Más de alguien recordará pinturas de Pablo Picasso en que aparece una mujer de cuello largo, un lunar en la mejilla y una mirada penetrante dirigida hacia el infinito. Ella es Francoise Gilot, con quien Picasso convivió 10 años. Una gran pintora per se, que tuvo a dos de sus hijos y vio truncada su carrera al abandonarlo. Ahora, con casi 102 años, recibe reconocimientos y reivindicaciones después de más de medio siglo de ostracismo y exilio.
Hace pocos días, el 8 de abril de 2023, se cumplieron 50 años de la muerte de uno de los pintores más famosos y versátiles del siglo XX: Pablo Picasso. El malagueño dejó un gran legado pictórico, pero también el recuerdo de un largo camino de amores tortuosos que llevaron a sus varias parejas a la obsesión (Olga Khokhlova, la bailarina rusa con que se casó y que nunca le dio el divorcio), la miseria (Fernande, su primera amante), el suicidio (Marie Therese de Walter, la amante niña de 17 años objeto de las obsesiones sexuales sadomasoquistas del pintor que nunca pudo superar), la locura (Dora Maars, musa del surrealismo que terminó sus días en un siquiátrico) o el olvido (Francoise Gilot, la prometedora pintora que osó abandonarlo y a la que nunca perdonó)
Estaba con una amiga y el actor Alain Cuny, que cenaba con nosotras. Picasso vino a hablarnos, -diciéndole a Cuny que lo conocía: ¿Me puede presentar a sus amigas? Ella respondió sin miedo y le explicó que era artista. A partir de entonces, y aceptando la invitación de Picasso, empecé a visitarlo en su taller de Grands Augustins por las mañanas. El día que me invitó a venir por la tarde entendí muy bien qué quería decir. Francoise Gilot en Dans l’arène avec Picasso (En el ruedo con Picasso) de Maïllis,
Francoise Gilot y Pablo Picasso se conocieron en mayo de 1943 a mediados de la Segunda Guerra Mundial. Él tenía 61 años y ella apenas 21, nada fuera de lo común en el artista que siempre eligió a sus parejas entre mujeres 30 a 40 años más jóvenes. Vivieron 10 años juntos y tuvieron dos hijos: Claude y Paloma que fue bautizada así en honor al famoso dibujo de Pïcasso, realizado para el Primer Congreso Mundial por la Paz que se realizó en París en 1949 con tanto éxito que se convirtió en el símbolo de la paz, libertad e igualdad a lo largo y ancho del mundo.
Cuando se enamoró del artista, Francoise era una jovencita burguesa muy bien educada que había elegido la vida bohemia y daba sus primeros pasos, con cierto éxito, en la pintura. Picasso ya era una leyenda mundial que la invitó a mudarse con él a su casa, en París, donde le armó su propio estudio a cambio de sus cuidados y de ocuparse de las cuentas y ser su intérprete intelectual. Por un tiempo, la relación marchó de maravilla. Pero nada era eterno para Picasso y junto a la ternura inicial, Gilot pronto pudo experimentar sus ataques de refinada crueldad.
Pero la vida familiar no era ese paseo por la playa que muestra la famosa foto de Robert Capa donde se ve a Gilot paseando por la arena en Golfe-Juan, en el sur de Francia, mientras Picasso la protege del sol con una inmensa sombrilla. En sus momentos más oscuros, a Picasso le gustaba hacer desfilar frente a ella a una seguidilla de potenciales competidoras, entre ellas la famosa pintora y fotógrafa Dora Maar, y también Olga Jojlova, primera esposa del artista, una bailarina rusa que seguía a la pareja dondequiera que decidieran pasar sus vacaciones. Mi vida con Picasso, Francoise Gilot.
En este 2023, Francoise Gilot está cerca de sus 102 años, lúcida y coqueta, aunque vive apartada del mundo en un precioso departamento en Nueva York, suele vestir bellos trajes rojos, mientras observa, desde su vejez, como su obra empieza a ser reconocida en Europa, particularmente en Francia, que hasta hace pocos años la marginó y mantuvo en el más absoluto anonimato gracias a las gestiones que hizo Picasso para cerrarle todas las puertas de los marchantes y lugares de exhibición.
“Cuando te conocí eras una Venus”, le dijo poco después del nacimiento de Paloma. “Ahora sos un Cristo, y para colmo un Cristo románico, porque estás tan huesuda que se te marcan las costillas”.Pablo Picasso a Francoise Gilot.
El control que Picasso ejercía sobre sus amigos, parejas y marchantes, es motivo de controversia y fuente de varios libros como El minotauro, de Sophie Chauveau, o Mi abuelo, de Marina Picasso, nieta del artista. Cuando Francoise Gilot se atrevió, en los años 60 a publicar (en colaboración con el crítico de arte Carlton Lake) Mi vida con Picasso, provocó un terrible revuelo, pero dejó meridianamente claro lo que significaba soportar al notable creador en su día a día. Y también transparentó el resentimiento de Picasso por haber sido abandonado… Gilot fue la única que se atrevió a tanto y pagó un alto precio en su patria por ello. Es más, antes de que el libro apareciera, Picasso intentó tres veces impedir la publicación y logró que decenas de artistas, entre ellos Rafael Alberti, José Bergamín, Camilo José Cela, Michel Leiris y otros defensores de la libertad de expresión, publicaran una petición pidiendo la prohibición del libro en Francia. Aunque años después algunos se disculparon -ya había muerto el artista- ella no volvió a dirigirles la palabra.
Cocteau, uno de los pocos amigos que no le quitó el saludo a Gilot contó, refiriéndose a una conversación entre Francoise y Pablo, lo siguiente,
Picasso le dice a su pareja:
No eres para mí más que el polvo de esta escalera.
