Fue atinado y prudente que el gobierno convocara a una mesa social integrando a representantes de municipios, el Colegio Médico y de una diversidad de organismos para integrar percepciones y propuestas al enfrentar la pandemia universal que, según cifras oficiales, afectaría a más de mil compatriotas.
Una iniciativa que parecía insoslayable ante los bajos niveles de apoyo y credibilidad que marca el gobierno en las encuestas luego de su desastroso manejo del conflicto social que estalló el 18 de octubre, cambiando el curso de los acontecimientos nacionales, instalando una agenda impensada por las autoridades que, entre otras consecuencias, condicionó un proceso constituyente alterado por los efectos de la pandemia pero vigente y finalmente inevitable pese a la resistencia de una minoría oficialista.
Fue inocultable la inicial improvisación gubernamental, con vacilaciones y severas contradicciones a la hora de anunciar medidas y explicar con detalles el plan que habría elaborado para prevenir los contagios e intentar aplanar su curva de crecimiento, con el objeto de impedir la crisis del sistema sanitario que amenaza al país, como ocurre en otras latitudes. No fue un detalle menor la discutida aplicación del toque de queda y el funcionamiento caótico como angustiante de los usuarios del Metro y la locomoción colectiva en Santiago el día siguiente de su puesta en marcha. Una responsabilidad mayor eludida por las autoridades oficiales.
Fue inocultable la inicial improvisación gubernamental, con vacilaciones y severas contradicciones a la hora de anunciar medidas
Con todo, aún no existen convicciones compartidas plenamente con respecto de la “cuarentena progresiva” que ha implementado el gobierno. Es evidente que el gremio de los médicos, los municipios y profesionales de la salud, siguen demandando medidas más drásticas, como cuarentena total en algunas regiones o comunas, cordones sanitarios, masificación de los test de posibles contagiados ,urgente reforzamiento del sistema público de salud (evitando “las soluciones de mercado”), ante el temor que le epidemia en nuestro país se comporte de manera más parecida a lo que ha ocurrido en algunos países europeos como Italia y España, en ciudades de Estados Unidos, como New York, que a las drásticas soluciones aplicadas en China y otros países asiáticos.
Con todo, aún no existen convicciones compartidas plenamente con respecto de la “cuarentena progresiva” que ha implementado el gobierno.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasará en las próximas semanas o meses, que coinciden con la llegada del otoño y la proximidad del invierno, pero todos coinciden que será el período más crítico de la epidemia. Lo peor está por venir, anuncian las autoridades, poniendo a prueba la capacidad no tan sólo del gobierno, el sistema público de salud, de las instituciones, los diversos sectores sociales y políticos, así como la respuesta ciudadana, para enfrentar, de manera solidaria, responsable y colaborativa, esta pandemia que concentra la inquietud pública
Existe todo un debate respecto de si no estaremos en medio de una histeria global, sobredimensionando el impacto de una epidemia que hasta ahora registra menos víctimas a nivel global que la gripe común o la influenza. Pero la infección se expande con inusual rapidez por todo el mundo y crece el número de fallecidos principalmente en Europa y otras latitudes, llegando a la región.
Existe todo un debate respecto de si no estaremos en medio de una histeria global, sobredimensionando el impacto de una epidemia que hasta ahora registra menos víctimas a nivel global que la gripe común o la influenza.
Asumir el costo social de la epidemia
Sin lugar a dudas, ello implicará tomar medidas cada vez más drásticas para prevenir los contagios y atender la emergencia. Medidas duras que inevitablemente no tan solo afectarán la vida cotidiana de la población (ya es duro vivir el asilamiento social), sino también la actividad económica del país (que ya ha sufrido fuertes impactos), con un alto costo social que, como siempre, golpea con mayor fuerza a los sectores más vulnerables del país, aunque se le haya calificado inicialmente como una pandemia del barrio alto, aludiendo a los viajeros internacionales que la importaron.
Sin lugar a dudas, ello implicará tomar medidas cada vez más drásticas para prevenir los contagios y atender la emergencia.
con un alto costo social que, como siempre, golpea con mayor fuerza a los sectores más vulnerables del país, aunque se le haya calificado inicialmente como una pandemia del barrio alto, aludiendo a los viajeros internacionales que la importaron.
Ello representa una dimensión de la crisis que ni las autoridades, los parlamentarios o los empresarios pueden obviar. El gobierno ha anunciado una relevante inyección de recursos para fortalecer el sistema público de salud, defender los empleos y auxiliar principalmente a las PYMES. Sin embargo, siendo muy relevante para las dimensiones de nuestro país, la anunciada inyección de recursos no parece ser suficiente si no se adoptan medidas adicionales para impedir reducciones salariales, despidos temporales o definitivos, ejecución de deudores, cierre de empresas, especulación con bienes de primera necesidad y alivio para los sectores de menores ingresos.
la anunciada inyección de recursos no parece ser suficiente si no se adoptan medidas adicionales para impedir reducciones salariales, despidos temporales o definitivos, ejecución de deudores, cierre de empresas, especulación con bienes de primera necesidad y alivio para los sectores de menores ingresos.
