Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,
con ese mismo invierno que hiela las canciones
cuando la tarde cae en la radio de un coche,
como los telegramas, como la voz herida
que cruza los teléfonos nocturnos
igual que un faro cruza
por la melancolía de las barcas en tierra,
como las dudas y las certidumbres,
como mi silueta en la ventana,
así duele una noche,
con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,
con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,
pues todo se me olvida
sí tengo que aprender a recordarte.
LA AUSENCIA ES UNA FORMA DEL INVIERNO,
Luis García Montero / Almudena)
Con este poema de Luis García Montero, el gran amor de Almudena y al cual es imprescindible mencionar al hablar de ella, inicio esta crónica que no quisiera haber escrito, pero que esta partida, tan temprana, tan súbita, me impone no porque alguien me obligue, sino porque no puedo dejar de despedirla, aunque los adioses han sido muchísimos y han vestido las redes con su nombre y con su obra… En estos días, su partida estremece a muchos. En mi caso, había calado hondo hace un par de años el libro Almudena, un poemario escrito por Luis para su mujer…una declaración de amor de principio a fin. Y la envidié por haber logrado despertar un amor tan intenso en un intelectual de la talla de este poeta, ensayista, crítico literario, catedrático y, desde 2018, director del Instituto Cervantes.
Almudena y Luis se unieron en matrimonio en 1994, el mismo año en que publicó Malena tiene nombre de tango, también llevada al cine por Gerardo Herrero. Fue el segundo enlace para ambos y cada uno aportó un hijo… luego, tuvieron una hija en común. Desde su encuentro, nunca se separaron y formaron una dupla de intelectuales muy potente y en torno a ellos se formó un círculo de notables que se juntaban en su casa de la ciudad de Rota, su segunda residencia, donde solían descansar durante sus escapadas desde Madrid. Ellos habían encontrado, al inicio de su matrimonio, este lugar que combinaba la playa que gustaba a Almudena y el pueblo donde alternaba Luis que no soportaba la costa, iniciando los acuerdos que consolidaron su relación. Los afectos de Almudena eran muchos y muy diversos, pero por el círculo de Rota, por la casa de los poetas, pasaron el escritor Eduardo Mendicutti, con casa y raíces a pocos kilómetros de allí y con quien Grandes compartía muchas complicidades; la periodista y editora Ángeles Aguilera y su marido; el poeta y narrador Benjamín Prado y María; el cantante Joaquín Sabina y su inseparable Jimena Coronado; y otros inseparables de la pareja como el poeta Ángel González, quien siempre veraneaba en su casa hasta que falleció; los cantantes Miguel Ríos y Javier Ruibal, los periodistas Jesús Maraña y Juanjo Téllez, los amigos de Granada con Cristino y el pintor Juan Vida a la cabeza y muchos otros que hoy han quedado tan huérfanos como Luis. En ese lugar, Almudena ejercía de anfitriona, se colocaba su delantal favorito y cocinaba variopintos platos para su marido y sus amigos con la pasión que la caracterizó en todo aquello que emprendió en su vida.
No soy experta en la obra de Almudena, ni tampoco crítica literaria, y en estas líneas quiero tan solo recordar a la maravillosa mujer que fue esta escritora a la que conocí muy joven, en una época en que buscaba buena literatura erótica (cosa no fácil) y leí con avidez Las edades de Lulú, premiada con La sonrisa vertical, de literatura erótica, escrita ni más ni menos que por una mujer… un libro excepcional que fue más tarde llevado al cine por Bigas Luna con el mismo nombre y enfrentando serios problemas con la censura, pero con un gran éxito de crítica y lectoría que hizo fuera traducida a 20 idiomas. Luego, vinieron varias novelas, en su mayoría protagonizados por mujeres. Entre ellas, Te llamaré viernes, Malena es nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, El corazón helado o los besos en el pan y Castillos de cartón que la fueron convirtiendo en una de las escritoras más relevantes de su tiempo en España y América latina.
“Mis lectores son mi libertad, mientras ellos estén ahí, seguiré escribiendo los libros que creo que tengo que escribir en lugar de los libros que otros creen que tengo que escribir. Sin embargo, cuando escribo, escribo para emocionarme a mí; para convencer a la lectora que yo soy (la más crítica de todas); para emocionarles a ellos; para devolverles, de alguna manera, todo lo que ellos me han dado a mí, porque son mi piel de por vida”
La Almudena a la que quiero despedir es la mujer apasionada por la vida que tomó un compromiso antifascista a contracorriente de las interpretaciones dominantes de la historia española del siglo XX. De la que emprendió la titánica investigación y escritura de los Episodios de una guerra interminable, que se inicia con Inés y la alegría y es el reconocimiento a lo mejor y más olvidado de España en todo el siglo XX: la resistencia antifascista y el protagonismo comunista en ella. Es curioso que aquellos que en otros países de Europa fueron reconocidos como héroes nacionales por su resistencia a los fascismos, en España no solo padecieron la miseria, la persecución, la tortura, la cárcel, el exilio o la muerte, sino que además fueron olvidados por el país por el que sacrificaron sus vidas. La serie de Los Episodios… de Almudena son un reconocimiento a todos aquellos militantes anónimos que protagonizaron una lucha heroica por las libertades, la justicia social y la dignidad de España, pero, sobre todo, un abrazo y reconocimiento de las luchas de las mujeres españolas, valientes y anónimas, mujeres españolas que reciben aquí la visibilidad que merecen a través de una escritora con profundos conocimientos de la historia.
