Un personaje de una popular serie norteamericana ordena sopaipillas en un restaurante en el estado de Nuevo México. Amigos míos saltan de orgullo: un plato nuestro se impone en la cocina internacional. No me sorprende, ¿a quién no posee el afán por ser reconocido? Incluso el terremoto más grande de la historia hace lucir a quienes pasar desapercibidas es lo peor.
Pero, mistake. Comen sopaipillas desde hace mucho tiempo en Texas, Arizona, Nuevo México, Bolivia, Argentina, España y México. Basta con mirar Wikipedia, aunque unos viajecitos podrían contribuir. (La chancaca se vale menos aún, el mejunje es casi universal). Y ocurre que también hay inflación around the world,y estancamiento, y bolsas a la baja, y turbulencias políticas, y partidos históricos derrumbados, y nacionalismos, y violencia callejera, y policías rudos, y extremismo fascista e izquierdista al alza, y migraciones, y violencia escolar, y jóvenes desencantados de los adultos…
¿Mal de muchos, consuelo de tontos? Por supuesto que no; y no se trata de un dicho originario. Pero podría servir para cacharse que la situación que vivimos no es muy única ni original. Ni en lo bueno ni en lo malo. No todo es culpa de este gobierno o del que pasó, ni los convencionales podrán arreglarlo todo. Y capaz que ayude a mordernos menos unos a otros.
“No somos tan especiales” podría ser un mantra obligatorio enseñado en los colegios.