A contar de las recientes primarias legales el espacio político registra algún grado de confusión para la próxima contienda presidencial y parlamentaria de noviembre próximo.
Ello involucra en buena medida a la Unidad Constituyente, cuyas insuficiencias evidentes y gruesos errores de conducción política facilitan la captura electoral por parte de sectores de la izquierda y la derecha continuista con nuevo ropaje.
En los recientes eventos del plebiscito constitucional, elección de constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales, la derecha fue la gran perdedora, reduciendo su votación a tal punto que no alcanzó el tercio de la Convención Constituyente que se había propuesto como objetivo básico y sólo eligió un gobernador, perdiendo además alcaldías emblemáticas como Santiago, Maipú, Ñuñoa, Viña del Mar, entre otras.
Como era esperable, nada se hizo esperar la reacción algo desesperada y marcada por su histórica manipulación mediática de la derecha más recalcitrante y refractaria a las transformaciones que demanda una evidente mayoría. El Mercurio en su editorial al día siguiente de las primarias consignó : “se ha confirmado el carácter absolutamente abierto de la elección presidencial de fin de año : del resultado de la primaria han emergido dos candidaturas altamente competitivas”.
Nada de lejos de lo anterior Pablo Longueira apuntaba “ellos sumarán en primera vuelta en torno al 90% si hay más candidatos”, agregando que ambos sí estarán en segunda vuelta”. Respecto de la supuesta amenaza de JA Kast fue terminante: “ni siquiera ganará en las 3 comunas del Rechazo”. (17-Julio-en ADN).
Tales afirmaciones solo se sostienen en el afán de potenciar a Sichel, el candidato de los empresarios, como acotó oportunamente Evelyn Matthei.
Ciertamente la derecha necesita descartar el riesgo de un tercer lugar, en la eventualidad que el (la) candidato de Unidad Constituyente la desplace como ha ocurrido con la votación del actual oficialismo en las últimas votaciones.
La derecha mercurial y Longueira ponen las cosas de este modo apostando a capturar eventual votación de “centro”, no solo en la posibilidad que la candidatura de Unidad Constituyente no sea del PDC, o si lo es procurando presentar a Provoste como izquierdista, tal cual lo ha advertido Sichel en estos días.
Al mismo tiempo, por el flanco izquierdo Boric apuesta a capturar votación del ala izquierda de Unidad Constituyente, esencialmente en la eventualidad que Narváez no sea la triunfadora de la votación del próximo 21 de agosto.
Advirtamos que las mencionadas pueden ser cuentas alegres, asumiendo que la votación de primarias legales alcanzó poco más de 3 millones en un padrón potencial de 14 millones que ciertamente será bastante menor.
En todo caso si las cifras ya referidas se comparan con la última elección presidencial donde votó el 43% del padrón, Piñera alcanzó 3.796.579 y Guillier 3.159.902. Considerando aquella alta abstención y proyectando tendencias se puede considerar que parte significativa de quienes no participaron en primarias legales corresponde a un electorado que ha votado por opciones PDC, PS, PPD, PR., si se tiene en cuenta, además, la reciente segunda vuelta de gobernadores.
Giorgio Jackson lo expresó con claridad : “esto no es carrera corrida, es el peor error en que podemos incurrir. No hay que marearse con los resultados de este fin de semana, hay que poner cable a tierra porque con un millón 700 mil votos sabemos que nadie se elige como Presidente en Chile”. (21-julio, en El Mostrador)
De allí que no es indiferente cómo resulte la complicada consulta ciudadana de Convención Constituyente. Importa tanto la cantidad de participantes como el carácter “limpio” y sin recriminaciones posteriores.
Recién entonces entraría a jugar la significancia de los contenidos de un programa de gobierno capaz de satisfacer las múltiples inquietudes e interrogantes respecto del futuro del país, en el marco de la crisis mayor en que la ha dejado el actual gobierno de Piñera (un vacío que complica a la derecha alineada tras el exministro Sichel) y las expectativas del inicial proceso constituyente.