Un nuevo modelo de televisión pública Por Jaime Gazmuri Mujica

por La Nueva Mirada

La aparición en la prensa de la noticia que Televisión Nacional habría resuelto licitar la venta de su edificio corporativo fijando un piso de aproximadamente 90 millones de dólares para enfrentar su crisis económica, desató un amplio movimiento de opinión contrario a tal decisión y reinstaló el debate sobre la necesidad de discutir y sancionar un nuevo modelo de televisión pública en Chile.

 La noticia resultó ser falsa, o más bien imprecisa: el Directorio de TVN no ha resuelto vender sus instalaciones. Sí se encargó a la empresa Collier el análisis de las posibilidades del arriendo de una parte de ellas o de su eventual venta.  Arrendar una parte de las instalaciones tiene sentido, ya que hoy día el canal utiliza solo el 30% de la superficie disponible de una infraestructura construida para una industria que décadas atrás tenía otras condiciones de producción, y que permitiría que allí se instalen otras empresas o instituciones dedicadas a la creación y la producción audiovisual, constituyéndose en un espacio que genere sinergias creativas. Vender en cambio un patrimonio público valioso no tiene ningún sentido, y alimenta las sospechas de que existen sectores al interior del Gobierno que intentan jibarizar la televisión pública. En el Directorio de TVN se han levantado voces decididamente contrarias a la venta y es de esperar que ellas se impongan finalmente.

Vender en cambio un patrimonio público valioso no tiene ningún sentido, y alimenta las sospechas de que existen sectores al interior del Gobierno que intentan jibarizar la televisión pública.

Con todo, el episodio ha tenido la virtud de introducir en la agenda pública la necesidad de discutir un nuevo modelo de televisión pública, ya que el actual, surgido de los acuerdos en el Congreso recién iniciada la transición a la democracia, sufre una crisis, ya crónica, no solo financiera, sino también de sentido y objetivos, y de su sistema de gobernanza. La importancia de que el país cuente con una televisión de amplia cobertura que garantice el pluralismo informativo es vital para la buena salud del sistema democrático. Hemos vivido la experiencia de cómo el virtual duopolio de la prensa escrita, capturada por dos cadenas de orientación cultural conservadora y económico social neoliberal, ha sido una restricción permanente a la expresión de corrientes culturales críticas.

La importancia de que el país cuente con una televisión de amplia cobertura que garantice el pluralismo informativo es vital para la buena salud del sistema democrático.

La crisis actual, desatada por la pandemia, ha puesto de manifiesto un fenómeno que ya era conocido, aunque muchas veces no suficientemente valorado:  a pesar de la extraordinaria multiplicación de soportes audiovisuales por los que circula hoy día la información, la entretención y la cultura, la televisión abierta sigue siendo el principal medio a través del cual la ciudadanía se informa, superando a todos los demás, incluidas las redes sociales. Esta tendencia es hoy día global. De allí la importancia decisiva de la manera en que se constituyen y regulan los sistemas televisivos en las democracias modernas.

De allí la importancia decisiva de la manera en que se constituyen y regulan los sistemas televisivos en las democracias modernas.

La crisis financiera de TVN es conocida y severa. Una abultada deuda y un déficit operacional sistemático. A comienzos de este año el Gobierno otorgó un aval para que el canal pueda reprogramar su deuda y obtener estabilidad financiera por un par de años. Es el tiempo útil para establecer un nuevo modelo. De no ser así, simplemente no será viable en el largo plazo.

Es el tiempo útil para establecer un nuevo modelo. De no ser así, simplemente no será viable en el largo plazo.

A los problemas financieros se suma la pérdida del liderazgo que ejerció entre los canales de televisión abierta desde los noventa hasta 2010, el empobrecimiento paulatino de su programación, y el desperfilamiento sustantivo de su misión como televisión pública. Hoy día solo su área de prensa es competitiva. El modelo de televisión pública establecida en la ley aprobada por el Congreso en 1992 y modificada parcialmente en 2018 se encuentra agotado.

El modelo de televisión pública establecida en la ley aprobada por el Congreso en 1992 y modificada parcialmente en 2018 se encuentra agotado.

