2052: El Templo de Augusto.

por Patricio Escobar

Ubicarse en un rincón del pequeño espacio que guarda las columnas romanas del Templo de Augusto es una de mis mayores aficiones cada vez que recorro las callejuelas de la ciudad de Barcelona. Incluso en los tórridos veranos en que la ciudad nada tiene que envidiar al Comala de Pedro Páramo, el recinto provee algo de frescor. Pero lo que más me atrae es el silencio que impera. La presencia de tamañas columnas impone un respeto que incluso los guiris* más estridentes hacen esfuerzos por no romper.

Habitualmente me siento en un escalón bajo y veo pasar innumerables visitantes que levantan la vista admirados de las reliquias de un pasado muy lejano, pero que luego de dos minutos se cansan de leer las explicaciones, y se retiran.

Al observar las columnas no puedo dejar de imaginar que en el mismo lugar en que me encuentro hace casi dos mil años hubo alguien que se acercó a las puertas del templo de la entonces Barcino. ¿Un esclavo en busca de su amo, un noble romano portando una ofrenda a los dioses, un legionario vigilando la entrada del templo?

He visto pasar muchos visitantes y creo que ya es tiempo que continúe mi camino. Sin embargo, algo llama mi atención al levantarme. En el rincón opuesto hay una figura que lleva más tiempo que yo en el recinto, pues al llegar, me pareció verla, sentada e inmóvil. Al dirigirme a la salida, la observo mientras camino. Es una mujer algo mayor que, sentada con su espalda recta, parece reconcentrada, pero en su mirada se adivina un vacío y, quizás, algo de angustia.

  • La puc ajudar en alguna cosa? (¿La puedo ayudar en algo?)
  • Vostè parla català? (¿Usted habla catalán?)
  • Sí. Una mica. La puc ajudar? (Sí, un poco. ¿La puedo ayudar?)
  • Jo parlava català quan era petita. Els meus pares van néixer a Girona, però  ens vam anar per la Gran Inundació de la costa catalana. (Yo hablaba catalán cuando era pequeña. Mis padres nacieron en Girona, pero nos marchamos por la Gran Inundación de la costa catalana).
  • Quina inundació? (¿Qué inundación?)
  • La del 36… (La del 36…)

Por un momento sus ojos parecieron brillar cuando me preguntó si hablaba catalán. Pero luego volvieron a perderse en una lejanía inabarcable. Me pregunto quién podrá ser esta mujer. Una figura menuda, con el cabello casi blanco y con los surcos de la edad en el rostro. Con una vestimenta sobria y desprovista de joyas o cualquier bisutería, trasluce una cierta elegancia. Pero… ¿de qué inundación habla? No tengo registro de alguna inundación al inicio de la guerra y, además, para haber sido testigo de algo así, debiera rondar los noventa años, y no parece tenerlos.

  • No sabia que hi va haver una inundació abans de la guerra. (No sabía que hubo una inundación antes de la guerra).
  • Quina guerra. Perdoni, fa molt de temps que no parlava català. Ja no ho recordo gaire. (Perdone, hace mucho tiempo que no hablaba catalán. Ya no lo recuerdo mucho).
  • No es preocupi (No se preocupe), podemos conversar en español… Pero hábleme de la inundación, por favor.

Me observa ahora con cierta extrañeza. Inclina levemente su cabeza, tratando de encontrar unas palabras que parecen no llegar.

  • No entiendo su pregunta ni tampoco que no sepa de la inundación…
  • Lo que he leído sobre la Guerra Civil, no menciona una inundación. ¿Y cómo lo sabe usted? Perdone, pero usted no se ve de tanta edad.

Su semblante ha mudado ahora a la perplejidad. No solo parece no entender mi ignorancia, sino que la situación completa es la que le resulta extraña. Pienso que la estoy inquietando y probablemente padezca algún tipo de trastorno. Lo mejor…

  • La Guerra Civil comenzó en el 36, pero del siglo XX. Yo le hablo de 2036.

