Las lecciones de las elecciones en Perú y Ecuador

por La Nueva Mirada

Los resultados de las recientes elecciones, tanto en Perú como en Ecuador, arrojaron más de una sorpresa. Especialmente en Perú, en donde el candidato Pedro Castillo, identificado como de izquierda radical, que tan solo unas semanas atrás no marcaba más de un 5 % en las encuestas, terminó imponiéndose en primera vuelta, con cerca del 20 % de las preferencias.

En tanto, Keika, la líder del fujimorismo, que enfrenta un proceso judicial por corrupción, vinculado al caso Odebrecht, pasaba a segunda ronda por estrechos márgenes, dejando en el camino al ultraconservador Rafael López Aliaga y al economista Hernando de Soto.

Un resultado sorpresivo, que tan solo IPSOS pudo prever muy al final de la campaña y que enfrenta al electorado peruano a la necesidad de optar entre un candidato más bien populista y disperso en sus opciones, bastante chauvinista (ha prometido expulsar en tres días a los inmigrantes ilegales) y conservador en el plano valórico, identificado con una izquierda radical, y la heredera política de Alberto Fujimori, en su tercer intento de alcanzar la presidencia, prometiendo indultar a su padre.

Es mas que evidente que estas polarizadas opciones que enfrenta el electorado peruano en la segunda vuelta, muy expresiva de la prolongada crisis política que arrastra el país, no interpretan a una amplia franja de votantes, que deberán optar por el menor de los males.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales está fijada para el próximo 6 de junio y se avizora una dura campaña En teoría, Keiko Fujimori tiene mayores posibilidades de sumar apoyos en segunda vuelta, si logra la adhesión de los partidarios de López Aliaga y Hernando de Soto, que aun no se han pronunciado, pero deberá enfrentar un anti – fujimorismo bastante extendido. Y cómo no, el proceso judicial, en donde el fiscal ha solicitado una condena a 30 años de presidio.

Por su parte Castillo podría sumar a los votantes de Verónika Mendoza, la otra candidata de izquierda – que ha expresado sus dudas respecto de lo que representa el candidato triunfante – y un sector de los partidarios de Yonhy Lescano.

Pedro Castillo ha planteado esta segunda vuelta como un enfrentamiento entre ricos y pobres, opresores y oprimidos, patrones y peones, amos y esclavos. La lucha de clases sin mayores matices, con planteamientos radicales para estatizar todo lo estatizable, convocar a una Asamblea Constituyente, que redacte una nueva carta magna y terminar con el modelo neoliberal. Para que no quepan dudas.

No es una mala apuesta, aunque arriesgada, toda vez que se enfrentará a los llamados poderes facticos y poderosos intereses económicos, que saldrán a defender sus privilegios. Pero allí reside su fortaleza, que le permitió ganar la primera vuelta, interpretando el sentir de vastos sectores de la población, hastiados de las malas prácticas políticas, la corrupción, los abusos y las desigualdades. (¿suena conocido?).

Quien sea que gane en esta segunda vuelta enfrentará la profunda crisis sanitaria, económica política y social que arrastra el país, con un serio problema de gobernabilidad, teniendo a la vista el fragmentado parlamento unicameral surgido de esta elección, en donde ninguno de los 11 partidos que eligió representantes tiene mayoría y enfrentará severas dificultades para construir consensos. Perú Libre, la agrupación política en donde milita Castillo alcanzaría 28 asientos de 130.

Es muy difícil, por no decir imposible que, en la eventualidad de ganar en segunda vuelta, Pedro Castillo puede implementar su radical programa de gobierno. Tampoco el escenario pinta mejor para la candidata del fujimorismo. Durante el actual mandato presidencial se han vacado a tres mandatarios y nada permite asegurar la estabilidad de quien resulte electo (a) en esta segunda vuelta.

Es mas que evidente que Perú requiere de reformas institucionales de fondo. La propuesta de una Asamblea Constituyente de Pedro Castillo tiene buenos fundamentos, pero no necesariamente viabilidad, en el fragmentado y polarizado escenario político que hoy presenta el país.

Todo apunta a la prolongación de una larga crisis, con crecientes problemas de gobernabilidad, que la reciente elección parece haber contribuido a agravar más que a superar.

