mientras los otros integrantes de la ex Nueva Mayoría recién discuten el bautizo de un nuevo conglomerado de centro izquierda, con el sempiterno debate sobre la incorporación de los comunistas.

No deja de sorprender que, pese a este adverso escenario, no sean pocos o pocas (no se puede decir “poces”) quienes se manifiesten como “disponibles” para asumir una candidatura presidencial en la oposición. El senador Ricardo Lagos Weber ya lo anunció (si logra que Felipe Harboe y Guido Girardi le den el pase). Dependiendo que Heraldo Muñoz, “héroe” de La Haya, no decida postularse.

No deja de sorprender que, pese a este adverso escenario, no sean pocos o pocas (no se puede decir “poces”) quienes se manifiesten como “disponibles” para asumir una candidatura presidencial en la oposición.

José Miguel Insulza, “incombustible” (como la mayoría de la vieja guardia) con extenso curriculum y actual Senador por Arica y Parinacota, estaría disponible, con la ventaja de que esta vez no se cruzaría su siempre amenazante Ricardo Lagos Escobar

En el PS todo puede pasar, lo certifica la pasada presidencial. Su propio timonel, de paupérrima ubicación en las encuestas, no pierde las esperanzas de que llegue su momento.

Máximo Pacheco, el exitoso ex ministro de Energía, hace lo suyo, con aplicada agenda. Le saca el jugo a su libro, centrado en una aplaudida experiencia ministerial (uno con el mayor número de presentaciones en tiempos recientes). Así se da a conocer (algo no menor) y dialoga sin parar.

Pese a su desgraciado momento político, Marco Enríquez Ominami, asume que tiene tiempo para zafar de sus peripecias judiciales y que ello le regalará otra oportunidad. ¿A quién se le puede negar el derecho a soñar? Menos agujereado que Jaime Orpis, observa como Moreira vuelve a sacar el habla.

El Frente Amplio vive lo suyo. Se equivocan tanto los que proyectan a Beatriz Sánchez, como si nada estuviera pasando en los otros liderazgos fuertes del sector y también los que se facilitan el análisis observándolos como abortos prematuros.

Y qué se sueña a la diestra?

La conmemoración de los 30 años del plebiscito del 5 de octubre provocó  malos humores en la derecha. Asumen en el sector que pasados los días y la capitalización que puede hacer, por un tiempo, el gobierno, del reciente fallo de la Haya, se recuperará aquella normalidad positiva pese a los continuos tropiezos en el parlamento. No, pocos de ellos, por impericia de La Moneda

Si la futura carrera por la presidencia parece extemporánea en la oposición, no sucede lo mismo en las huestes oficialistas, donde apostando a lo señalado persiste la ilusión de mantenerse en La Moneda por un largo período. Los menos optimistas apuestan a 8 años en palacio. Suficiente para alimentar apetitos presidenciales de no pocos ilusionados con la banda.

Algunos de los soñadores alimentan relatos demasiado optimistas. Entre ellos Andrés Allamand, aliado inicial del actual mandatario, desde la llamada “patrulla juvenil” de Renovación Nacional, con  quién ha protagonizado múltiples encuentros, desencuentros y reconciliaciones. Ahora, con un Piñera satisfecho de sus expectativas en el poder y tras la designación de Marcela Cubillos en la gabinete, el senador recorre el país, con expectativas renovadas- después de tantas frustraciones, idas y venidas- en una postulación presidencial.

Si la futura carrera por la presidencia parece extemporánea en la oposición, no sucede lo mismo en las huestes oficialistas, donde persiste la ilusión de mantenerse en La Moneda por un largo período. Los menos optimistas apuestan a 8 años en palacio. Suficiente para alimentar apetitos presidenciales de no pocos soñadores con la banda.

La historia enseña que las disputas por una carrera presidencial en la derecha suelen ser a cuchillo. Y nos referimos a los integrantes disciplinados de la coalición oficialista.