Un escalofrío me recorre la espalda. Seguramente lo adecuado es que llame al 112 solicitando ayuda. Sin embargo, ya no parece inquieta, y la seguridad con la que me habla es la de una maestra enfrentada a un discípulo distraído. Finalmente me gana la curiosidad.

  • Las guerras mundiales ya habían terminado en el 36 y lo que se llamó la Gran Inundación fue un brusco incremento en el nivel del mar. Lo de “Gran Inundación” se usó en aquellos años, pero cuando vino la del año 2042, que sí fue inmensa, ya se dejó de tratar de ponerle algún nombre a esas catástrofes. De ahí en más, solo se trató de sobrevivir.

Estoy atónito y ello se refleja en mi semblante. Sin embargo, sus palabras y el modo de hablar parecen tan llanos y asertivos, que no me atrevo a interrumpirla.

  • Usted no entiende lo que digo, ¿verdad? Llevo mucho aquí, en el Templo de Augusto, sin saber cómo ni porqué. Solo cuando usted comenzó a hablarme, empecé a darme cuenta de lo que ocurría. Toda la vida quise conocer este lugar y me pasé largas horas de mi juventud admirando las fotografías y los viejos folletos turísticos de la ciudad de Barcelona. Cuando mis hijos ya fueron un poco mayores, pude cumplir mi sueño de ser historiadora y por todos los medios deseé saber de ese mundo de ayer. El mundo de antes del colapso.

Desde hacía décadas que todos sabíamos que la crisis climática no era una realidad cercana. Ya había llegado. No se podía decir que era imperceptible, porque la evidencia era tan abrumadora que solo el terror que arrastró a muchos al negacionismo, impedía aceptar esa verdad. El nivel del mar crecía inexorablemente y había hecho desaparecer muchas islas en los océanos. Incluso las economías experimentaban recurrentes crisis producto del hundimiento del sector inmobiliario, que durante décadas dio sustento a un capitalismo rentista y depredador. Para 2036, las principales ciudades costeras en el mundo habían sido abandonadas, como lo fueron Miami y New York en Estados Unidos, Shanghai y Wuenzhou en China, o Perth y Jakarta en Oceanía. Otras, sobrevivían con una fracción de su población habitando edificios-islas en condiciones misérrimas. Lo mismo se repitió en las más diversas regiones del mundo. En esas condiciones se produjo la Gran Inundación donde, en poco más de 48 horas, las costas se desplazaron decenas de kilómetros tierra adentro y, en algunas zonas, centenares, hasta crear mares interiores en los continentes.

La historia del mundo, que hasta ese momento había sido una constante migración desde el interior de los continentes hasta las costas, se detuvo y revirtió bruscamente y, en un plazo muy breve, los seres humanos hubieron de buscar refugio en el interior. No sé si puede imaginar a dos mil millones de personas huyendo de un lento tsunami que ataca todas las costas del planeta, teniendo que abandonar, de paso, todas sus posesiones.

En esa época, el mar alcanzó hasta la Gran Vía en esta ciudad y las olas comenzaron a golpear incansables el edificio abandonado de la Universitat de Barcelona. Este templo quedó bajo el agua y, en momentos de marea baja, se podía divisar parte de los edificios de la Generalitat y el Ajuntament. Luego del año 42, solo se podía ver junto al Tibidabo, una parte del castillo de Montjuïc y una estrella de cristal de la iglesia de la Sagrada Familia.

Continúo en silencio. Sé que nuestra situación es crítica. En realidad, todos lo sabemos, y desde hace mucho. Pero imaginar los pormenores de una realidad que pueda resultar inexorable, me quita el aliento.

