Arrogancia

por Mario Valdivia

¿De dónde viene la arrogancia? Seguramente de creer que se está en lo cierto. Pero ¿cómo ocurre que alguien se siente seguro de estar en lo cierto?; ¿en tener la razón?  

La razón” es la expresión clave, creo yo. Que todo ocurre por una razón, que detrás de todo lo que hay existe una razón, es un invento. Se llama principio de razón suficiente, y originó lo que se llama Iluminismo; dándole caché intelectual a la Modernidad. Un principio aceptado porque sí, no hay razón que justifique la existencia del principio de razón. O sea, se contradice a sí mismo. Como ocurre en general con los principios y axiomas universales, si lo pensamos bien: nadie sabe de dónde salen.

Si todo tiene una razón, el mundo es ordenado. No estamos extraviados en un universo sin orden. Es cosa de averiguar por qué ocurre lo que ocurre, para saber cómo movernos. Ahora, sabemos por experiencia propia que el principio de razón no vale en el mundo humano. Habitualmente el comportamiento de las demás nos sorprende, es incomprensible, carece de orden. Nos pasa cotidianamente con nuestras conciudadanas, socios, clientes, amistades, parejas, familiares… No entender el mundo y a las demás da miedo. Preferimos pensar que tenemos “la razón”, que las demás se equivocan, que actúan rin razón, irracionalmente.

La arrogancia es así un remedio contra el miedo de quienes sienten temor ante un mundo que, por no obedecer razones, les resulta incompresible. El arrogante es un aterrado. Su seguridad en sí mismo es el reverso de su miedo. No da su brazo a torcer por terror a desintegrarse por no saber qué hacer. Un miedo de intelectuales más que de gente de a pie, práctica, que decide y actúa normalmente sin tener razones suficientes para hacerlo. Y no pasa ná.          

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