“Saldrán monstruos de las olas y se juntarán los arrecifes para atrapar vuestro barco, pero espero que lleguéis a Ítaca por el bien de tod@s”. Mensaje de Almudena a Pablo Iglesias. “No llegamos a Ítaca y probablemente sea imposible llegar. Lo importante es navegar. Pero no se puede navegar hacia Ítaca sin memoria. Pablo Iglesias.
Almudena Grandes recibió múltiples reconocimientos y premios durante su vida. Fue la primera mujer que recibió el premio Rossone d’Oro (antes obtenido por escritores de la talla de Alberto Moravia o Ernesto Sábato) y con el cuarto libro de Episodios…: Los pacientes del doctor García, un thriller ambientado en la posguerra española, fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa 2018, por mencionar algunos. Vivió entre Granada y Madrid, participando en encuentros literarios, mesas redondas y charlas de diversa índole y a través de su trayectoria literaria se transformó en la gran heredera de la novelística del siglo XIX.
«Ella es la mujer que mejor ha escrito sobre los republicanos que murieron en los campos de concentración», expresa Julián Rebollo, portavoz de la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo.
Fueron muchas las batallas en las que Grandes se involucró, antes y después de ser una reconocida escritora. Su compromiso con la izquierda fue una constante en su vida y producto, como ella misma dijo, de la lectura que la apasionó desde su infancia, desde que su abuelo le regaló La Odisea, para gran disgusto de ella, que esperaba y deseaba un juguete, Almudena nunca dejó de ser una lectora compulsiva de obras que abarcaban diferentes estilos y escuelas porque afirmaba que de todos se podía aprender: de los buenos y de los malos. Almudena nunca traicionó sus convicciones y aunque en más de una ocasión votó a Izquierda Unida, en las elecciones del 2015 aseguró que ningún partido la representaba y no reveló por quién votó en la ocasión.
Mujer, como dije, apasionada, admiró sin condiciones a personajes como Juan Negrín y esto fue utilizado por sus hijos para lograr que ella aceptara tener una mascota en casa cuando recogieron un gato abandonado en la calle y para seducirla, le dijeron que se llamaba Negrín. Así, Negrín se quedó a vivir con ellos hasta su muerte unos meses antes que Almudena. Una de tantas anécdotas que habitaron su vida.
“Si supiera que mañana es el último día de mi vida, me suicidaría hoy. Si tuviera ánimo y apetito antes de suicidarme –que no creo, porque vivir me gusta demasiado–, cenaría mucho de todo lo que engorda y no como nunca. Cortezas de cerdo, leche condensada y bombones de licor, seguramente. Me suicidaría con pastillas, para quedarme frita y no enterarme de nada. No maltrataría mi cuerpo, porque le tengo mucho cariño (…) Nunca se me ha ocurrido pensar en un epitafio, la verdad es que el pensamiento funeral no es mi fuerte… Pero me gustaría algo parecido al célebre verso de Machado:
“Fue, en el buen sentido de la palabra, buena”. (Magazine digital, enero de 2019).
Almudena contó a pocas personas de su enfermedad. Tan solo un par de semanas antes de morir, anunció que se tomaría un descanso para tratar su cáncer, pero mujer optimista hasta el final, también prometió volver a escribir y alternar con sus lectores, con o sin pelo. A su funeral, donde se la homenajeó celebrando sus textos y reivindicaciones como la defensa de una Ley de Memoria Histórica y la demanda por justicia y reparación para las víctimas de la Segunda República. Su despedida fue emocionante, asistieron múltiples personalidades, incluyendo al Presidente de gobierno, Pedro Sánchez; Joaquín Sabina y tantos más. Al término de la ceremonia, Ana Belén tomó el micrófono y recitó una parte de Por una falda de plátanos, un texto de Almudena Grandes que decía «sin memoria no hay democracia». El silencio se hizo dueño del cementerio.
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
(Luis García Montero)
2 comments
Gracias por acercarnos a esa gran mujer y escritora de textos lúcidos.
Gracias por el aspecto humano de tan gran escritora.