  • Pero ¿usted me quiere decir que no se pudo hacer nada para impedir esa catástrofe? ¿Qu­­­­­­­­­­­­e al final, miramos indiferentes la destrucción del planeta?
  • La mayor parte de la comunidad científica sabía que el umbral de no retorno se había cruzado en la primera década del siglo XXI, pero, sea por temor, por impotencia o por ineptitud, prefirieron creer que algo ocurriría y la humanidad saldría impune de su crimen intergeneracional.
  • No sabe cómo me cuesta o, mejor dicho, cuánto temo imaginar una realidad de ese tipo.
  • El mundo venía saliendo de un dramático reordenamiento del poder global y de la más profunda crisis que el capitalismo experimentó…
  • Pero ¿las grandes economías, las grandes potencias mundiales reaccionaron de alguna manera?
  • Ya no había grandes economías en los años treinta. Cuando comenzó la migración, los sistemas económicos colapsaron. Millones de personas deambulaban por los caminos, arrastrando a niños y ancianos junto a lo poco que pudieron rescatar de sus posesiones más preciadas. Los liderazgos más eficientes eran los de los depredadores que saqueaban cuanto encontraban a su paso. Para Europa fue incluso peor que el colapso del Imperio Romano de Occidente.
  • Pero ¿qué hicieron Estados Unidos, China…?
  • ¿Estados Unidos? El año 2025 comenzó la guerra civil en Estados Unidos. El periodo previo estuvo marcado por el encarcelamiento del expresidente Trump y los estallidos sociales que, finalmente, acabaron con la declaración de secesión de los Estados del medio Oeste y el Sur. Cuando el gobierno federal quiso intervenir, se encontró con que la Guardia Nacional había sido infiltrada hacía mucho tiempo. El hecho de ser una organización con fuertes lazos territoriales hizo que su ideología se sincronizara estrechamente con el vaivén de la política en sus Estados.  En un primer momento, el Gobierno Federal se quedó con el control de las FF.AA., es decir, el ejército, la armada y la fuerza aérea. Pero los Estados rebeldes tenían la mayor parte de la Guardia Nacional. El país que el mundo conoció hasta esos años volvía a su original extensión, desde la costa atlántica hasta los montes Apalaches. Sin embargo, la pérdida de New York y Boston por el aumento en el nivel del mar fue un duro golpe para el Gobierno Federal. Eso estancó la guerra. El mundo atlántico, más progresista y civilizado que los ultraconservadores del interior, enfrentaba los inéditos requerimientos de la crisis climática, siendo incapaz de recuperar el territorio interior, el cual inició una deriva económica y cultural que lo hizo retroceder más de un siglo en su vida social.

Luego la Gran inundación significó el desplazamiento de decenas de millones de norteamericanos, embarcados en una nueva conquista del oeste. Huían desde las costas hacia el interior, tratando de salvar sus vidas, y se enfrentaron a los gobiernos regionales y sus ciudadanos, en una nueva disputa por la tierra y por un agua cada vez más escasa.

Me habla maquinalmente. Más que buscar comunicarme o responder a las preguntas que se atropellan en mi mente, lo cual provoca que solo algunas logren expresarse, me parece que busca explicarse a sí misma su propia vida.

  • ¿La crisis impactó a China?
  • Horriblemente. La Gran Inundación acabó con la isla de Taiwán, que había sido reconquistada luego de una cruenta guerra relámpago al inicio de 2026. La primera potencia mundial luego de finalizada la guerra de Ucrania, quería confirmar su liderazgo. Pudo alcanzar sus objetivos de corto plazo, apoyada en la alianza de los BRICS, pero sufrió con el resto del mundo la suerte del planeta.
  • Me cuesta entender que Occidente se viera tan sobrepasado. Sea por la crisis ambiental o por nuevas alianzas…
  • No solo a usted le costaría entenderlo. Desde el siglo XVI en adelante, Occidente condujo al mundo a través de los derroteros que su cultura imponía y costó mucha sangre asumir que ese mundo era cosa del pasado.

La guerra en Ucrania fue un punto de inflexión en muchos sentidos. Rusia nunca pudo ser derrotada por la OTAN, porque contó siempre con el respaldo político, económico y militar de los BRICS. Mientras tanto, Occidente iniciaba su derrumbe en el invierno del 2022, con el cierre del suministro de gas natural y el embargo de cereales por parte de Rusia. La UE, principal afectada con la clausura del comercio, enfrentó un grado de conflictividad creciente cuando se vio presa de la política norteamericana que se promovía a través de la OTAN.

