Una discusión permanente.
Al revisar, aunque sea someramente, la historia del conocimiento humano se observará que una de las discusiones permanentes a las que han estado abocadas las distintas sociedades, es la que tiene que ver con la relación entre arte y política. Por un lado, están quienes sostienen que el arte debe ser puro o desinteresado, que lo que hace de una obra algo artístico es lo esencialmente distinto a un objeto utilitario. El arte debe alejarse de la cotidianeidad y responder a la expresión latina ars gratia artis, que se traduce como: “el arte por la gracia del arte”, “el arte por el arte mismo” o, más comúnmente, “el arte por el arte.” Esto es conocido en Italia como un dilettante («el que se deleita«), concepto que se utiliza también en castellano e implica una posición contemplativa, de goce estético, de recreación en el gusto artístico.
El ars gratia artis, que proviene de la estética idealista de Immanuel Kant (1724-1804) conlleva el individualismo e implica la libertad del arte y del artista y se ejerce en forma paralela a la libertad de expresión, definida como una de las proclamadas por la revolución liberal o burguesa.
Los idealistas trabajan con énfasis la poética del simbolismo, rechazan la elocuencia y el retoricismo que representa el Modernismo, al que ven plagados de motivos políticos o morales. Su objetivo es reconducir la palabra a la esencialidad expresiva.
En la vereda del frente a los idealistas están quienes sostienen que el arte debe funcionar como una herramienta de crítica social y como un medio de transformación política. A través del arte, los creadores pueden generar conciencia, promover la participación ciudadana y desafiar las estructuras de poder. En este sentido, esta visión enfrenta desafíos como la censura y se preocupa de proteger la libertad de expresión y apoyar a los artistas para que puedan continuar su labor de manera segura y efectiva.
En esta línea el historiador del arte Arnold Hauser (1892-1978) publica en 1951 “Historia Social de la literatura y el arte”, donde, establece:
“El arte y la literatura, a partir del paleolítico, hasta el cine moderno y el arte de Picasso y Dalí está condicionado por el ambiente y por una complicada combinación de premisas económicas y sociales. El arte y la literatura son un producto social y no pueden estudiarse sino en relación con los demás aspectos de la sociedad en que vive el artista: religión, economía, política.”
Nacido en Hungría, Hauser realiza una interpretación sociológica y económica del arte. Respecto a este mismo componente, el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930 – 2002) hace hincapié en la necesidad de destacar la importancia del capital cultural y simbólico de un momento determinado. Este critica la primacía otorgada a los factores económico y trabaja en torno al concepto de habitus, que define como principio de acción, donde las relaciones de dominación se adaptan a las necesidades del mundo social.
La obra de arte depende de ese habitus. Que el espectador llegue a entenderla o que incluso obtenga múltiples significados hace que cualquier obra, pintura, escultura o ilustración, por mimética o figurativa que sea, podrá ser interpretada de mil maneras dependiendo de factores como la educación, la etnia o el sexo del observador.
Grandes artistas han optado ambas posturas estéticas. Edgar Allan Poe creía en el arte por el arte, mientras Bertolt Brecht era un convencido del compromiso social del artista.
Estética y política.
Las acciones humanas tienen una lectura política y además generan una estética que divide a la comunidad y coloca a los creadores en bandos, muchas veces, irreconciliables. Un caso emblemático es lo ocurrido en la Guerra Civil española, donde hubo autores que quedaron junto al franquismo mientras mataban a García Lorca. El caso más emblemático es el de Manuel Machado que queda en el lado vencedor que intenta acallar, entre otros, a su primo Antonio Machado. En Estados Unidos, durante la caza de brujas, actores como John Wayne hacen la vista gorda frente a la persecución y expulsión de Charles Chaplin. En Chile también han ocurrido hechos similares, mientras la dictadura asesina a Víctor Jara, Paz Undurraga, del grupo “Las 4 brujas” le canta a Pinochet, reclama contra el comunismo internacional que le niega espacios fuera del país e insiste que: “A Víctor lo mataron por porfiado”
En nuestra vida republicana muchos artistas han participado de la vida política desde distintos puntos de vista. Un caso emblemático es el de Pablo Neruda quien, como sabemos, fue durante años una de las imágenes del Partido Comunista, llegando a ser pre – candidato presidencial por dicho partido en las elecciones del 70. Además de senador y embajador, su acción más relevante -desde el punto de vista del accionar político – fue conseguir con el presidente Aguirre Cerda que se trajera el Winnipeg a Chile con los derrotados de la guerra civil española. En dicho barco llegaron dos niños que con los años se transformarían en íconos de la pintura chilena: José Balmes (1927 – 2016) y Roser Brú (1923 – 2021)
En el otro lado de la política, tenemos a la modelo chilena Cathy Barriga que, debido a su aparición en TV y a su personaje de Robotina, logra ser electa alcaldesa de Maipú, (2016 – 2020) En ese contexto, el 8 de marzo del 2018, como una forma de celebrar el día internacional de la mujer, ofrece a las habitantes de su comuna una visita gratis a la peluquería.
En ambos casos podemos ver las opciones políticas y estéticas de estos dos personajes respecto a la situación nacional, al habitus del que hablaba Bordieu. Evidentemente no se pretende comparar el aporte artístico de ambos personajes, sino establecer como sus acciones políticas se relacionan con sus que haceres estéticos.
En nuestra vida cotidiana existen artistas que generan un nivel de empatía con su público y que, debido a ello, se transforman en representantes de la ciudadanía. Hoy algunos artistas son parlamentarios o tiene algunos cargos de representación popular o política. Un ejemplo de lo anterior es lo que ha ocurrido con los actores que trabajaron en Los Venegas, programa de televisión icónico de la clase media chilena. Ellos son o han sido alcaldes, concejales, diputados y, la niña adolescente del programa es la actual ministra de cultura,
Lo anterior demuestra que los artistas son parte de nuestra cotidianeidad, como todos nosotros necesitan vivir y pagar cuentas, mientras el arte es un oficio que da cuenta de los problemas de la sociedad y de la forma de mirar el mundo.