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Finalmente voy a encontrarme con mis amigos
que entregaron su vida por nosotros.
A la celebración se suman con entusiasmo
las valquirias y aquellos dioses
que han valorado nuestro heroísmo.
Me encanta cómo lucen con orgullo sus cicatrices
y de qué manera recuerdan sus hazañas.
Les cuento que se han escrito fabulosos libros
y entonado bellas canciones en honor a su legado.
Que sus hijos agitan con igual pasión sus banderas
y que calles y plazas llevan sus nombres
en las ciudades iluminadas.
Ahora con mis amigos hemos tomado la firme decisión
de librar la gran batalla del fin del mundo.