Uno de los meros de lamiradasemanal.cl me invita, una vez más, a participar con columnas este año 2022, sin ataduras ni condiciones. Agradecido de la confianza, me pregunto para qué aceptar.
No participo, propiamente manos en la masa, en la política nacional. Me niego a comentar, evaluar, criticar y aconsejar a nadie que esté en las trincheras. La pega de comentarista deportivo de sillón nunca me ha aportado mucho. Los y las deliberantes de la llamada democracia deliberativa, tampoco. Las ideas, los principios, las teorías, y su confrontación, tienen para mí algo mendaz, atendiendo la vida diaria, siempre fuera de formas y estabilidades, con su oscuridad, embrollos, ánimos y contingencias. Y dios mediante, no soy experto en nada. No tengo mucha ropa con la cual explicar, corregir, enseñar ni clarificar.
Entonces, ¿qué? Bueno, la vida me sorprende. No es poco. Operado de una pequeña parte del tumor mental-emocional de explicar, racionalizar, contarme cuentos ex post facto para pegarme una siesta tranquilizada, capaz que comunicar esas sorpresas valga. Algo. No me considero especialmente original, tampoco por mis sorpresas, pero sí me enorgullezco de la operación parcial aludida. Podría ser eso, quizás: sorprender con mis sorpresas. Ayudar a recuperar el sentido de lo raro en lo que nos parece trillado. Despertar despertándome contra el hábito de meter bajo la alfombra.
Capaz que sí.