Tenemos un gobierno que está mostrando “un amateurismo nunca antes visto” ha sostenido el ex Presidente Ricardo Lagos. Son varios sucesos los que le dan la razón. Nada más cercano y evidente que el desastroso manejo de la extendida crisis del suministro de agua en Osorno. El gobierno fue incapaz de dimensionar la magnitud del desaguisado cometido por Essal, confiando en sus falsas promesas y asumiendo una equívoca vocería, con los resultados conocidos. Otra guindita ha sido la frustrada donación de órganos “por fallas logísticas”, cuya justificación puso en entredicho al muy locuaz titular de Salud con la explicación de la FACH.
Haciendo un simple inventario el mencionado amateurismo abunda en pruebas al canto. Como la acumulación de licencias médicas impagas por largos meses. El frustrado manejo del conflicto en la Araucanía. El decreto que establece la “colaboración” de las FF.AA. en el combate al narco tráfico y el crimen organizado (objetado por la Contraloría). La crisis humanitaria en la frontera norte con reiteradas vacilaciones y contradicciones. El conflicto con el Colegio de Profesores, extendido por más de 50 días, con el aporte caprichoso de la ministra de Educación. ¿Sumamos y seguimos?
Haciendo un simple inventario el mencionado amateurismo abunda en pruebas al canto. Como la acumulación de licencias médicas impagas por largos meses. El frustrado manejo del conflicto en la Araucanía. El decreto que establece la “colaboración” de las FF.AA. en el combate al narco tráfico y el crimen organizado (objetado por la Contraloría). La crisis humanitaria en la frontera norte con reiteradas vacilaciones y contradicciones. El conflicto con el Colegio de Profesores, extendido por más de 50 días, con el aporte caprichoso de la ministra de Educación. ¿Sumamos y seguimos?
Más que singular ha sido el amateurismo oficial en el manejo de la política exterior del país. Con postura “partisana” ante la crisis venezolana, marcada por el estéril viaje presidencial a Cúcuta. Prometiendo luego condiciones especiales de acogida a los venezolanos en Chile, cambiando abruptamente las reglas del juego. Se sumarían la no suscripción del pacto medio ambiental de la ONU, las reservas oficiales a los tratados de los Derechos de la Mujer y de Pacto Migratorio de la organización mundial. En aquella errática línea quizás no debiera causar tanta sorpresa la abstención chilena ante la propuesta de la Alta Comisionada de Derechos Humanos para investigar las bestiales violaciones a los Derechos Humanos en Filipinas y la postura ante la Corte Interamericana de Justicia privilegiando la jurisdicción de los tribunales de cada país de la Región.
Más que singular ha sido el amateurismo oficial en el manejo de la política exterior del país.
Hasta hoy en materia de política económica el gobierno ha sido incapaz de implementar una verdadera política contra cíclica para enfrentar la desaceleración, poniendo toda su confianza y apuesta – contra todas las evidencias y proyecciones que lo niegan – en que la contra reforma tributaria (con rebaja impositiva a los grandes contribuyentes) permitirá dinamizar la porfiada economía.
Sin embargo, es en el terreno de la gestión política y legislativa donde la administración Piñera exagera su auto valorada destreza y habilidad, insistiendo con una agenda que busca retrotraer algunas de las reformas estructurales aprobadas durante el pasado gobierno, apostando a la división opositora.
Sin embargo, es en el terreno de la gestión política y legislativa donde la administración Piñera exagera su auto valorada destreza y habilidad, insistiendo con una agenda que busca retrotraer algunas de las reformas estructurales aprobadas durante el pasado gobierno, apostando a la división opositora.
Aquella apuesta ha tenido resultados más bien modestos (por más que la actual directiva DC haya sido receptiva y colaborativa) y bien pudiera mostrar sus límites en el sensible tema de la propuesta de reintegración tributaria, en donde el gobierno ha ofrecido “compensaciones” por la menor recaudación fiscal que supone la propuesta, evidentemente insuficientes y efectos más que inciertos.
Algo similar puede suceder en el caso de la reforma previsional, en donde el gobierno se apresuró en anunciar acuerdos no tan sólo con la DC sino también con el PS, lo que fuera desmentido por la directiva de ese partido, afirmando que se mantiene importantes diferencias respecto de la solidaridad del sistema, su administración y la excesiva gradualidad en el mejoramiento de las pensiones.
Sin lugar a dudas, el gobierno está urgido por aprobar no tan sólo sus reformas emblemáticas- tributaria, pensiones y migraciones- que intenta despachar antes de fin de año, sino también algunas de carácter institucional, como las del Tribunal Constitucional, reducción de parlamentarios y fin del fuero, entre otras de las ya mencionadas.
Una controvertida agenda, con un marcado tinte neo liberal, para la cual no cuenta con mayoría parlamentaria, que ha generado más de una controversia no tan sólo al interior de una oposición diversa y plural, también en su propia coalición y sectores del gran empresariado, que no confían en que el gobierno haya identificado adecuadamente sus prioridades, criticando las excesivas “concesiones” (con el costo de “desnaturalizar” las bases y objeticos esenciales de los proyectos) y resienten que termine enredado en una maraña legislativa, desatendiendo el objetivo principal de reactivar la alicaída economía, que muestra inquietantes signos de congelamiento (El FMI proyecta un crecimiento de 0.6 % para la región y de 3,2 % para nuestro país) con las incertidumbres por efectos de la guerra comercial entre China y EE.UU. y la crisis económica en la región.