  • Pero la guerra ha dado impulso a una gran reconversión de las fuentes de energía. La UE está decidida a avanzar a mayor velocidad en la sustitución de los combustibles fósiles, al tiempo que se imponen políticas de uso más restrictivo de la energía.
  • Cierto. Sin embargo, eso no podía hacerse de manera apresurada. Había dos problemas sin solución. El primero era que variados insumos necesarios para generar energías limpias, no estaban disponibles en la cantidad demandada. Eso impedía, en términos absolutos, la sustitución del carbón, el petróleo y el gas natural, por energía eólica o fotovoltaica. El segundo, era que buena parte de esos escasos insumos estaban en Rusia y demás regiones de la órbita de los BRICS.

Alemania y otros países intentaron en esa época volver al carbón para producir electricidad, pero el inicio de las grandes sequías dejó el río Rin intransitable. La única vía económicamente eficiente para trasladar ese insumo se había convertido en un riachuelo en muchos tramos.

Finalmente, los países más desarrollados trataron de volver a la energía nuclear, pero ya era tarde para evitar la catástrofe.

  • ¿Usted sabe que estamos en el año 2022?
  • Sí.

Sus manos se juntan sobre sus piernas y su espalda, antes muy derecha, ahora se apoya en el pétreo respaldo del asiento en que nos encontramos. Gira un poco su cabeza y me interroga:

  • ¿Siente usted que está hablando con una anciana demente?
  • Lo que usted me relata me hace sentir tantas cosas, que le aseguro que algo como eso sería del todo insignificante.
  • ¿Por qué no me ha preguntado cómo es que sé todo lo que le he dicho?
  • No lo sé. Quizás por temor a una respuesta que rompa el encanto. Pero ya que lo dice, ¿en qué año vive usted?
  • 2052.
  • ¿Sabe usted cómo ha llegado hasta acá?
  • Sí. Pero si se lo dijera, no podríamos seguir hablando.
  • No lo haga entonces. Al menos no todavía.

Estoy seguro que no son solo mías las pesadillas sobre un mundo enfrentado al colapso y ciertamente imaginar un periodo de migraciones de esa magnitud escapa a cualquier proporción. Cuando en la frontera de Melilla en España se agolpan algunos centenares de migrantes que buscan traspasar la valla fronteriza, se desatan todos los temores y rechazos de una sociedad que en buena parte cree que la migración es responsable de sus problemas. No puedo imaginar qué sentiríamos al observar a hurtadillas desde la ventana de nuestros hogares a miles de personas deambular buscando un refugio o algo de alimento.

  • Usted me dice que la guerra aceleró la crisis climática…
  • Para ser exactos, el punto de no retorno lo habíamos pasado antes de la guerra de Ucrania. Pero ella creó condiciones para cambios de importancia que, de haber ocurrido décadas antes, pudieron significar una inflexión en el proceso de deterioro del medioambiente. Las políticas implementadas desde la antigua UE iban en la dirección correcta. No solo se trataba de sustituir los combustibles fósiles; además, había que reducir el consumo lo que, por cierto, no sonaba nada bien en los directorios de las grandes empresas.
  • ¿Por qué habla de la “antigua UE”?
  • La derrota de la OTAN en la guerra de Ucrania aceleró la descomposición de las estructuras de la UE y de la propia OTAN. El armisticio del año 2025 supuso la desaparición de Ucrania como Estado independiente. Las distintas provincias ucranianas realizaron referéndums y decidieron adherirse a Rusia. En ese escenario, Polonia optó por pactar por su cuenta con Rusia, con el fin de recuperar territorios con fuerte presencia de población polaca. Rusia no necesitaba ese acuerdo, pero se abrió a ello con el fin de debilitar a la UE. Y lo logró, puesto que luego también firmó un acuerdo por separado Hungría y, después, los países bálticos hicieron lo propio frente al temor de una Rusia tremendamente fortalecida.

La debilidad estructural de la UE estaba en su falta de democracia interna. El rechazo de su proyecto de Constitución dejó su institucionalidad democrática en un interregno. El Parlamento Europeo, la única institución que se elegía por votación directa de la ciudadanía europea, era un simple depósito de proyectos que el ejecutivo creaba. No tenía potestad legislativa. Eso estaba solo en manos de la Comisión Europea, en que reinaba una burocracia controlada por los grandes partidos de derecha o de centro. La crisis energética de los años 22 y 23, la derrota en la guerra con Rusia y el impacto de la Gran Inundación, acabó sepultando una arquitectura ya vacía. A inicios de la década del 30 estaba votando en las elecciones del Parlamento Europeo cerca del 12% de las personas con derecho a sufragio.

