Las primarias del pasado día domingo en Uruguay, cuando las diversas agrupaciones políticas eligieron sus candidatos presidenciales, depararon alguna sorpresa. Como la arremetida final del economista Ernesto Talvi, el desafiante del octogenario ex mandatario Julio María Sanguinetti, que aspiraba a una tercera oportunidad, en representación del tradicional Partido Colorado. Talvi, un economista, hijo de inmigrantes, con escasa experiencia política, se impuso cómodamente al histórico líder colorado para transformarse en el candidato de su partido en las elecciones del próximo 27 de octubre.
Talvi, un economista, hijo de inmigrantes, con escasa experiencia política, se impuso cómodamente al histórico líder colorado para transformarse en el candidato de su partido en las elecciones del próximo 27 de octubre.
Con todo, la atención de los observadores estaba centrada en las ásperas y disputadas elecciones internas del Partido Blanco. Allí Luis Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle – que en las pasadas elecciones de 2014 enfrentó sin éxito al actual mandatario Tabaré Vázquez – fue desafiado por un outsider de la política, el empresario Juan Sartori (casado con la hija de un enigmático millonario ruso), que no ha vivido en Uruguay gran parte de su vida, compitiendo por la nominación un partido al cual ingresó muy recientemente.
Nadie apostaba a que el “aparecido” Sartori amagara seriamente a Lacalle (que superó el 50% de los votos). Sin embargo, el outsider (con un 22% de las preferencias del Partido Blanco) consiguió un segundo lugar, desplazando a otro histórico postulante, Jorge Larrañaga, a través de un discurso marcadamente populista, una agresiva campaña no exenta de descalificaciones e ingentes recursos económicos, hasta ahora inéditos en este tipo de contiendas.
Pese a que el triunfante Lacalle desechó a Sartori como compañero de fórmula para la próxima elección, optando por la presidenta de su partido, el desafiante empresario afirmó que había llegado a la política para quedarse, augurando futuras tensiones en ese partido.
Nadie apostaba a que el “aparecido” Sartori amagara seriamente a Lacalle (que superó el 50% de los votos). Sin embargo, el outsider (con un 22% de las preferencias del Partido Blanco) consiguió un segundo lugar, desplazando a otro histórico postulante, Jorge Larrañaga, a través de un discurso marcadamente populista, una agresiva campaña no exenta de descalificaciones e ingentes recursos económicos, hasta ahora inéditos en este tipo de contiendas.
Daniel Martínez marca la renovación generacional del Frente Amplio
En el Frente Amplio las elecciones internas carecieron de mayor dramatismo y tensión. Una campaña tranquila enfrentó al ex intendente de Montevideo, el ingeniero socialista Daniel Martínez, con la también ingeniera Carolina Cosse, respaldada por el ex Presidente José Mujica; el comunista Oscar Andrade y el economista Mario Bergara.
Martínez, ex intendente de Montevideo, con fuertes vínculos en el movimiento sindical, se impuso cómodamente a Carolina Cosse, superando el 40 % de las preferencias, marcando una renovación generacional, cuando líderes históricos como el actual mandatario, Tabaré Vázquez, José Mujica y Danilo Astori, preparan su retiro.
La duda es si este proceso de renovación generacional mantendrá la convocatoria y el arrastre electoral que evidentemente tenían y mantienen sus dirigentes históricos. En todo caso, Daniel Martínez, flamante abanderado del Frente Amplio, no es precisamente un recién llegado a la política. Con 62 años y una larga militancia, iniciada en el Partido Socialista en 1973 – año del golpe de Estado que derivó en el gobierno cívico militar encabezado por Bordaberry – ocupó diversas responsabilidades partidarias en tiempos de clandestinidad, integrando el Comité Central de su partido, para luego resultar elegido dos veces como senador y asumir la Intendencia de Montevideo, cargo al que renunció por su actual opción presidencial.
En todo caso, Daniel Martínez, flamante abanderado del Frente Amplio, no es precisamente un recién llegado a la política. Con 62 años y una larga militancia, iniciada en el Partido Socialista en 1973 – año del golpe de Estado que derivó en el gobierno cívico militar encabezado por Bordaberry – ocupó diversas responsabilidades partidarias en tiempos de clandestinidad, integrando el Comité Central de su partido, para luego resultar elegido dos veces como senador y asumir la Intendencia de Montevideo, cargo al que renunció por su actual opción presidencial.
Las interrogantes respecto del triunfo de Martínez en la futura contienda presidencial tienen que ver con el evidente desgaste del Frente Amplio después de tres períodos consecutivos en el poder. Es parte de su propia militancia la que critica, en sordina y a veces no tanto, la conducción económica, asociada a una fuerte presión fiscal, incremento del costo de la vida, estancamiento de la reforma educacional y más en general, la ausencia de un impulso modernizador que ofrezca nuevas oportunidades, especialmente a los jóvenes que emigran del país en busca de mejores oportunidades.
