“Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo, pero creo que es una mujer lo bastante liberal que si me lo pide no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya. Ella repito es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?”. Frida Kahlo en carta a su gran amigo, el poeta Carlos Pellicer.
¿Habrá sido un regalo que dios le hizo a Frida cuando por esos caminos raros de la vida envió a Isabel Vargas Lizano, Chavela -aquella costarricense tornada mexicana por adopción- a un día de fiesta en la Casa Azul y que terminó quedándose un año entero? ¿Acaso un regalo que el cielo le envió a Frida para compensar sus dolores tanto físicos como emocionales? Nadie ha podido explicar qué pasó con exactitud entre Chavela y Frida y se discute si su relación fue meramente platónica o vivían una relación bisexual con Diego. El secreto murió para siempre con ellas, pero no existe discusión alguna acerca de la poderosa atracción que existió entre ambas.
No es que Chavela haya sido el único amor de Frida. No, todos conocen que tuvo amantes tan famosos como León Trotsky o Tina Modotti, sumados a un sinnúmero de otros largos de enumerar, pasaron por los brazos o sostuvieron el cuerpo maltratado de Frida…una mujer sin duda seductora. Pero sin duda, Chavela fue uno de los amores que dejaron huella en la vida de la pintora y… también de la cantante. Tanto, que esta última se prendó de inmediato de Frida al conocerla y declaró más tarde que …»Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos. Pensé que no era un ser de este mundo. Sus cejas juntas eran una golondrina en pleno vuelo. Sin tener todavía la madurez de la mujer en mí, pues era muy niña, presentí que podía amar a ese ser con el amor más entregado del mundo, el amor más atado del mundo«
“Me invitaron a quedarme con ellos a vivir y aprendí todos los secretos de la pintura de Frida y Diego. Secretos muy interesantes que nunca desvelaré, jamás. Éramos muy felices todos. Una gente que vivía día con día sin un centavo, tal vez sin qué comer, pero muertos de la risa todo el tiempo. Me fui acostumbrando a ellos”, confesó Chavela al diario El País en una entrevista el 2009.
A lo largo de su vida Vargas comentó en numerosas ocasiones que Frida era “bellísima” y que nadie había logrado verla como era en realidad. La cantante de música mexicana, doce años menor que Frida, se enamoró profundamente de la artista y no se cansó de asegurar que fue lo mejor que le había pasado en la vida, pero no pudo soportar compartir su amor con Diego Rivera y un día decidió abandonarla y le dijo que se iba… Frida la miró y le contestó simplemente “Lo sé- Es imposible atarte a ninguna vida de nadie. No te puedo atar a mis muletas ni a mi cama. Vete” y así, Chavela salió de la casa Azul para no volver.
Salvo cuando murió Frida en 1954 de una embolia pulmonar y entonces Chavela volvió, pero “No pude estar mucho tiempo, vi su féretro con la bandera del Partido Comunista Mexicano y me salí. Me sentí sola, muy sola. Me quedé en la calle llorando por ella, por mi Frida. Nada me consolaba, nadie…” relató a María Corina -su mejor amiga y biógrafa, en 2009-
“Me enseñó muchas cosas y aprendí mucho. Sin presumir de nada, agarré el cielo con las manos, con cada palabra, cada mañana”. Chavela Vargas
Chavela había tenido una infancia amarga, rechazada por sus padres desde muy niña y el dolor de no poder recomponer la relación con su madre que no pudo aceptarla por sus ademanes amachados y su gusto por la ropa masculina. Este dolor la acompañó la vida entera y quizás explica en parte el porqué de su alcoholismo que casi le costó la vida. Sin embargo, ella fue la primera mujer que logró subirse a un escenario azteca y entonar una canción mexicana vestida con poncho y pantalones. Algo que parecía imposible en la época y dentro de la cultura del país, pero ella no estuvo dispuesta a cambiar su estilo y dejar de ser quien era y porque nadie pudo decirle que no a esa voz que cantaba de forma desgarrada e irrepetible desde el escenario.
Chavela Vargas fue chamana, borracha, lesbiana, muerta y resucitada, pero también fue seductora, valiente mística, “macha” y rota por el dolor que arrastraba desde niña. Una mujer única que alternó con la élite intelectual desde la infancia y mil veces más después… Una mujer bella y potente por cuyos brazos, dicen, pasaron innumerables amantes. No solo Frida que la dejó tan joven, sino Arabella Árbenz (que le costó la ira y veto de Azcárraga) y también con “el animal más bello del mundo”, Ava Gardner que amaneció en sus brazos en Acapulco con ocasión del matrimonio de Elizabeth Taylor y Michael Todd.
