Agoreros del asalto al Palacio de Invierno… Vieron a sus aliados asaltando el Capitolio.

por Rafa Ruiz Moscatelli

Aquellos columnistas nacionales que asustaban señalando que, en Chile a finales del 2019, estábamos al borde del Asalto al Palacio de Invierno – símbolo inequívoco del fin de la Rusia zarista,  e inicio de experiencias muy diversas, fracasadas y existentes de transformaciones socialistas en varios continentes que involucraron a millones de personas en el planeta – ya no saben a qué recurrir para sostener su conservadurismo. En el 2021 su desorientación es colosal.

En USA fue asaltado el Capitolio sede del parlamento por una turba de paramilitares de ultraderecha. Incitados por un presidente que durante su mandato se sostuvo entre fanáticos plutócratas como los hermanos Koch, que adhirieron a su “reality show” y acentuaron el supremacismo blanco y machista. Sustentaron el poder político de Trump y si no hubiese sido – en gran medida – por las mujeres estadounidenses se podría haber acentuado la regresión a un sistema político debilitado por las desigualdades generadas por quienes crean una prosperidad que margina y abusa. El presidente Trump con sus desplantes nacionalistas hizo mucho más evidente la polarización existente en la sociedad estadounidense.

En USA fue asaltado el Capitolio sede del parlamento por una turba de paramilitares de ultraderecha.

La polarización es otro de los temas preferidos para los tremendistas que recurren al Cuco invocando el asalto al Palacio de Invierno. En Chile el único asalto a los símbolos del poder político sucedió bombardeando la Moneda y sus autores tienen apellidos, grados, chequeras, y embajada.

En Chile el único asalto a los símbolos del poder político sucedió bombardeando la Moneda y sus autores tienen apellidos, grados, chequeras, y embajada.

Quienes apuestan al miedo y el terror parten de un supuesto erróneo tanto para Chile como para cualquier país. No son las ideas políticas críticas las que polarizan la sociedad, son las desigualdades generadas por la plutocracia y sus seguros servidores, son las promesas incumplidas las que van frustrando paulatinamente a la población, es la corrupción la que desencanta y limita la confianza en los liderazgos y genera una búsqueda de nuevos dirigentes y direcciones en todos los niveles.

No son las ideas políticas críticas las que polarizan la sociedad, son las desigualdades generadas por la plutocracia y sus seguros servidores

La prueba más concluyente es que cuando uno de estos factores de frustración política disminuye, aunque sea producto de medidas paliativas, en ingresos, derechos, o se toman medidas ejemplares ante la corrupción, la polarización disminuye, reduciéndose a lo marginal. Los acuerdos de convivencia son los que más contribuyen a la paz social. Así, el esfuerzo para transformar lo que origina la desigualdad debe ser parte de los acuerdos. Sean estos progresivos o estructurales, cuestión que dependerá de la sabiduría política popular. El sendero opuesto induce a la brutalidad conservadora, como aquella del marino Merino: “matando la perra se acaba la leva”.

El proceso Constituyente abre puertas para fortalecer un sistema político más participativo y flexible. Debemos atrevernos y aprender de una realidad apabullante. En las últimas décadas los electores de distintos países han elegido gobernantes de todo el arcoíris conocido, desde ultraconservadores a cuestionadores explícitos del capitalismo, pasando por distintas versiones de reformistas del sistema.  No hay dogma que perdure. La realidad política cambia y sus actores también.

Los fascistas y nazis obtuvieron importantes votaciones antes de instaurar sus dictaduras en el periodo de entreguerras. En la Europa actual los ultraderechistas gozan de buena salud electoral. América del Sur espera que Bolsonaro sea una pesadilla pasajera en Brasil. Mientras la centroizquierda es desafiada a un programa que refleje las críticas a una sociedad de hegemonía plutocrática, de lo contrario, apoyando a gobiernos conservadores,  sufrirá una desnutrición permanente. 

La gran falacia de la derecha y el centro es asociar la transformación del agotado sistema social y económico con una amenaza a “la democracia”.  Asociar democracia a capitalismo conduce a ignorar los efectos (Trump de por medio) perversos de la incidencia de ultraconservadores, neonazis y neo facistas que operan como matones capitalistas.    

La gran falacia de la derecha y el centro es asociar la transformación del agotado sistema social y económico con una amenaza a “la democracia”.  Asociar democracia a capitalismo conduce a ignorar los efectos (Trump de por medio) perversos de la incidencia de ultraconservadores, neonazis y neo facistas que operan como matones capitalistas.    

La democracia requiere reformas específicas para ser más participativa y flexible. En Chile debemos debatir fundamentos más actuales y necesarios para que los partidos movimientos y agrupaciones políticas más momentáneas, o distintas,  cuenten con una ley de participación y elecciones menos elitista, que no deje espacio para que los recursos financieros controlen a políticos de ningún color. Esta nueva ley debe tener fundamento en la representación de una realidad política diversa y sin tantos cortafuegos para expresarse pluralmente y construir acuerdos y alianzas. La temporalidad de los cargos y la universalidad de su financiamiento sin excepciones, ni resquicios privados, es la base mínima para enfrentar un periodo de dispersión y rearticulación de las organizaciones, liderazgos y las ideas. Esto es de gran importancia para el pueblo chileno y la convivencia social. Sostener una sociedad petrificada es una ilusión más difícil de lograr que lo que pareciera imposible.

Sostener una sociedad petrificada es una ilusión más difícil de lograr que lo que pareciera imposible.

Los medios de comunicación e información son producto de una concentración política y financiera global. Mientras ello no cambie se mantendrán sus perversos y alienantes efectos. La excepción la generan algunos profesionales e iniciativas colectivas que sincronizan con las necesidades de una población globalizada y conectada.

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