En esa línea no corre José Antonio Kast, “el Bolsonaro chileno” que ya compitió, por fuera de Chile Vamos, alcanzando un respetable 8 % de los votos. Asumiendo el “legado” del régimen militar y la defensa de los condenados por violaciones a los derechos humanos, hoy se alza como el líder de un sector de la derecha, con títulos ganados para viajar a Brasil y respaldar al favorito Jair Bolsonaro en la segunda vuelta presidencial

Con otro perfil, también populista y conservador, está anotado en la disputa el senador Manuel José Ossandón, que se viste de honores por haber apoyado finalmente a Sebastián Piñera, poniendo condiciones incorporadas a su programa de gobierno. Al igual que Kast, ha respaldado a Bolsonaro (con bastantes menos matices de Piñera) y cada paso que da tiene en el horizonte su sueño con La Moneda.

A la hora de constatar ilusiones, se suma Francisco Chahúan, primera mayoría senatorial y nada de tímido a la hora de anticipar sus pretensiones presidenciales.

Sume y siga con Alfredo Moreno, el lúcido ministro de Desarrollo Social, que no da puntada sin hilo. Con suficiente vuelo propio, mientras más lo niega, más apuestas va anotando a su pretensión mayor.  Clave serán sus resultados en iniciativas tan desafiantes como la que lidera en materia de políticas económicas y sociales  en la compleja región de la Araucanía.

Nombrarlo al final no significa que tenga menores expectativas ni posibilidades. Al contrario, a la hora de las evaluaciones de gestión, potencialidades, experiencia y autonomía, avalado por las encuestas, surge Joaquín Lavin.

Un UDI, no necesariamente dependiente de su partido, pero el único liderazgo con que el gremialismo puede aspirar a La Moneda. Su popularidad no es ajena a su habilidad mediática. Bien instalado en la poderosa comuna de Las Condes, el ex bacheletista aliancista, socio del alcalde comunista de Recoleta, promotor de viviendas sociales en su exclusiva comuna, se refuerza como la única opción de su partido para competir por la nominación presidencial.

Seamos serios. Estos movimientos, con disputas subterráneas y mucha especulación, no pueden ignorar que el gobierno de Sebastián Piñera no cumple su primer año en el poder.

Se ha tratado de un proceso, no previsto por lo complejo y engorroso. Con una suma de errores no forzados, desaprovechando buena parte de su periodo de gracia, recién intentando desplegar la agenda más dura de su programa.

El reciente fallo de La Haya le permitió remontar en las encuestas (como sucediera durante su primer mandato con el rescate de los mineros). En su primer año suma evidentes decepciones entre quienes votaron por Piñera confiando en que vendrían “tiempos mejores”, no tan sólo para algunos importantes empresarios. El éxito o fracaso del gobierno es una condición indispensable para pensar en su proyección futura.

Ello pasa por la necesidad imperiosa de viabilizar su agenda más dura –que incluye modernización tributaria, reforma del sistema de pensiones y reforma laboral- con la obligación de buscar acuerdos parlamentarios. Un ámbito en que el equipo político aún no demuestra mayores destrezas.

En política, tres años de gobierno constituyen una eternidad.

Mucho espacio abierto antes de que se configure el escenario político y electoral del 2022.

Antes estará el desafío de la elección de gobernadores, alcaldes y concejales de mitad de mandato. Tradicionalmente ellas han predeterminado los resultados de la futura elección presidencial. Aún no es claro si la oposición las enfrentará unida. Algo muy clave, esencialmente en las contiendas uninominales como las de gobernadores regionales y alcaldes, que tradicionalmente enfrentan al oficialismo con la oposición.

El reciente fallo de La Haya le permitió remontar en las encuestas (como sucediera durante su primer mandato con el rescate de los mineros). En su primer año suma evidentes decepciones entre quienes votaron por Piñera confiando en que vendrían “tiempos mejores”, no tan sólo para algunos importantes empresarios. El éxito o fracaso del gobierno es una condición indispensable para pensar en su proyección futura.

La realidad política es dinámica y cambia de manera constante, dependiendo muchas veces de hechos inesperados y no poco de los que los actores políticos y sociales hagan o dejen de hacer. Nadie tiene clavada la rueda de la fortuna, ni por mucho madrugar amanece más temprano. Es bueno y saludable para la democracia el esfuerzo por proyectar liderazgos competitivos, pero ellos deben fundarse en proyectos, ideas y propuestas de futuro.

Y sobre todo asentarse en la realidad antes que en los deseos o expectativas. Un desafío abierto y transversal para un universo político marcado por el descrédito y la indiferencia de un sector significativo de la población.

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