“Cuando se casó Elisabeth Taylor yo estuve en la ceremonia. Todo el mundo amaneció con todo el mundo y yo, con Ava Gardner”. Chavela Vargas
Una de sus amantes estadounidenses, Betty Carol Seller, dijo una vez que Chavela «Siempre estaba rodeada de mujeres bellas, porque ella lo era», Pero, a pesar de que tuvo una gran cantidad de amantes o, como decían algunos “se acostó con todo México”, respetó siempre el anonimato de sus relaciones, sobre todo porque en su mayoría eran esposas de políticos, diplomáticos e intelectuales. Porque, como ya dijimos, Chavela se relacionó con la élite política e intelectual de su época. Entre sus amigos se contaban desde Monsiváis a Carlos Fuentes, de Rulfo a Neruda y Picasso, pero nunca se comprometió, porque Chavela le decía a quien quisiera escucharla que “El amor eterno no existe, sólo dura un rato. Es un poco cursi todo eso, hay que vivir el hoy, porque es tan corto el amor y tan largo el olvido…”
“Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un señor. Nunca. Fíjate que pureza, yo no tengo de qué avergonzarme… Mis dioses me hicieron así”, escribió Chavela en el documento que el Gobierno mexicano sometió al Premio Príncipe de Asturias cuando la cantante estaba nominada al galardón de las artes costarricense.
Fue una intérprete sublime de “En el último trago”, “Ojalá que te vaya bonito” o “Amanecí en tus brazos”, las canciones de José Alfredo Jiménez, su gran amigo y con quien compartía su adicción al tequila en las noches del mítico Salón Tenampa). Produjo la ilusión de reflejar su propio destino en los versos de “Volver, volver”, “Soledad” y “Hacia la vida”. Y le puso su sello a “La llorona”, una canción de tradición inmemorial que al llegar a sus manos pasó a pertenecerle.
Era notorio en Hollywood que existía un llamado «Club de la Costura», eufemismo que escondía a un exclusivo número de famosas del cine que gozaban entre ellas, aunque intentando ocultarlo a los jefes de los estudios cinematográficos. De haberse enterado sus directivos, sus carreras en la pantalla habrían acabado. En ese grupo se encontraban Greta Garbo, Marlene Dietrich, Joan Crawford, Bárbara Stanwick, Dolores del Río… y Ava Gardner
Chavela se convirtió una leyenda en vida a través de sus excesos con el alcohol, sus amoríos, sus amistades intensas con artistas e intelectuales de Hollywood, sus dotes de chamana y, en especial, con su retiro de los grandes escenarios a finales de los 70 y su regreso -cuando todos la daban por muerta- triunfal al cine, de la mano de Pedro Almodóvar. Cuando ya recorría los 60 años, logró superar su adicción al alcohol con la ayuda de la abogada Alicia Pérez Duarte, su último gran amor y los chamanes y vivir una segunda etapa de éxitos hasta su fallecimiento. Durante estos años pudo volver a editar numerosos discos, entre ellos Volver, Volver (1993), Macorina (1994) y Somos (1996), y recorrió los principales escenarios del mundo. Culminó esta etapa el año 2002, cuando reveló numerosos aspectos de su vida en la autobiografía Y si quieren saber de mi pasado…
Aunque Chavela aseveró haber destruido todas las cartas de amor que recibió de Kahlo, existe una que la pintora dedicó a Carlos Pellicer (un extracto de ella encabeza esta breve crónica) en la que Frida expresó su sentir tras conocer a la cantante, de quien dijo haberse sentido atraída desde un primer momento…
Chavela Vargas nunca contó qué tipo de amor había mantenido con Frida, nunca se refirió a si fueron amantes o entre ellas se dio un simple amor platónico, pero conociéndolas es difícil pensar en ello. Lo cierto es que hubo una gran atracción y, definitivamente, un romance. Chavela siempre aceptó que era diferente al resto de las mujeres mexicanas del siglo pasado y se atrevió a explorar su sexualidad sin inhibiciones, pero tuvo que superar los 80 años para declararse lesbiana.
Hay mucho que hablar sobre esta leyenda femenina, pero no es posible hacerlo en este breve espacio. Para abarcar todos los aspectos de su vida se necesita mucha tinta, pero es posible acercarse a su vida y personalidad a través del documental Chavela de Catherine Gund, Daresha Kyi que se filmó en 2017 y se puede encontrar en Netflix.
4 comments
Cuando uno se dedica al vicio de escribir, más allá de trasmitir verdades – que no existen – lo importante es comunicar un estado de ánimo, una pasión. Este artículo despierta mis emociones, mis grandes pasiones, por tanto, sólo me queda agradecer a su autora.
Excelente articulo, condensa toda una vida en breve espacio. Gracias Cristina por traernos a Chavela y su historia, una GRANDE de los escenarios.
Me encantó tu crónica, Cristina. Muestras lo que pudo haber sido, lo que sabe y lo que se imaginó. No aplaudes ni condenas. Muestras. Te felicito. Gracias.
Interesante texto que nos presenta a Chavela en su esplendor. Como no recordar su calida interpretración de Macorina ?
Después el amanecer
Que de mis brazos te lleva
Y yo sin saber que hacer
De aquel olor a mujer
A mango y a caña nueva
Con que me llenaste al son
Caliente de aquel danzon.
saludos