Lecciones de nuestra historia ¿Alguien dice “incertidumbre”? Por Fernando Ávila I

por La Nueva Mirada

El elenco dirigente de la centro- izquierda y la izquierda no pueden eludir sus responsabilidades en el magro resultado de los recientes procesos eleccionarios. Si bien la historia no se puede volver atrás, ni para bien ni para mal, el examen del pasado permite, a veces, hacer luces sobre la actualidad.

Así, no es aventurado especular que con las actuales proyecciones, conductas y visiones de futuro que se esbozan (porque no es claro que existan aún diseños estratégicos inequívocos), se podría haber perdido el plebiscito del 5 de octubre de 1988 o, al menos, haber enfrentado serias dificultades para vencer a la derecha encabezada por Hernán Büchi.

En aquella ocasión se trataba de desplegar un amplio frente político y una vasta movilización de masas que se manifestara en inscripción electoral, apoderados de mesa y una masiva concurrencia a sufragar. Tan es así que los expertos electorales de la época evidenciaban que un padrón electoral reducido podría eventualmente permitir el triunfo del dictador en el plebiscito.

Al mismo tiempo, los “políticos” democráticos tenían plena conciencia que sin movilización de masas y sin estructuras partidarias, ya fueran independientes o militantes, era difícil, al menos, controlar la limpieza de la elección y disponer de resultados mesa a mesa, oportunos y diligentes. En esa época no existían celulares ni otro instrumental de comunicaciones que no fueran los mensajeros voluntarios.

Como esas eran las condicionantes resultaba indispensable un amplio acuerdo político, el que hoy se pretende ignorar como si los adversarios estuvieran derrotados de antemano. En aquellas circunstancias el centro y parte de la izquierda levantaron la consigna de elecciones libres cuanto antes, constituyendo el Comité por Elecciones Libres (CEL) y el Comité de Izquierda por Elecciones Libres (CIEL) estimulando y alentando que la movilización reivindicativa de la época se desplegara con vistas al plebiscito que, hay que hacerlo presente, no tenía aún fecha y formas definidas. Cabe señalar que ambos comités se disolverían, sin ninguna clase de vetos, para dar paso al Comando por el NO.

Tan evidentes eran las condicionantes que enfrentaban las fuerzas democráticas en ese plebiscito que algunos sostenían que “hablar de elecciones libres bajo una dictadura es sólo engañifa, a menos que, como sería indispensable en el presente, se haga previamente a un lado Pinochet, se ponga término a la tiranía…”. (Luis Corvalán, Principios # 47, segundo semestre-1986, pag.13).

Otros eran muy escépticos, como el entonces Director de Revista Análisis, Juan Pablo Cárdenas: “No entendemos por qué hay quienes abrigan ilusiones en cuanto a que pueda realizarse un plebiscito libre y limpio…A esta altura queda en evidencia que el Plebiscito no se realizará bajo condiciones o garantías apropiadas”. (Revista Análisis, Editorial, 20-26 junio-1988).

A este respecto, y en lo más cercano, señalábamos :”El gobierno de Pinochet no va a dar garantías de juego limpio…De la oposición, de las fuerzas que acumulemos, dependen las garantías; estas tenemos que conquistarlas, el gobierno no las va a dar “por puro gusto”. Sólo la mayoría del país, movilizada y organizada, es garantía para elecciones no fraudulentas”. (Desde el Interior, pgs. 152-153).

En ese contexto el PC explicitaba su política : “La caída de la dictadura es lo principal. El Pleno de enero señaló que el camino más corto para conseguirlo es y sigue siendo la rebelión popular de masas que desemboque en una u otra forma de sublevación nacional, esto es, el camino del enfrentamiento y no el de la conciliación”. (Principios # 47, segundo semestre-1986, pág.8).

Ya se sabe cuál fue el resultado de una y otra estrategia y la que convocó la mayoría movilizada. Bien se puede decir que no existen sociedades que se encaminen conscientemente al suicidio. Lo que sí ocurre –ha ocurrido y seguirá ocurriendo- es que los desaciertos y errores de los grupos dirigentes, en todos los ámbitos y a todos los niveles, pueden conducir a sus sociedades al despeñadero.

Entonces, se podrá influir más y mejor en y sobre las tendencias objetivas del desarrollo de una sociedad, ya sea en el plano político, económico, ideológico o social, mientras mayor conciencia y claridad exista en sus cuerpos dirigentes acerca del rumbo a seguir.

Esta es, precisamente, la gran duda que los círculos dirigentes de las actuales coaliciones de centro y de izquierda, están sembrando hacia el futuro.

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