Cuando Rimbaud nos dejó, a modo de verso, una de las grandes enseñanzas a la humanidad “Je suis un autre”, no sólo estaba cifrando una poética social, sino también estableciendo toda una doctrina filosófica que, a la postre, retomaría con maestranza el filósofo Emanuel Levinas con su concepto ético de otredad. En el poemario Extravío en la palabra (Editorial LER, 2024) Dante Cajales parte con un verso similar al de Rimbaud: “siempre hay otro que lo habita” (p.15), y no es casual este inicio a un libro escrito a dos manos: las que pintan y las que escriben. Inspirado en la obra pictórica de Óscar Mara, Dante emprende un recorrido desde los vasos comunicantes de dos disciplinas que, a veces, se contraen, otras se expanden para dar forma a los versos que se suceden en una secuencia de imágenes, que no siempre mantienen correspondencia entre sí, pero que sí mantienen correspondencia entre la pintura y el verso. Sin conocer a Mara en persona (solo mediante las redes sociales) Dante logra uno de los máximos actos de otredad en palabras de Levinas: ¡La mejor manera de encontrar al otro es la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos!
Dante Cajales es el poeta chileno de la otredad, no conozco otro con similar apuesta no sólo estética sino ética fundando así su propia poética basada en la otredad. Lo normal, lo común, lo que abunda en los submundos literarios poéticos en Chile y Latinoamérica es la envidia, el egoísmo, el individualismo, la soberbia intelectual, el desdén, en suma y en jerga chilena: el chaqueteo, o sea jalar al otro para que no avance. Sin embargo, el acto generoso tanto de Óscar como de Dante al compartirse para generar una obra nueva que es imagen y sonido a la vez, nos da una lección de humildad. Lección que desde los Rimbaud debimos aprender, pero que no lo logramos, no lo logramos como humanidad, cuando justo hoy que escribo esto el mundo pende de un hilo por una Tercera Guerra Mundial o por un holocausto nuclear, en lo micro, tampoco lo logramos como sociedades individualistas donde el bien propio está por encima del bien común, mucho menos lo logramos como poetas de una generación, en que estamos más disociados unos de otros como nunca antes se había vivido. Elvira Hernández decía que su generación, que sufrió la mayor de las ignominias de la dictadura chilena, era una voz coral, donde unos se complementaban con otros. Esto lo entiende Dante cuando escribe: “la grieta que pretende borrar el pasado / resistir aferrado a lo que otros escriben” (p. 19), o cuando “cada palabra busca su dolor / cada latido su sangre” (p. 23), y finamente, cuando dice: “busca refugio en poemas que no escribió”.
En términos de Levinas podríamos dividir el libro en tres elementos claves: alteridad, ética y trascendencia. Dichos elementos se representan en poemas de otredad, que derivan en un llamamiento hacia la ética, o sea hacia un ethos social, para finalmente caer en un pathos universal. De manera general la alteridad se entiende en esa relación sintética que mantiene con el pintor Óscar Mara y su obra, y se sublima a ella en un ejercicio de cópula estética. De esta forma, después de establecer este carácter híbrido del poema (pintura/palabra), Dante recorre con fuerza los márgenes para dar paso a versos sociopolíticos (ética) de forma sutil como lacerante: “han lanzado un cuerpo al fondo de mí / también soy la mar / tengo un silencio de riel” (p- 35), nos recuerda perfectamente los cuerpos lanzados desde helicópteros, atados a rieles, hacia el mar chileno en la dictadura de Pinochet, o como el poema 12:
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Y logra un tránsito de una poética contemplativa a una poética de la resistencia, siendo abiertamente poesía comprometida por momentos, que recuerda al poeta guatemalteco Otto René Castillo o al salvadoreño Roque Dalton, pero con una lírica chilena a lo Mistral o Huidobro.
Si para Levinas el carácter de lo trascendental es la excedencia que hace posible nuestra existencia misma, en el poemario Extravío en la palabra, dicha trascendencia es tanteada por medio de versos que evidencian este desborde, este vértigo con la otredad radical. La entropía entendida no como algo ajeno y fuera del sujeto, sino como la condición de posibilidad de toda entidad: “escribe sin palabras / como los suicidas” (p. 51) o “el amor es una palabra que se puede escribir / está en el reverso de uno” (p. 52), esta intención de abarcar lo innombrable, de exceder la página en una correlación con la obra de Mara, no está en función de las pinturas, sino en función de una estética trascendental que, exceda la interpretación de la pintura, basándose siempre en la palabra “palabra”, como si ella fuese un lienzo del cual el poeta debe o bien dibujar, o bien interpretar/reinterpretar, como el verso donde dice que “el poeta Mandelstam le costó la vida encontrar la palabra” (p. 55), o como a imposibilidad de nombrar las cosas: “como decir amor sin escribir la palabra amor” (p. 56), o como tránsito entre el poema mismo: “todo se daña en el camino que atraviesa el poema / palabras contra palabras” (p. 61).
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Finalmente, podemos decir de este último poemario de Dante Cajales Meneses, que alcanza una madurez que es reflejo de su vasta y prolija obra anterior, dicha madurez la entiendo como esa conjetura ética, estética y política dentro del verso, la cual le sirve para dar cuenta de un estado del arte actual, no solo de Chile, sino de Latinoamérica en general. La conformación del libro cuenta con la participación de 3 artistas: Óscar Mara (Argentina), Dante Cajales (Chile), y la contratapa está a cargo de Armando Salgado (México), esta latinoamericanización de la obra de Dante, es algo que se viene fraguando hace unos años, y que de a poco, va llegando a su punto álgido, siempre con la bandera de la otredad por delante, y extraviando las palabras para reencontrarlas con más fuerza.
Título: Extravío en la palabra
Autor: Dante Cajales Meneses & Óscar Mara
Editorial: LER
País: Chile
Año: 2024