Bernardo Leighton- Retrato Hablado. A 50 años del atentado a Bernardo Leighton y Anita Fresno en Roma.

por Gabriel Pérez Mardones

Lo recuerdo como si fuera ayer… Corría el mes de diciembre del año 1994 y mi madre me dijo: “Acompáñame a hacer unos trámites y, si tenemos tiempo, pasamos a dejarle un regalo a la Anita Fresno”. Desde luego, yo sabía quién era la mentada Anita; por eso le pedí: “Espéreme un minuto”. Me devolví, raudo, a mi pieza, saqué el bolso que contenía mi equipo fotográfico y cuando este ya colgaba de mi hombro izquierdo, pude decir “estoy listo”. Salimos de casa, con la hoja de ruta establecida por mi madre, pasamos por varios lugares, dejamos unos paquetes por aquí, otros por allá, pagamos un par de cuentas, compramos algunas minucias en un boliche de barrio y cuando ya caía la tarde, enfilamos rumbo a la casa que habitaban Anita y Bernardo. Ambos habían sobrevivido a uno de los más crueles atentados perpetrados por la DINA en el exterior. Y en ese sentido, me parecía una oportunidad única poder estar frente a dos testigos directos de las atrocidades ejecutadas por la dictadura. Cuando llegamos, nos saludamos con esa amabilidad con que se tratan dos generaciones saltadas. Anita y Bernardo ya transitaban una avanzada edad, y las secuelas de las heridas sufridas en ese cobarde atentado en las calles de Roma hacían mella de sus capacidades motoras para desplazarse. Saqué la cámara como quien saca un monedero del bolsillo de la chaqueta, silente y sin aspavientos. La luz entraba desde un costado de la habitación y se clavaba en el rostro de don Bernardo. “Es ahora”, pensé; “es aquí”, lo volví a formular. El sonido del obturador fue más silencioso que las monedas tintineando en el monedero. 

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