La crisis de TVN se ha precipitado por evidentes errores en su conducción, particularmente a partir de 2013, pero se desarrolla en el cuadro de una crisis general de la industria de la televisión abierta en el país y en el mundo.

Varias son las razones que explican dicha crisis. La principal es la profunda transformación tecnológica que está en la base de la producción, emisión y recepción de contenidos audiovisuales de todo tipo: informativos, recreativos, culturales, deportivos, infantiles, etc. La televisión abierta ya no solo compite con la de cable, como hace algunos años, sino con un conjunto variado de plataformas que utilizan internet y que son recepcionadas en diversos soportes, incluida la telefonía celular. A ello, se agrega la creciente importancia de las redes sociales como instrumentos de comunicación, información/desinformación y debate público, lo que modifica profundamente el hábito de consumo de los contenidos audiovisuales. Las audiencias de la televisión abierta tienden a disminuir, aunque a un ritmo lento, pero aún se mantienen altas.

La televisión abierta ya no solo compite con la de cable, como hace algunos años, sino con un conjunto variado de plataformas que utilizan internet y que son recepcionadas en diversos soportes, incluida la telefonía celular.

Estas profundas transformaciones obligan a las empresas cuyo objeto principal ha sido la producción y transmisión de contenidos audiovisuales mediante la TV abierta o su oferta a las empresas de cable, a convertirse en empresas de comunicación multimediáticas con la utilización de todas las plataformas de emisión -incluida la radio- y las distintas modalidades presentes en las redes sociales. Para ello deben realizar un complejo ejercicio de reingeniería institucional, y adquirir nuevas capacidades y talentos, con la consiguiente necesidad de nuevas inversiones.

Las transformaciones tecnológicas en curso en el área de las comunicaciones audiovisuales han tenido un impacto directo y relevante en la distribución de la inversión publicitaria, con una drástica disminución de la publicidad en la televisión abierta, lo que explica que en Chile todos los canales hayan experimentado problemas financieros, obligado a sus controladores a solventarlos.

La ley 19.136 de 1992 que dio origen al modelo de televisión pública vigente fue producto de un complejo acuerdo entre el Gobierno y la oposición de la época.

TVN a comienzos de la transición democrática enfrentaba un grave problema de audiencias y de credibilidad pública, debido a su incondicionalidad editorial con la dictadura y un déficit financiero del orden de 2.800 millones de pesos de la época. Sectores importantes de la derecha cuestionaban la necesidad de contar con una TV pública, teniendo en cuenta que desde su nacimiento se concibió como un canal de Gobierno, como ocurrió con Frei, Allende y Pinochet. No querían entregarle un canal a Aylwin. El Gobierno planteó la necesidad de un canal público que tuviera como función principal asegurar pluralismo informativo y transmisión de valores democráticos, autónomo de los Gobiernos de turno y con una dirección que diera cuenta del pluralismo del sistema político de la época. El proyecto gubernamental inicial proponía un financiamiento mixto, con un aporte estatal justificado por la imposición de una misión pública que los canales privados no tenían.

Sectores importantes de la derecha cuestionaban la necesidad de contar con una TV pública

Finalmente, el acuerdo no incluyó el financiamiento mixto. La derecha solo concedió que el Estado se hiciera cargo de la deuda de arrastre. Se estableció un estatuto que no asimilaba a TVN al resto de las empresas públicas sino al de las sociedades anónimas y un directorio integrado por seis miembros propuestos por el Presidente de la República y aprobados por el Senado y un Presidente de designación presidencial. Se entendía qué de los seis directores, tres corresponderían a partidarios del Gobierno y tres de la oposición.

Finalmente, el acuerdo no incluyó el financiamiento mixto. La derecha solo concedió que el Estado se hiciera cargo de la deuda de arrastre.

Se inauguró de esta manera un modelo de televisión estatal único en el mundo: dotada de obligaciones de servicio público y financiado mediante el mercado publicitario en competencia con los otros canales privados.

