Tejidos …. Por Victoria Gallardo

por La Nueva Mirada

“Dónde están mis amigos, no los veo.

Dónde están mis hermanos, no los hallo.

Solito he de sufrir

Solito he de llorar

¡Solito yo me tengo que arreglar pobre de mí!

(vals peruano)

Se ha roto el tejido social.

Esta frase, de repetida ya forma parte esencial de cualquier diagnóstico sobre lo que pasa en Chile: las conductas violentas, agresivas, desde el que compra en el kiosko de la esquina, el que realiza un trámite en la administración pública, el que recorre un mall, el niño y joven en la escuela, todos y todas en el transporte colectivo, en fin, ejemplos sobran y como decía el viejo dirigente comunista don Luis Corvalán, “la problemática está clara, lo que falta es la solucionática”.

¿Qué hacemos las tejedoras cuando encontramos una rotura? Deshacemos hasta encontrar tejido bueno, continuo, cada punto bien engarzado con el otro y desde ahí, recomenzamos. Hay que reconocer eso sí, y no es de poca monta el asunto, que hace años en vez de hacer eso, el tejido roto se bota, se deshecha: cuesta menos trabajo comprar otro nuevo. Lo aprendimos con la instalación de la sociedad de consumo y ahora enfrentamos el problema de la contaminación del medio ambiente por tanto desecho.

Pero cuando cada cual quiere lucir el último grito de la moda, cuando el paseo de la familia no es a un parque o a un museo sino al Mall, las cosas se tiran.

Los trabajadoras y trabajadoras ya no se sindicalizan: la frase que forma parte del ideario popular hoy es: “Ah!, yo no opino ni me meto en política, al final tengo que trabajar igual!”

El reinado del individualismo nos ha dejado como en el vals de la cita: solitos.

Y esa terrible sensación de soledad nos viene enfermando la mente y el alma hace rato. Los profesionales de la salud informan que los índices de salud mental están muy mal, sobre todo en los jóvenes y adultos mayores. La soledad nos pone como barcos a la deriva en las tormentosas aguas que mueven el mundo.

No se trata de que “mal de muchos, consuelo de tontos”, sino de un cambio epocal,  producto de la crisis del sistema de subsistencia que hemos instalado: la agricultura no alcanza para alimentar sanamente a la población con cultivos que permitan la sanación de la tierra; la industria necesita tiempo para dejar de contaminar pero lo ya obrado nos pone en crisis de agua; la extracción de minerales debe instalar millonarios resguardos para no continuar deteriorando el ambiente; el sistema financiero requiere de un rediseño total y todo los que se relaciona con la salud y el cuidado de la población debe ser mirado con un enfoque universal.

Estamos todos en el mismo barco: los grandes, los chicos y los medianos, los ricos y los pobres, todos los colores y pueblos, las soluciones difícilmente serán solo locales. Después de todo, la humanidad es un único tejido en que la rotura de un punto puede deshacer la obra completa.

La tarea no es cantar la letra del valsecito con quejumbre inconducente.

El desafío es recomponer el tejido, desarrollar nuevas organizaciones políticas, y nuevos liderazgos. Buscar al otro-a es reconocernos como conciudadanos cuyo destino está definitivamente unido.

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