Pese a todas las dudas y críticas, el balance de la última década es favorable para el Frente Amplio y sus sucesivas administraciones, en un pequeño país que ha crecido ininterrumpidamente en estos años, en el marco de estabilidad política, paz social y desarrollo liberal en los llamados temas valóricos. Uno de los pocos países gobernados por la centro izquierda, que ha mantenido una equilibrada política internacional, como lo demuestra su postura frente a la crisis venezolana.
Pese a todas las dudas y críticas, el balance de la última década es favorable para el Frente Amplio y sus sucesivas administraciones, en un pequeño país que ha crecido ininterrumpidamente en estos años, en el marco de estabilidad política, paz social y desarrollo liberal en los llamados temas valóricos. Uno de los pocos países gobernados por la centro izquierda, que ha mantenido una equilibrada política internacional, como lo demuestra su postura frente a la crisis venezolana.
Al igual de lo sucedido en Chile y más recientemente en las elecciones mejicanas, la crisis venezolana amenaza con convertirse en uno de los temas preferentes para la derecha en la próxima campaña presidencial, tras las elecciones primarias. No son pocos los sectores conservadores que critican la “neutralidad” que ha asumido el actual gobierno frente a esa crisis, sin sumarse a la política confrontacional del llamado Grupo de Lima, ni reconociendo a Juan Guaidó como Presidente encargado, alentando, en cambio, el diálogo y negociación para una salida política a la crisis de Venezuela.
El escenario de la elección presidencial
En base a los resultados de las recientes elecciones internas para designar los candidatos presidenciales de las diversas agrupaciones políticas, se podría afirmar que la suma de blancos y colorados, supera al Frente Amplio. Pero eso ha sido así en pasadas contiendas cuando la actual coalición gobernante ganó la presidencia de la República y obtuvo mayoría parlamentaria.
Sin embargo Uruguay, frecuentemente presentado como un modelo de democracia avanzada y progresista, que lidera el ranking de transparencia y probidad en la región, tiene aquellas particularidades singulares que complican cualquier proyección por adelantado.
Al evidente desgaste político y electoral que afecta al Frente Amplio, se podría añadir que son otros los vientos que hoy soplan en el mundo y nuestra propia región – con el avance de populismos de diverso signo, incluida la ultraderecha, que ganan terreno en Europa, Estados Unidos y más recientemente en Brasil – que podrían favorecer las opciones de derecha en las próximas elecciones uruguayas.
Sin embargo Uruguay, frecuentemente presentado como un modelo de democracia avanzada y progresista, que lidera el ranking de transparencia y probidad en la región, tiene aquellas particularidades singulares que complican cualquier proyección por adelantado.
Además, hablando de contextos, no es un momento muy favorable para los gobiernos de derecha o ultraderecha en la región.
Mauricio Macri simboliza un fracaso mayor para su promesa de ordenar y dinamizar la economía en Argentina, con severas dificultades para su reelección. A escasos seis meses de su elección, Jair Bolsonaro tropieza con la economía y su torpeza política, enfrentando conflictos sociales y escollos judiciales, que explican el abrupto descenso de su nivel de adhesión y popularidad.
Mauricio Macri simboliza un fracaso mayor para su promesa de ordenar y dinamizar la economía en Argentina, con severas dificultades para su reelección. A escasos seis meses de su elección, Jair Bolsonaro tropieza con la economía y su torpeza política, enfrentando conflictos sociales y escollos judiciales, que explican el abrupto descenso de su nivel de adhesión y popularidad.
Tampoco la conducción de Sebastián Piñera ha satisfecho las expectativas generadas con su promesa de “tiempos mejores”, mientras Iván Duque, cuya popularidad ha caído por debajo del 30 %, hace frente a dificultades mayores en Colombia. El contraste lo marca, hasta hoy, pese a sus grandes desafíos y escollos, el significativo respaldo que mantiene el presidente mexicano Manuel López Obrador luego de su primer año de mandato (sobre el 66 %).
El favorable balance de los gobiernos frenteamplistas, el resultado de sus recientes elecciones primarias, marcando una renovación generacional, y el volátil escenario regional, podrían favorecer a Daniel Martínez en la contienda presidencial que se inaugura tras las recientes primarias, con la vista puesta en el próximo 27 de octubre.
El favorable balance de los gobiernos frenteamplistas, el resultado de sus recientes elecciones primarias, marcando una renovación generacional, y el volátil escenario regional, podrían favorecer a Daniel Martínez en la contienda presidencial que se inaugura tras las recientes primarias, con la vista puesta en el próximo 27 de octubre.