Desde el gobierno sostienen que las prioridades están enfocadas en las reformas económicas y sociales que permitirían dinamizar la economía y cumplir el programa ofrecido, además de perfeccionar las instituciones. En el descrito contexto no son pocos los sectores empresariales y dirigentes oficialistas que privilegian que el gobierno se concentre con pragmatismo en la conducción económica, antes que en las reformas anunciadas por Piñera, que exigen controvertidas compensaciones para mayorías circunstanciales que permitan su aprobación.
Desde el gobierno sostienen que las prioridades están enfocadas en las reformas económicas y sociales que permitirían dinamizar la economía y cumplir el programa ofrecido, además de perfeccionar las instituciones. En el descrito contexto no son pocos los sectores empresariales y dirigentes oficialistas que privilegian que el gobierno se concentre con pragmatismo en la conducción económica, antes que en las reformas anunciadas por Piñera, que exigen controvertidas compensaciones para mayorías circunstanciales que permitan su aprobación.
Las diferencias en la oposición pueden conducir a una derrota estratégica del llamado progresismo
Las diferencias en la oposición pueden conducir a una derrota estratégica del llamado progresismo
Es más que evidente, como se ha abundado en informes anteriores, que en la oposición subsisten diferencias mayores a la hora de enfrentar la agenda legislativa del gobierno. Algo casi natural para una oposición tan amplia como diversa en su interior, como quedara en evidencia en la aprobación de la idea de legislar en materia tributaria o la propia reforma previsional, aprobada en la comisión respectiva de la Cámara de Diputados con el voto favorable de un diputado socialista, generando tensiones y controversias de las que pocos partidos quedan exentos.
en la oposición subsisten diferencias mayores a la hora de enfrentar la agenda legislativa del gobierno.
Lo complejo es que la oposición ha mostrado incapacidad y en varios casos falta de voluntad política, para procesar esas diferencias, construir consensos vinculantes (mínimos comunes) para enfrentar la agenda oficial, incluso con incumplimientos de acuerdos ya suscritos.
Los senadores de oposición (en donde el PC no tiene representación) han hecho un esfuerzo por consolidar una instancia que procese las diferencias y “matices” para sostener los acuerdos básicos.
Ciertamente cómo voten las diversas fuerzas opositoras la reintegración tributaria (definida por el gobierno como el corazón de la reforma), marcará un antes y un después en materia de alianzas o unidad de la oposición. Algo que podría reiterarse ante las reformas previsional y laboral anunciada por el gobierno.
Ciertamente cómo voten las diversas fuerzas opositoras la reintegración tributaria (definida por el gobierno como el corazón de la reforma), marcará un antes y un después en materia de alianzas o unidad de la oposición. Algo que podría reiterarse ante las reformas previsional y laboral anunciada por el gobierno.
Los próximos desafíos electorales
Ciertamente está más que abierta la interrogante respecto de la viabilidad de una unidad opositora para los próximos desafíos electorales. Asumiendo que los resultados de la elección municipal y de gobernadores regionales del año próximo, si bien no necesariamente determinan la futura elección presidencial y parlamentaria, en buena medida la condicionan, tal como históricamente ha sucedido.
El tema divide opiniones al interior del Frente Amplio y también en el PDC, involucrando al conjunto del espectro opositor, marcado por ausencias de propuestas programáticas que viabilicen una opción viable del progresismo ante el pragmatismo con que la derecha resuelve sus discrepancias históricamente.
Con sus propias tensiones internas, el PS y el PPD privilegian la alianza del amplio arco progresista (desde la DC hasta el Frente Amplio) pese a las obvias dificultades que ello implica.
Por su parte, el Partido Comunista, que acusa de un proceso de “derechización” de un sector de la oposición, e intentos por aislarlos, examina la alternativa de suscribir un pacto con el Frente Amplio (que incluiría su acuerdo ya suscrito con el PRO y el Movimiento Regionalista).
Pese a todo, tal como lo afirmara en alguna oportunidad el cientista político DC, Genaro Arriagada, lo racional en materia de pactos electorales (si no quiere ser arrasada por la derecha), es que la oposición compitiera, con alianzas variables, a nivel de concejales y buscara pactos por omisión en las elecciones unipersonales de alcaldes y gobernadores regionales (sobre todo si no se aprueba la reforma que permita incluir la segunda vuelta en ellas).
No es descartable que la oposición, en su amplia diversidad, esté escribiendo la crónica de una anunciada derrota política y electoral, pavimentando el camino a la ansiada proyección de la derecha en el poder.
Pero en la política no siempre se impone la racionalidad. Pueden primar las pasiones, los egos y la racional lucha por una hegemonía a más largo plazo. Los pactos electorales no son meramente instrumentales. No es descartable que la oposición, en su amplia diversidad, esté escribiendo la crónica de una anunciada derrota política y electoral, pavimentando el camino a la ansiada proyección de la derecha en el poder.