El resultado de la elección de constituyentes es, obviamente, una derrota para la derecha en toda la línea, es decir, una escuálida votación que no alcanza para conseguir los dos tercios que le hubieran permitido bloquear el proceso de elaboración de la nueva Constitución, además, de las pérdidas de gobernaciones, alcaldes y concejales.
Por su parte, Unidad Constituyente no lo tiene mejor, sus resultados son los peores de esta coalición, heredera de la Concertación y de Nueva Mayoría (aunque algunos prefieran olvidarlo), desde el restablecimiento de la democracia.
Escuálidas cifras que no logran ser disimuladas por el mejor desempeño en gobernadores, alcaldes y concejales, en cuanto en estas elecciones tienden a manifestarse realidades locales y candidatos de mayor cercanía con la población, en cambio, en el caso de los constituyentes viene a ser esta la elección de más marcado carácter político nacional.
Todavía más, la derecha tiene el atenuante de tener que cargar con el pesado fardo de la incompetencia de su gobierno, cuyo manejo de la pandemia ha suscitado serias controversias y discrepancias en el seno de la derecha y en su relación con el gobierno. El Mercurio lo expresa de este modo :”ya había anoche múltiples explicaciones para lo ocurrido, partiendo por el evidente costo que supone ser la coalición que da sustento a un gobierno impopular y sin manejo político”. (17-5).
En el caso de Unidad Constituyente la responsabilidad de su magro resultado obedece a una conducción política que no ha sabido encarar la tarea de conducir a su coalición tras los objetivos democráticos y progresistas. Esto ya había quedado en evidencia en la pasada elección presidencial, cuyos fraccionamientos terminan por darle el triunfo a Piñera.
Como se señala en La Mirada Semanal (del 13 de mayo) : “no es verdad que las derrotas sean huérfanas o no tengan responsables”. En prácticamente todos los eventos donde hay enfrentamientos, las derrotas por lo general son responsabilidad de quienes conducen y el hecho es que estamos frente a una coalición que carece de una justa y eficiente dirección.
No está para nada claro cómo se desarrollarán los acontecimientos al próximo futuro, desde el punto de vista político tenemos en los hechos una suerte de reproducción de los 3 tercios electorales y no hay indicios de la posibilidad de un entendimiento entre la centro- izquierda y la izquierda.
Para Unidad Constituyente, el cuadro se complejiza aún más cuando está programada una primaria en la cual hay más obscuridades que certezas. Además, hasta aquí ninguna(o) de las pre- candidatas(o) ofrece un desempeño que permita vislumbrar una remontada respecto de los resultados del fin de semana pasada…Todavía más, parecen sobrar candidaturas y escasear las ideas.
Los partidos de Unidad Constituyente deben poner a un lado intereses secundarios, quizás legítimos, y dar un vuelco sustantivo en el cuadro político. Asumir el compromiso de dar por finiquitada la primaria y nominar una candidatura presidencial que tenga menos cuestionamientos a su desempeño político y una mejor sintonía con la gente, de tal modo que el giro tanga un impacto más favorable en la sensibilidad del electorado.
Al mismo tiempo, es imprescindible la urgente formulación de contenidos programáticos que enfrenten los intereses minoritarios que defiende la derecha y también a otras posturas demagógicas y oportunistas. Contenidos precisos, que la gente perciba que se corresponden con sus necesidades y se puedan concretar, abandonando generalidades que sólo confunden y obscurecen las tareas que un gobierno democrático popular debiera emprender.
Ciertamente que hay un considerable número de medidas y decisiones que se deberán adoptar y que están desde hace tiempo en el tapete como una carga tributaria más equitativa; la reforma o término de las AFP; fortalecer la salud pública; elevar los niveles de empleo, entre otras.
Ello implica encarar significativas y sustantivas reformas al sistema capitalista imperante. Y en función de ello es imprescindible recuperar los grande yacimientos de cobre en manos de capitales foráneos; constituir una empresa estatal del litio; restablecer el carácter público de las aguas; utilizar el Bancoestado como instrumento del desarrollo de las micro y pequeñas empresas; desplegar un vasto plan de obras públicas; terminar con el déficit de viviendas y con las condiciones infrahumanas en que viven miles de compatriotas, ampliando la cobertura e incrementando los montos del subsidio habitacional; constituir una red de farmacias públicas, en virtud de los abusivos precios del sistema privado; implementar la creación de parques populares en los sectores de menores ingresos.