Diversos sectores sociales y políticos han propuesto varias iniciativas complementarias al paquete fiscal anunciado por el gobierno y es de esperar que las autoridades, al igual como lo han hecho respecto del coronavirus, genere instancias de diálogo con diversos sectores políticos y sociales para reforzar las medidas que contribuyan a aliviar el costo social y económico que conlleva esta pandemia.
es de esperar que las autoridades, al igual como lo han hecho respecto del coronavirus, genere instancias de diálogo con diversos sectores políticos y sociales para reforzar las medidas que contribuyan a aliviar el costo social y económico que conlleva esta pandemia.
América latina, al igual que la mayoría de los países en desarrollo, no tiene la posibilidad de movilizar los ingentes recursos que disponen las naciones desarrolladas para enfrentar la emergencia en sus múltiples dimensiones sanitarias, sociales y económicas.
Es más que discutible que Chile posea el mejor sistema sanitario del plantea, como le gusta sostener al cuestionado ministro del ramo
Es más que discutible que Chile posea el mejor sistema sanitario del plantea, como le gusta sostener al cuestionado ministro del ramo, pero sin lugar a dudas parece tener mayores fortalezas que otros países en nuestra región. No por nada Chile cuenta con el mayor ingreso per cápita de la región. En periodo de bonanza el país ha ahorrado en importantes fondos soberanos. El 1 % de la población se ha visto fuertemente favorecido con el crecimiento económico de los últimos treinta años y concentra cerca del 40 % de los ingresos del país. Ha llegado la hora de movilizar esos activos de manera solidaria y proactiva. Aún queda mucha carne para tirar a la parrilla. Es una urgencia nacional.
El 1 % de la población se ha visto fuertemente favorecido con el crecimiento económico de los últimos treinta años y concentra cerca del 40 % de los ingresos del país. Ha llegado la hora de movilizar esos activos de manera solidaria y proactiva. Aún queda mucha carne para tirar a la parrilla. Es una urgencia nacional.
Mirar más allá de la crisis sanitaria
Nadie duda que el mundo, la región y nuestro propio país, lograrán superar la actual emergencia, idealmente más temprano que tarde. Sea con el descubrimiento de una vacuna (que tardará meses en ser producida masivamente) y/o un tratamiento eficaz. El imperativo de la hora presenta no tan sólo es enfrentar sus nocivos efectos, disminuir los contagios, prevenir muertes, fortalecer el sistema público de salud, sino también reducir el costo económico y social que genera la epidemia, e imaginar los escenarios de futuro, asumiendo las inevitables secuelas de la crisis en curso.
El estallido social que viviera el país los últimos cinco meses no ha sido superado. Apenas ha entrado en un paréntesis a causa de la crisis sanitaria, planteando serios desafíos no tan sólo al gobierno, que levemente puede repuntar sus niveles de apoyo gracias a sus innegables esfuerzos (no suficientes ni todos funcionales) para enfrentar la emergencia, con el apoyo de los diversos actores sociales y políticos.
Aún el país tiene pendiente enfrentar y resolver las principales demandas ciudadanas para avanzar hacia un sistema más justo y solidario, generar una nueva institucionalidad democrática en sus orígenes, enfrentar las profundas desigualdades en nuestro proceso de desarrollo y terminar con los abusos.
Aún el país tiene pendiente enfrentar y resolver las principales demandas ciudadanas para avanzar hacia un sistema más justo y solidario, generar una nueva institucionalidad democrática en sus orígenes, enfrentar las profundas desigualdades en nuestro proceso de desarrollo y terminar con los abusos.
Ciertamente los escollos para avanzar son crecientes, pero no existen plazos indefinidos que se puedan prolongar en demasía.
El parlamento acaba de aprobar un nuevo cronograma para el proceso constituyente y las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales (en donde aún existen algunas dudas acerca de la conveniencia de postergarlas).
De la misma manera es necesario dar forma a un nuevo pacto social, que asuma las principales demandas ciudadanas, abriendo un cauce institucional para procesarlas y resolverlas.
Y resulta del todo indispensable abordar, con otros parámetros políticos y sociales, cómo activar la economía, fuertemente impactada por la crisis.
Y resulta del todo indispensable abordar, con otros parámetros políticos y sociales, cómo activar la economía, fuertemente impactada por la crisis.
Lo urgente no puede hacer olvidar lo importante.
Lo urgente no puede hacer olvidar lo importante.