Y cuando despertó, el virus seguía ahí. Por Julio Sau Aguayo

por La Nueva Mirada

“Y cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí”. Ese es el conocido texto del que es a mi juicio el mejor cuento corto jamás escrito. Su autor es el escritor guatemalteco, avecindado en México, Augusto “Tito” Monterroso, que vivió también algunos años en Chile, y alude magistralmente a una pesadilla de la cual el sujeto del cuento despierta, pero solo para constatar con espanto que el principal motivo de la pesadilla vivida en sueños sigue ahí. Pero ahora en la realidad que él vive obviamente despierto.

He elegido el texto del cuento de Monterroso como título de esta columna para describir los rasgos que pudieran tener los años venideros si es que se prolongan infructuosamente en el tiempo los esfuerzos por crear una vacuna idealmente a disposición de todos los habitantes de nuestro planeta. Forzados a combatir la enfermedad del Covid-19 solo con medicamentos seguiríamos por un lapso aún indeterminado esperando que China encuentre la vacuna milagrosa y la ponga a libre disposición de los seres humanos urbi et orbi (sería un bienvenido milagro de su soft power que el gobierno chino ya ha anunciado) o la aparición de una o más vacunas que entren a competir en el mercado internacional, ya sea monopólico en el primer caso o competitivo en el segundo.

La sociedad internacional contemporánea es muy diferente a la existente en los inicios del siglo pasado, cuando se extendió la llamada gripe española. El Covid-19 se expande ahora en una sociedad globalizada en sus aspectos comerciales y financieros, en el alcance de los medios de transporte y en las redes tecnológicas y de comunicación, lo que determina que los seres humanos se trasladen incesantemente de un punto a otro del planeta por toda clase de razones: laborales, comerciales, académicas, políticas, culturales, familiares o simplemente turísticas. A ello debemos agregar el complejo fenómeno de las migraciones.  Y como el coronavirus se hospeda, sin que nadie lo invite, en las personas, ha infectado a éstas en todos los rincones del planeta. Un solo dato, aportado por Dominique Strauss-Kahn en un artículo publicado en Le Monde de 10 de julio de este año, contribuye a dimensionar comparativamente la gripe española con la pandemia del coronavirus: la población que a la fecha vive en confinamiento en todo el planeta o que tiene planeado hacerlo pronto equivale al doble de la población mundial de los años de la gripe española. La masividad del confinamiento es explicable si consideramos la severa advertencia reciente de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU: “Le tomó al mundo tres meses para alcanzar los 100.000 casos confirmados de infección. Los siguientes 100.000 ocurrieron en sólo 12 días. El tercero tomó cuatro días. El cuarto, sólo uno y medio. Este un crecimiento exponencial y sólo la punta del iceberg”. (https://news.un.org/story/2020/03/1471782)

contribuye a dimensionar comparativamente la gripe española con la pandemia del coronavirus

Hasta ahora, ni las ciencias relacionadas con la salud pública, ni las ciencias sociales o económicas, han logrado encontrar vacunas, antídotos ni políticas públicas capaces de frenar la propagación del coronavirus ni sus efectos sociales y económicos. Éste ha demostrado que no es discriminatorio, ya que ataca por igual a países desarrollados y subdesarrollados y a todos los individuos, cualquiera que sea su nacionalidad o condición social. Y si golpea con mayor velocidad y dureza a los pobres, es porque aprovecha que éstos no están protegidos debido a sus precarias condiciones habitacionales y sanitarias, así como a la dificultad objetiva que muchos de ellos tienen para cumplir los períodos de confinamiento, ya sea porque su trabajo por cuenta propia es el comercio diario en la calle o porque son trabajadores de empresas con escasas posibilidades reales de emplear el trabajo online desde casa.  El Covid-19 nos puede contagiar a todos, pero están más expuestos a ello los mayoritarios sectores marginados de nuestro pueblo.

Tal vez cuando despertemos de esta pesadilla- ojalá lo antes posible y con el menor costo de muertes – se hayan creado las condiciones para que el virus no siga allí. Pero deberemos enfrentar la otra pesadilla: la profunda crisis económica global y nacional que recién se ha iniciado. La confluencia de la    post pandemia sanitaria y la crisis económica provocada por ella constituirá el telón de fondo del proceso de cambios políticos que esperanzadamente Chile iniciará en el plebiscito por una nueva Constitución en el mes de octubre próximo.

 Tras cincuenta años del triunfo electoral de Salvador Allende y la Unidad Popular, cuarenta y nueve de la nacionalización del cobre, treinta y dos del plebiscito que nos permitió derrotar a la dictadura cívico-militar y recuperar la democracia y apenas un año después de iniciado un impresionante proceso de protesta social, el pueblo chileno retoma la construcción de su Historia en una nueva fase de lo que Norbert Lechner llamó “la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado”. La experiencia acumulada en el último medio siglo de luchas democráticas será sin duda un factor en su favor.

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1 comment

Raul Rene Riquelme Vejar julio 25, 2020 - 5:50 pm

Don Julio: Un excelente artículo, hay que seguir pensando como perfeccionar nuestra democracia con la mejor disposición de todos los actores, con la mayor participación de la ciudadanía para que los cambios tengan toda la legitimidad necesaria. De modo de tener un país, mejor preparado para enfrentar pesadillas como esta Pandemia y futuras catástrofes como es frecuente en nuestro país. Pero hecho de menos liderazgos lúcidos que conduzcan este complejo proceso. Veo líderes cortoplacistas sin ninguna visión de estado, solo defendiendo sus intereses creados. Hay muchos dinosaurios que seguir enfrentando en el futuro. Que no se quedaron en la prehistoria.

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