Gilot le responde con retranca:.
Yo no necesito que me barran, me habré ido antes.
Nada logró impedir que Francoise abandonara a Pablo haciendo honor al apodo que éste le puso: La mujer que dice No. Nada de lo que intentó Picasso fue obstáculo para Francoise, que terminó su relación en 1953 y dos años más tarde se casó con el artista Luc Simon y luego, en 1962, con Jonás Salk, el inventor de la vacuna contra la poliomielitis. Rehizo su vida, tuvo otros hijos y continuó pintando, pero al otro lado del Atlántico, mientras en su patria se convertía en una perfecta desconocida. Pese al velo arrojado sobre su obra en Francia, ésta se encuentra hoy exhibida en más de una docena de museos —incluidos el Met y el MoMA de Nueva York y el Centro Pompidou de Paris—, y los precios de sus pinturas suben día a día.
En Estados Unidos fue reconocida algunos años después de su arribo y en 1973 fue nombrada directora de arte de la revista académica Virginia Woolf Quarterly y en 1976 se unió a la junta del Departamento de Bellas Artes de la Universidad de California. Pero su país, Francia, siguió ignorándola pese a que paradojalmente le entregó reconocimientos oficiales y así en 1990 fue distinguida como Caballero de la Legión de Honor, en 2009 como Oficial de la Legión de Honor y, finalmente, en 2022, Comandante de la Orden Nacional del Mérito, los mayores honores que entrega a sus ciudadanos. Pero en el mundo del arte francés, seguía siendo una desconocida.
Finalmente, durante la segunda década del siglo XXI, recién en 2021, se inauguraron muestras de su obra en el Museo Estrine de Saint-Rémy-de-Provence, Francia (la primera de ella en el país), en la Galería Varfok de Budapest, y en la Galería Patrick y Jillian Mac Fine Art de Nueva Orleans. A los ojos del mundo del arte, Gilot es hoy verdaderamente importante y su cuadro Paloma à la Guitare, un retrato de su hija, en 1965, se vendió por 1,3 millones de dólares en Sotheby’s de Londres, siete veces más que su precio máximo estimado. También su pintura abstracta Living Forest formó parte de una gran retrospectiva de la casa de subastas Christie’s en Hong Kong, y se vendió en más de 1 millón de dólares.
“La motivación detrás de nuestra exposición fue la injusticia que hay en el mundo del arte hacia las mujeres, y muy particularmente con el caso de Françoise Gilot”, Elisa Farran, directora del Museo Estrine, en Saint-Rémy-de-Provence, que acogió en 2021 la primera muestra sobre la obra de Francoise Gilot.
La exposición en el Museo Estrine tuvo tanto éxito que fue visitada por más 20.000 personas en los seis meses que se mantuvo abierta. Y han surgido peticiones desde España y otros países para montar nuevas exposiciones de la obra de Gilot que nunca dejó de ser una pintora francesa aunque haya sido puesta en una lista negra que la dejó fuera como indeseable gracias a lo que hoy no podríamos dejar de llamar maltrato intelectual y acoso, aunque mal le pese a los devotos de Picasso que, siendo un gran artista, estuvo muy lejos de ser una gran persona, especialmente en lo relacionado a las mujeres a las que “amó” y, finalmente descartó….
Francoise Gilot fue la única mujer capaz de sobrevivir a la convivencia con el artista malagueño una vez que pasó a ser admirado por su obra y talento. La única capaz de rehacer su vida y demostrar su talento, claro que camino a los 102 años. Todas sus otras mujeres terminaron destruidas por el minotauro y quizás es por eso que Francoise sigue vistiendo de rojo “…como una especie de protección, una afirmación de mi carácter” que “Me permite mostrarme como quiero ser vista.”
“Gilot es la única mujer que no se dejó romper por Picasso, salvo Fernande Olivier, y no me parece casual. También Fernande escribió libros de sus recuerdos con Picasso. Él no la destruyó, pero tampoco hizo por salvarla, y murió en la miseria”, dice la biógrafa y amiga personal de Gilot, Annie Maïllis, autora también del documental La femme qui dit non, que vuelve a la antena de Arte esta semana con motivo del 50º aniversario de la muerte de Picasso.
5 comments
Excelente trabajo, estimada, Cristina, bien documentado artículo sobre Francoise Gilot, admirable personaje del peculiar mundo de Picasso. Gracias,. por compartir.
Buenísimo , siempre lo q escribes es muy interesante y fantástico poder enterarse de tanto q uno no sabe. Felicitaciones
Me gustó mucho el artículo. Poco se sabe de la historia de las «mujeres de Picasso» cuando cada una tuvo su identidad que fue opacada por la manera de ser de este artista. Excelente que se visibilice. Gracias por compartir.
Muy buen artículo! Interesante y necesario.
Antes, parte del talento se medía por el poder ejercido (al menos como figura popular) Ahora, ya sabemos, que causar daño y usar a las personas, es siempre repudiable.
Una fantástica «retrospectiva» de la vida de Picasso y sus mujeres, estimada Cristina. Mucha gracias. Desde su muerte en 1963, Picasso me sigue molestando por su ejemplo de vida frete a sus mujeres que, me pregunto si las amó o las odió. Feo personaje. Cada vez que veo alguna de sus exposiciones (y he visto varias en NY y en Paris),me resulta imposible separar su pintura de su forma de ser ser. Soy inflexible en eso, un desagrado junto al goce. Una lástima. Siempre he pensado que la mejor obra de un gran artista es ser una persona aceptable. Las sombras malas son muy demasiado oscuras.