El programa del candidato del Partido Comunista presenta una larga enumeración de temas y propuestas que al no estar estructurados sobre la base de un enfoque global que las organice, parece un largo catálogo, que no permite ver su articulación interna.
En el campo económico hay una detallada exposición de lo que llaman las reformas estructurales; sin embargo, la falta de conexión de estas reformas con lo que se explica más adelante como modelo de desarrollo evidencia también una escasa reflexión sobre la propuesta con que la candidatura quiere sustituir el modelo neoliberal.
La parte central del texto “Un país con enfoque de derechos inclusivo y diverso” (pp. 61 – 128) resulta interesante pues denota la intención de pensar el nuevo gobierno a partir de la promoción de los derechos. No obstante, al carecer de un enfoque unificador del tema, el texto cae nuevamente en una larga enumeración de múltiples proposiciones y medidas que carecen de una estructura que delinee la visión de una sociedad basada en derechos sociales universales. Se observa así un listado de derechos que va desde los correspondientes a los pueblos originarios, a ciudades inclusivas, diversidad sexual, ordenamiento territorial, derecho a comunicación y medios y transporte para conectividad, la memoria y las artes, para nombrar solo algunos ejemplos. Ello tiene como efecto que temas fundamentales como son, por ejemplo, el manejo de las ciudades, las regiones, la conectividad se desarrollan fragmentariamente, que evidencia una falta de visión general.
La experiencia histórica es clara que no es el programa sino el candidato el que al asumir la presidencia determina las líneas fundamentales de la gestión gubernamental. Esto se agudizará en el caso de Jadue, al aparecer desdibujado, el sentido fundamental de la propuesta programática. El programa se completa con las secciones “Nueva economía para un Chile inclusivo, desarrollado y diversificado” (pp. 129 – 158), “Reforma medioambiental” (pp. 159 – 174) y, “Un nuevo Estado social y democrático” (pp. 175 – 205).
El modelo de desarrollo en la propuesta de Jadue.
Es propicio en este contexto preguntarse qué entiende el programa de Jadue por modelo de desarrollo. En la p. 130, en el inicio de la sección Nueva economía al afirmar que Chile requiere un nuevo modelo de desarrollo inmediatamente lo contrapone con “la forma de organización de la actividad económica vigente …”, esto es, identifica modelo de desarrollo con modelo de crecimiento. ¿Es posible reducir el problema del desarrollo al crecimiento? En su libro “Desarrollo como libertad” el premio nobel de economía Amartya Sen muestra como el desafío del desarrollo requiere un enfoque integrado de las actividades económicas, sociales y políticas lo que involucra una gran variedad de instituciones y agencias que interactúan. Releva también los roles e interconexiones entre libertades instrumentales cruciales, que incluyen oportunidades económicas, libertad política, instalaciones/ instituciones sociales, garantías de transparencia y sistemas de protección. Los individuos no son concebidos como simples beneficiarios pasivos de los beneficios entregados sino activos agentes de cambio. Desde una mirada de esta naturaleza se hace posible entender mejor las relaciones entre la forma como producimos, la manera como se articula con la reproducción de la vida y los derechos, la manera como el modelo de crecimiento se inserta en una mirada distinta de la naturaleza y la forma como las personas se integran en ella. La inexistencia de una mirada como esta explica la desarticulación que, como señalo anteriormente, muestra el programa del alcalde. Esta visión reduccionista del desarrollo como crecimiento, se comprueba en el siguiente texto: “Nuestro propósito es cambiar el actual patrón de crecimiento por un nuevo modelo de desarrollo que avance hacia una economía del conocimiento, diversifique la matriz productiva, aumente el contenido tecnológico de nuestra producción y mejore la distribución de la riqueza, integrando a todos las y los actores sociales y en armonía con la sustentabilidad ambiental”.
En este contexto conceptualmente limitado, ¿cuál es el diagnóstico del problema que enfrentamos según el texto de Jadue? Analizado con cierta detención el diagnóstico no muestra mayores novedades respecto a los que se ha venido constatando desde hace décadas: escasa diversificación de la matriz productiva, bajo contenido tecnológico y alta concentración económica en manos de sectores rentistas de naturaleza extractivista y financierista. Las fuentes de esta disfuncionalidad económica radican, según el programa, en instituciones productivas carentes de coordinación y diseño estratégico, insuficientes recursos para invertir en I+D, infraestructura y logística para el desarrollo y desarticulación sectorial y territorial de la producción. Un elemento adicional radica en las formas de inserción internacional de la economía chilena en la globalización, caracterizada por acuerdos comerciales que limitan los espacios de políticas productivas e industriales internas que presenta nuestra matriz productiva, su bajo contenido tecnológico”.
