Cavilaciones sobre tercera edad. Creatividad, pasión y sexo

por Cristina Wormull Chiorrini

(O cómo no convertir las últimas décadas de vida en una mala película de Stephen King)

Quizás todavía no están los tiempos para que se plantee la opción al amor, la pasión, al sexo o a divertirse en la tercera edad.  O el derecho a combatir y aportar en las soluciones de los problemas que aquejan a la sociedad. No en primera línea porque, se da por supuesto que ya no somos los de antaño.

No en primera línea porque, se da por supuesto que ya no somos los de antaño.

Quizás en estos tiempos de estallido social uno debería hablar de temas contingentes y esperar épocas más tranquilas para plantear este asunto, pero me parece algo urgente, una demanda contenida, de aproximadamente un tercio de los chilenos, que debería reventar cualquier día tanto o más violentamente que el estallido social. 

una demanda contenida, de aproximadamente un tercio de los chilenos, que debería reventar cualquier día tanto o más violentamente que el estallido social. 

No he escuchado como consejo para no engordar o enfermar, dejar de comer, digo nada más.

La mujer de Kast planteaba que el sexo más seguro es aquel que no se tiene.  Pensando, quizás, en que las generaciones de hoy rara vez quieren hijos y para ella el objetivo básico de la lujuria es la procreación.  Sorpresa para todos, sobre todo para los que creemos -los más- que el sexo es una necesidad (si no, por qué el deseo frecuente) básica de todo ser humano y que, como el hambre y la sed necesita ser saciado. No puedo concebir que alguien planteé que lo más seguro es no tener sexo, abandonarlo persiguiendo una seguridad que tan solo deberían tener los muertos.  No he escuchado como consejo para no engordar o enfermar, dejar de comer, digo nada más.

Mantengo la esperanza que sea tan solo un montaje para ridiculizar la postura de la abstinencia, pero he visto jóvenes así manifestándose en ciertas concurridas esquinas del barrio alto.

Simultáneamente, en las redes sociales ha empezado a circular un video de cuatro jóvenes (dos hombres y una mujer) vestidos como en la película La novicia rebelde (The sound of music) que se ubicaba allá en la primera mitad del siglo pasado, cantando sobre el amor y la abstinencia hasta el matrimonio.  Patético.  Realmente patético.  Mantengo la esperanza que sea tan solo un montaje para ridiculizar la postura de la abstinencia, pero he visto jóvenes así manifestándose en ciertas concurridas esquinas del barrio alto.

Por supuesto que entonces, la tercera edad, aquella que comienza a los sesentas, donde ya no existe intención alguna de procrear, es vista por la mayoría, como una edad en que las personas están a un paso de morir, babeantes, no valentes  y que lo único que requieren para ser felices es que la mujer de Kast o alguna de sus seguidoras, buenas almas ellas, los ayude a cruzar la calle o les sujete la cuchara de la comida.  Quizás una fiestecita sencilla, donde todos bailen levantando los brazos y alabando la piedad de sus semejantes más jóvenes que van a animarlos por una tarde, un día, una mañana.

y que lo único que requieren para ser felices es que la mujer de Kast o alguna de sus seguidoras, buenas almas ellas, los ayude a cruzar la calle o les sujete la cuchara de la comida. 

Soy parte de la tercera edad.  Una tercera edad enamorada de la vida, llena de deseos, energía, productiva y combativa.

Una tercera edad que está muy lejos de esa imagen que nos muestran los medios y que, en realidad, corresponde quizás a una cuarta o quinta edad. 

Una tercera edad que está muy lejos de esa imagen que nos muestran los medios y que, en realidad, corresponde quizás a una cuarta o quinta edad.  Porque así están las cosas.  Nos dicen que hoy los sesentas son los antiguos cuarentas, pero nos pasan directamente a la tercera edad mostrando en redes y promociones a gente que está al borde de la tumba, apenas viva sobre este mundo. Destacan los nuevos mercados de pañales desechables y casas de reposo.  Horror. Un panorama digno de Stephen King para aquellos que entran en esta etapa de la vida.

Poco pudor queda en pie después de seis décadas.

La tercera edad que conozco, aquellos que están entre los sesenta y los setenta y cinco, es gente vital, llena de energía, buenas ideas, creativos a rabiar, y con ganas de amar y ser amados porque a estas alturas, nadie podría ponerles cortapisas. Los hijos están grandes e independientes, los nietos los necesitan eventualmente, y sus deseos se expresan con un fuego no similar sino superior a aquel que tuvieron cuando jóvenes porque la experiencia les ha enseñado cómo ser felices, cómo satisfacer a su pareja y a pedir, a exigir que el otro consiga placer al unísono.  Poco pudor queda en pie después de seis décadas. Tampoco se exige un cuerpo perfecto o una performance extraordinaria.  Se mira con otros ojos al deseo.  Se mira con perfecta pasión a la pareja y se goza como pocas veces se hizo cuando se estaba en la década de los 30 o 40.

Hay en general dos o tres décadas de tercera edad donde hombres y mujeres son personas vitales y productivas.  

Chile es un país que envejece, pero este país que se va haciendo mayoritariamente viejo, no pasa de la noche a la mañana a tener 90 años. Hay en general dos o tres décadas de tercera edad donde hombres y mujeres son personas vitales y productivas.  Por supuesto, con necesidades sexuales como cualquier persona.  Interesante es ver una serie de Netflix que tiene como protagonista principal a Jane Fonda en sus ochenta, que muestra sus problemas de movilidad y ansias de ser satisfecha y satisfacer sexualmente a su pareja.  Recomiendo ver esta serie.  No sólo porque la protagoniza Jane Fonda, un mito sexual, sino porque hay muchos que están en situaciones similares, en busca de la felicidad y una buena sexualidad a pesar de los años, de las décadas transcurridas, de la vejez, de la pronta muerte, que aguarda a la vuelta de la esquina, quizás hoy, tal vez, mañana, pero pronto…. Y entonces, por qué no vivir cada instante como si fuera el último, con deseos de morir con una sonrisa en los labios y no con un rictus amargo que indica que no pudimos satisfacer nuestros anhelos más profundos.

Y entonces, por qué no vivir cada instante como si fuera el último, con deseos de morir con una sonrisa en los labios y no con un rictus amargo que indica que no pudimos satisfacer nuestros anhelos más profundos.

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4 comments

Carmen Tornero Silva enero 23, 2020 - 4:05 pm

Gracias Cristina, la verdad notablemnte descrita de la tercera edad.

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Tamara enero 24, 2020 - 12:53 am

Que bien lo describe Cristina !!! Toda la razón hoy mujeres y hombres entre 60 y 75 años están llenos de vida , en plenitud ! Falta abordar espacios para ellos. Así como también espacios para los 40 y 50 . Hay que mirar otros países, tienen espacios de encuentros geniales para todas las edades !

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Ana María Álvarez Vidal enero 24, 2020 - 12:53 am

Que bien Cristina, refleja lo que es nuestro sentir! Para nada vieja; todo lo contrario , con muchas ansias de vivir intensamente!

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Orlando enero 25, 2020 - 1:01 am

Muy buena visión de lo que queremos los llamados “viejos” . La vida nos limita en muchos aspectos , pero no en nuestros sentimientos ni deseos. Un abrazo grandote Cristy

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