La catástrofe de la Gran Inundación empujó a una profunda reformulación de la UE, y la antigua dio paso a una nueva UE que desde el 2040 incorpora a Rusia y Turquía. La entrada de Rusia en ese espacio es un punto de intersección con los BRICS, que es la otra gran alianza mundial, puesto que reúne cerca de treinta países, en su mayoría del continente africano.

En América del Sur existe la Unión Latinoamericana, creada poco antes de la Inundación del 2042 e interactúa con los BRICS a través de otra intersección que en este caso es Brasil. La ONU fue quedando paulatinamente en desuso, dado la mayor eficacia de las nuevas alianzas a la hora de prevenir y resolver conflictos en cualquier rincón del planeta, y para hacer frente a los desafíos extraordinarios que supuso el cambio climático. Incluso resultó muy simbólico que el abandonado edificio de la ONU en Manhattan no resistiera los embates de las olas en la Inundación del 2042. Luego de esa crecida, Long Island, New York, Manhattan y parte importante de New Jersey, quedaron bajo el agua, al igual que Luisiana, Florida, buena parte de Texas y de California. Con la desaparición de América Central, el gran continente quedó convertido en dos islas incomunicadas.

Nos hemos quedado en silencio. Imagino cómo se siente un condenado cuando el juez lee su sentencia de muerte. También imagino que ella trata de descansar luego de haberla pronunciado. Presiento que nuestra conversación parece llegar a su fin.

  • ¿Qué es lo último que recuerda del mundo?
  • Una sensación de alivio.
  • ¿Por qué? Me acaba de revelar que el hogar que hemos conocido y en el que viven mis hijos, desaparecerá de una manera catastrófica y que muchos tal vez no sobrevivamos.
  • Sí, es cierto. En treinta años la población mundial no superará los cuatro mil millones de habitantes y el nivel de consumo global será solo algo superior a la media del siglo XIX. Pero habrá buenas noticias al final. 2052 será la segunda vez que habrá hielo durante todo el año en el antiguo Círculo Ártico. No es una superficie mayor a los doscientos metros cuadrados, pero se ha mantenido congelada. También se cumplen cinco años del final de la última guerra.  

La observo con atención y, efectivamente, distingo una expresión de descanso. Hace mucho que no entra nadie al Templo de Augusto y estamos en silencio mirando las columnas.

  • ¿Cómo es que ha llegado hasta aquí?
  • Siempre quise conocer esta ciudad y este lugar. Pero no era posible porque ya solo existían en los libros.

He hagut de morir per a això. (He tenido que morir para eso).

Miro con atención las columnas, reparando en cada detalle del paso del tiempo, mientras anhelo continuar sintiendo su presencia a mi lado.

  • Perdoni, hem de tancar (Perdone, tenemos que cerrar) –me señala un guardia desde la puerta de entrada-.
  • Perdoni vostè; ha vist sortir una dona gran ara mateix? (Perdone usted; ¿ha visto salir una mujer mayor recién?
  • Ho sento, acabo d’entrar i no he vist ningú més. M’ha semblat que estava adormit. (Lo siento, acabo de entrar y no he visto a nadie más. Me pareció que estaba dormido).

* Guiris: Turistas. Individuos que recorren las calles de Barcelona arrastrando maletas de mano o mochilas pequeñas y botellas de agua. Acostumbran a prestar atención a una ruina medieval el mismo tiempo que lo hacen frente a una tienda de souvenirs o a la oferta de sangría en algún bar. En general son ruidosos, llamativos y un tanto desagradables para los barceloneses de toda la vida.

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1 comment

Quim Torras Forns septiembre 22, 2022 - 1:44 pm

Brutal quina inventiva més realista… esperem que no sigui tan crua, gràcies

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