Hay que convenir que el modelo funcionó durante un periodo prolongado, particularmente en la década de los 90. La virtuosa combinación de un sólido y plural departamento de prensa, proyectos culturales novedosos y un área dramática de calidad, le permitieron ocupar una posición de liderazgo en materia de audiencias, superando al rival del momento, el canal 13. Desde el punto de vista comercial fueron años de bonanza que permitieron invertir en programación e instalaciones.

Hay que convenir que el modelo funcionó durante un periodo prolongado, particularmente en la década de los 90.

El liderazgo en materia de audiencias se mantuvo, en lo esencial, hasta 2010.  Sin embargo, la competencia por el rating -estimulada por la aparición de nuevos canales con sólido respaldo empresarial- hizo que prácticamente desapareciera una programación cultural de calidad, que aumentaran los espacios de carácter farandulesco y que prácticamente se eliminaran los de debate político, con lo que la discusión respecto de hasta dónde TVN estaba cumpliendo su misión adquirió nueva fuerza. Con todo, la fortaleza de sus áreas de prensa y dramática le permitió disputar el liderazgo de audiencias -esta vez con Megavisión- hasta 2010.

Existen sobradas razones para cuestionar hasta donde TVN ha cumplido su misión de canal público, especialmente en los últimos años. En todo caso, a mi juicio, es indispensable rescatar y valorar su aporte indispensable para configurar una pauta informativa que tiene el pluralismo como un objetivo editorial mandatado por ley. Este mandato se cumple muchas veces de forma insuficiente y estrecha, pero siempre se puede exigir. La experiencia demuestra que cuando un canal de alta audiencia tiene una pauta informativa plural, condiciona también, en algún grado, la línea editorial de los otros canales, sino por convicción, por la imposición de la competencia. Este hecho tiende a ser desconsiderado por una buena parte de la opinión crítica del desempeño de TVN.

Existen sobradas razones para cuestionar hasta donde TVN ha cumplido su misión de canal público, especialmente en los últimos años.

Este hecho tiende a ser desconsiderado por una buena parte de la opinión crítica del desempeño de TVN.

Es tiempo de iniciar el debate sobre el nuevo modelo de televisión pública. Para ello es indispensable el envío al Congreso de un proyecto de ley que sustituya a la actual e iniciar un amplio debate con participación de la sociedad civil. Particularmente importante será la participación de los creadores y productores audiovisuales, que en Chile son numerosos y de probada calidad

Durante este período de transición debería exigirse a la dirección de TVN, por lo menos:

  • Que se profundice el proceso de reingeniería institucional destinado a convertir a TVN en una empresa multimedial de contenidos audiovisuales, ajustada a su misión.
  • Que toda su programación, y particularmente la de su área de Prensa, apoye, explique y abra un debate sistemático sobre el proceso constituyente que se desarrollará a partir de octubre de este año.
  • Que se amplíe el mandato de expresar el pluralismo de la sociedad chilena al conjunto de expresiones de la sociedad civil y de la cultura, y no exclusivamente al de la esfera política. Asimismo, debe expresarse en la pantalla el carácter plurinacional y multicultural del Estado.
  • Que se estimule la producción y difusión de la producción audiovisual nacional, tanto documental como de ficción, utilizando para ello todas sus plataformas.
  • Que se fortalezcan las sedes regionales y la presencia de las regiones en la pantalla nacional.
  • Que se implemente a partir de 2020 la señal cultural aprobada en la ley 21.131 y cuyo financiamiento de instalación se encuentra disponible.

La nueva ley deberá corregir las principales insuficiencias del actual modelo. Después de más de dos décadas será necesario redefinir la misión de la televisión pública recogiendo las transformaciones culturales que se han producido en la sociedad chilena y mundial y la ampliación de las demandas por la igualdad y las libertades, así como los sustantivos cambios tecnológicos. Será indispensable un cambio radical en la gobernanza de TVN, garantizando la autonomía, el carácter plural y la calidad profesional de sus órganos de dirección. El sistema de financiamiento deberá ser sustituido por uno en que se establezca el aporte público en función de su misión específica. Será también indispensable señalar claramente que es objetivo de la televisión pública acceder a las más amplias audiencias como condición de su misión.

Será indispensable un cambio radical en la gobernanza de TVN, garantizando la autonomía, el carácter plural y la calidad profesional de sus órganos de dirección.

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