En esta visión se echan de menos los fundamentos de un diagnóstico tan taxativo y en exceso general respecto de la naturaleza meramente extractivista y atrasada tecnológicamente de la economía chilena. Se pierde de vista lo que en otros ámbitos se señala respecto de la heterogeneidad productiva, esto es la presencia de sectores intensivos en tecnologías como es la minería, la producción frutícola que ha incorporado avances tecnológicos interesantes, la sofisticación de algunos servicios y la fuerte expansión internacional de numerosas empresas de origen nacional en América Latina. De hecho, se estima que las empresas transnacionales de origen chileno representan el 20% de las empresas transnacionales de origen latinoamericano en circunstancias que la población nacional representa solo un 3% de la población de la región.
Más importante que lo anterior es la falta de una visión integral respecto de los condicionantes que hacen posible el modelo de crecimiento neoliberal y lo que sería necesario hacer para superarlo. Se echa de menos en tal sentido un análisis del rol en la conformación del modelo (abstrayendo de las condicionantes políticas) del sistema de capitalización individual, de la estructura tributaria que incentiva la explotación de los recursos naturales y desestimula la inversión en actividades intensivas en conocimiento, del centralismo que impide el surgimiento de iniciativas productivas potentes en las regiones, la política monetaria del Banco Central que genera una fuerte fluctuación del tipo de cambio dificultando la aparición de nuevas actividades de exportación en particular las intensivas en conocimiento y, la baja calidad de la educación basada crecientemente en universidades privadas concentradas un buen número de ellas en la docencia sin una investigación que la sustente.
En este contexto, la propuesta para cambiar el modelo de crecimiento es poner en el “centro del nuevo modelo productivo una nueva política industrial sustentable ambientalmente” (p. 131). Con este objetivo de propone en primer lugar crear un Banco Nacional de Desarrollo orientado a financiar nuevos sectores productivos que permita al Estado jugar un papel más relevante a través de una institucionalidad moderna que coordine todas las políticas de financiamiento pues no basta un “Estado facilitador” que solo busca corregir las fallas de mercado. En segundo lugar, una política comercial en apoyo a la política industrial, incentivando las exportaciones de sectores productivos capaces de generar dinámicas de aprendizaje que permitan la generación de capacidades tecnológicas, productivas y organizacionales, con incentivos a la exportación de productos de mayor valor agregado, negociación de acuerdo con empresas extranjeras como contrapartida de su instalación en Chile. Se trata de propuestas en general compartidas por los diversos programas de la centroizquierda y la izquierda. Se propone además revisar los tratados de libre comercio para eliminar aquellos puntos que limitan políticas nacionales sin especificar cuáles son los temas problemáticos. Un punto que cabe recalcar es sin duda la propuesta de crear una corte multilateral de inversiones que sustituya los mecanismos actuales.
La propuesta más importante es la de buscar la integración latinoamericana.
Es sin duda relevante, pero conocida la larga historia de frustraciones y la búsqueda de diversas alternativas, no basta con decirlo. Haría falta un análisis de los problemas que esa aspiración ha encontrado y propuestas de como hacerlo mejor. Se propone fortalecer el sistema multilateral de comercio planteando la necesidad de un mayor equilibrio entre los países y entre ellos y las grandes empresas trasnacionales. Haría falta también una reflexión sobre como se compatibiliza la aspiración a soberanía absoluta y la participación en acuerdos internacionales.
En materia de innovación se propone destinar un 1,5% del PIB para la Inversión en I&D. Ello es razonable en un primer período de Gobierno. No obstante, las medidas que se proponen para avanzar en una economía del conocimiento capaz de integrarse en las cadenas internacionales de valor son “mortalmente parecidas” a lo que se ha venido haciendo. Hay proposiciones sectoriales, pero no se logra diseñar una propuesta novedosa. Hay una serie de otras medidas puntuales en relación con la energía y la minería, pero en definitiva no se percibe una propuesta global que abra efectivamente el camino a un nuevo modelo de desarrollo. Incide probablemente en estas limitaciones el tratamiento separado del cambio climático y los desafíos medioambientales reducidos a una simple propuesta de “reforma medioambiental”. En efecto, no parece posible a esta altura pensar una propuesta de nuevo modelo de desarrollo sin una visión integral, a la Amartya Sen y sin pensarlo como la necesidad de abordar conjunta y articuladamente la economía y el medioambiente.