Las elecciones ecuatorianas

Guillermo Lasso

Andrés Arauz, el candidato apoyado por el expresidente Correa, gano cómodamente la primera vuelta en las elecciones presidenciales de su país, prácticamente doblando a sus mas inmediatos competidores, el derechista exbanquero Guillermo Lasso y el indigenista Yaku Pérez, en tanto que Lasso ganó por muy estrecho y cuestionado margen al candidato indigenista su paso a segunda vuelta.

Todo hacía prever que Arauz tenía asegurada su victoria en segunda vuela, luego de alcanzar el 39 % de los votos en la primera ronda y que tanto los votantes de Pérez, como del centro izquierdista Xavier Hervás, identificado como social demócrata, se volcarían mayoritariamente a favor del candidato correista.

Pero tanto Yaku Pérez como Hervás, dijeron otra cosa. El primero, sosteniendo que le habían arrebatado el segundo lugar en los escrutinios, llamo a sus partidarios a anular el voto y mayoritariamente su electorado respondió, registrándose un alto índice de votos nulos y blancos. Por su parte Hervás, decreto libertad de acción, afirmando que el votaría por Guillermo Lasso.

Con toda propiedad se puede afirmar que Andrés Arauz fue derrotado por el anti – correísmo, el rechazo al exmandatario Rafael Correa, que actualmente reside en Bélgica, pero que se las arreglo para ser un protagonista de la campaña presidencial en su país.

Es justo reconocer que Guillermo Lasso tiene el mérito de haber dado vuelta una elección que parecía perdida, con una inteligente campaña para atraer sectores de la centroizquierda, neutralizar al movimiento indigenista y presentarse como un candidato moderado, en tanto que Arauz no logro tomar distancia de la figura de Correa y captar sectores indigenistas y de la centroizquierda que podrían haberlo respaldado,

¿Es el fin del correísmo y la llamada revolución ciudadana impulsada por el exmandatario? Es difícil afirmarlo, aun cuando el movimiento estaba bastante a mal traer luego del quiebre entre Correa y su sucesor, Lenin Moreno, que una vez elegido presidente no dudo en romper con el legado de su mentor. Además, pesan sobre Correa acusaciones de corrupción que se ventilan en los tribunales de justicia, que él atribuye a un acoso indebido. Con todo, sigue liderando un movimiento político que lo llevó al poder, permitió su reelección y mantiene un significativo capital político.

Por su parte, Lenin Moreno no deja un gran legado ni herederos que lo reclamen. Ni en el plano político, ni menos en materia económica, con una gravosa deuda externa y graves problemas sociales.

Guillermo Lasso, el exbanquero “buen amigo” de Sebastián Pinera, según lo ha afirmado el propio mandatario chileno, llega al poder luego de dos intentos fallidos y 14 años de gobierno de la izquierda que representó el correísmo y su sucesor, Lenin Moreno.

Sin lugar a dudas se aproxima un giro radical en un país que vive la triple crisis (sanitaria, económica y social) como la mayoría de los países de la región, con un alto endeudamiento externo y serias dificultades para servir compromisos.

No será fácil la tarea para el nuevo gobierno que deberá asumir el poder en las próximas semanas. Por cierto, Lasso no cuenta con mayoría parlamentaria y deberá esforzarse para construir acuerdos con sectores ajenos a su base de apoyo, desde su impronta de derecha, con inspiración neoliberal.

Con la elección de Guillermo Lasso se empieza a dibujar el nuevo mapa político en América latina, que no permite marcar tendencias claras, aunque se puede afirmar que la derecha, la ultraderecha y la derecha moderada o centro derecha, mantiene una importante gravitación en la región.

Resta por saber lo que ocurrirá en la segunda vuelta en Perú, lo que sucederá en Chile en las próximas elecciones presidenciales, las elecciones de mitad de mandato en Argentina y lo que continúe ocurriendo en Brasil, en severa crisis y con del retorno de Inacio Lula da Silva, que aparece liderando las encuestas presidenciales, de cara al año próximo.

Lo evidente es que la región enfrenta una crisis de proporciones. No solamente sanitaria, que ya es muy severa, también el lo social con agudización de las desigualdades y los niveles de pobreza, además de la crisis económica, que alientan espacio para aventuras populistas y procesos de polarización política. Algo que se evidencia con los resultados recientes en Perú y Ecuador

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