La primera novela de terror y fantasía del periodista y escritor Carlos Basso explora un texto que fue encontrado en Lima y que narra las aventuras de un agente del Real Consejo de Castilla en el sur de Chile.
Ya en la primera página de este libro Áurea Ediciones dice no hacerse cargo si lo que está escrito en este diario o libro de viajes es de falsedad absoluta. Lo cierto es que Carlos Basso (1972), periodista y doctor en literatura latinoamericana expresa en este libro la historia de un diario encontrado durante las tareas de remoción de escombros de una casa que fue propiedad de la Compañía de Jesús en Lima. La publicación se hace para conocer la verdad del dueño del texto que en 1798 viaja a Chile con la expresa misión de encontrar a un jesuita fugado de la ciudad de Concepción. En el texto relata que encontró “Civita Diavoli”, un lugar perdido en el bosque, olvidado por el mundo, y gobernado por brujos y poderes sobrenaturales que se escapan a lo común de la época. Así las cosas, el protagonista, un agente del Real Consejo de Castilla, debe vivir muchas aventuras para intentar lograr su cometido. El diario se lo escribe a su querida madre fallecida y, a través de sus páginas, demuestra su asombro por las nuevas tierras en un castellano antiguo:
“Querida madre, si es verdad lo que dice el cura, ¡Cuánto horror ha acopiádose en este lugar! Porque es menester señalar que, según el relato de este jesuita, que ahora niega ser tal, aunque dióse muerte a todos aquellos brujos, su semilla maldita quedó sembrada a que hará dos años que comenzaron las muertes”.
Así escribe este hombre inexperto y bastante ingenuo que no lo pasa nada de bien recorriendo el sur de Chile en medio de bestias, barro; en un mundo bastante nuevo por conquistar y conocer, repleto de muertes y desastres que lo agobian.
A modo personal, la manera de narrar este libro me hizo recordar dos referencias cinematográficas: “Aguirre la ira de Dios” y “El manuscrito encontrado en Zaragoza”. La primera de ellas hace referencia a la película de Werner Herzog, protagonizada por Klaus Kinski como el conquistador que viaja a mediados del siglo XVI a las nuevas tierras del sur del mundo en busca de El Dorado. A pesar de que lo que sucede en la cinta ocurrió dos siglos antes que en “Civita Diavoli”, la comparación se me viene a la cabeza por la similitud que existe entre la novela de Basso y la película: el paisaje inhóspito, desbordado que recorre Aguirre, donde nada es la quimera que inicialmente puede parecer, donde el abandono y la pobreza física y espiritual forman parte de personajes que se hunden en sus propias miserias. Las mujeres son objetos decorativos que sirven como medio para trasladarse hacia algo o alguien, pero que no tienen un verdadero protagonismo. El mundo por descubrir es, en general, protagonizado por hombres agresivos y violentos. Sólo la belleza es dejada en parte o dedicada a las figuras femeninas. En el caso del diario “Civita Diavoli” Grosella es la musa del protagonista, mientras en la película de Herzog, las féminas que acompañan a Aguirre en su travesía por la selva peruana, entre las que se encuentra Flores, su hija, cumplen funciones casi decorativas.
La comparación con “El manuscrito encontrado en Zaragoza” se acerca a “Civita Davoli” por el texto extraviado y por la película de 1965, del mismo nombre, inspirada en el libro de Jan Potocki (1761 – 1815), publicado en Rusia en 1805. Estructurada en jornadas y ambientada en torno a 1715 tomando el nombre de Zaragoza, la cinta muestra a un oficial de la Guardia Valona que atraviesa la Sierra Morena en dirección a Madrid, donde llegará como capitán al servicio de Felipe V. En el camino se topa con todo tipo de personajes extraordinarios: gitanos, princesas, ladrones, endemoniados, miembros de la Inquisición. Algo muy parecido con lo que le sucede al protagonista de “Civita Diavoli”, quien en su camino hacia el trabajo encomendado por el Real Consejo de Castilla se encuentra con un sinnúmero de seres extraños y veleidosos que entorpecen el sendero que debe seguir para lograr su cometido.
Debo confesar que la trama de este texto perdido y encontrado tuvo, para mi gusto, mayor fuerza desde la mitad hacia adelante, cuando el protagonista se enfrenta con firmeza a monstruos y a malvados imparables. A Basso, autor de la “Conexión chilena” y “Código Nueva York”, entre otras novelas y textos de investigación periodística, se la da bien el tema de las descripciones violentas en este su primer libro de terror y fantasía. Mal que mal el protagonista queda siempre como la víctima de un mundo agreste e inexorable, con personajes perversos, abandonados a su propia suerte. Quizás la referencia no se encuentre muy lejos del Chile actual donde, al parecer, todos terminamos siendo los tontos útiles de engendros o monstruos poderosos que nos rodean y lideran, aprovechándose de nuestras vidas hasta el último suspiro.