“Entonces había llegado el momento de buscar,
en el torbellino de letras,
las historias que se me habían escapado estando en la ventana”
Walter Benjamin.
Sólo una anécdota
Hace unos días, un comentarista de cine decía, a través de las pantallas del televisor, que el problema de cierto film era que la historia era mala y, por tanto, no era mucho lo que se podía pedir. Desde mi escritorio le discutí con encono diciendo que la historia era sólo una anécdota y que el interés de una obra está determinado por la forma de contar cierta fábula. El comentarista no me hizo caso, sin embargo, le insistí y le recordé que una misma anécdota puede generar una de las obras más notables de la dramaturgia mundial y una de las películas más intrascendentes del cine chileno. Tal es el caso de los dos jóvenes enamorados que no pueden plasmar su romance debido al odio de las familias. (Romeo y Julieta y Azul y Blanco)
Pasaban los minutos, el comentarista seguía sin escucharme y de pronto, con una sonrisa que recordaba al tío Lucas de los Locos Adams, invitó a sus telespectadores a juntarse dentro de una semana a seguir adentrándose en el fascinante mundo del sétimo arte.
A los pocos días, y cuando seguía sin comunicarme con el comentarista, decidí enviarle un correo electrónico para recordarle que el cineasta chileno Raúl Ruiz (1941-2011) declara que uno filma sus obsesiones. Lo mismo cabe para todas las artes, uno escribe, pinta, presenta y representa sus ofuscaciones. Será entonces la capacidad de asir y manifestarlas lo que permitirá que, como dice Benjamin (1892-1940), las historias no se escapen cuando están en la ventana.
Las grandes historias parten de un hecho que puede no tener más de una línea o dos. Tal es el caso del vendedor viajero -Gregorio Samsa – que descubre una mañana que ha despertado transformado en cucaracha o del viejo (Alonso de Quijana) que enloquece por leer novelas de caballería.
Una relación dialógica
El filósofo y semiólogo Rolland Barthes (1915-1980) escribe en su texto “El grado cero de la escritura” (1953) que la lectura es un diálogo entre un autor y un receptor. El autor toma los códigos presentes en un lenguaje determinado y los carga con su historia, el contexto social y su estado de ánimo. Lo mismo hace el receptor. Ambos entran en un conjunto intersección que permite esta comunicación. En cualquier lectura es relevante la edad, el estado de ánimo, el contexto social y el componente ideológico, etc. A un lector no se le puede pedir que sea objetivo.
Aunque parezca un lugar común, no se le puede pedir a un joven de 14 años, acostumbrado a leer mangas, usar los juegos electrónicos y las redes sociales que tenga la misma percepción, respecto de una obra literaria, pictórica o audiovisual que su padre o su madre. Es más, su lectura puede ser totalmente distinta a la de su hermano gemelo. Esto es lo que Hans Robert Jauss (1921-1997) llama la teoría de la recepción. Este filólogo alemán habla de que toda obra tiene dos horizontes: el de las expectativas, implicado directamente en la obra y el de las experiencias, asumido por el receptor.
Llego a mi casa en la noche, reviso mi computador y descubro que no me ha llegado respuesta del comentador. No cabe duda, soy un obsesivo, veré si puedo filmar o escribir dicha obsesión.
Recuerdo que, hace más de 20 años, estaba viendo en el cine, una de las comedias más exitosas del año “Papá por siempre” o “Mrs. Doubtfire” basada en la novela homónima de Alias Madame y protagonizada por Robin Williams y Sally Field. La historia trata de un papá que debe disfrazarse de niñera para poder ver a sus hijos. La sala estallaba de la risa, sin embargo, dos filas más atrás un hombre lloraba amargamente. Al salir le pregunté que le pasaba y me contó que estaba en un juicio con su exmujer que no le dejaba ver a sus hijos.
De ejemplos como el anterior, está lleno.
Lectura activa
La lectura es un proceso activo, de reescritura. Si un profesor hace que 30 estudiantes lean un mismo texto, él debe darse por satisfecho si tiene 30 versiones distintas.
La lectura es un juego, donde el texto es una cancha y cada uno mueve las piezas como desea. Una experiencia muy interesante es pedir a los estudiantes que cuenten el relato desde otra perspectiva.
A medida que los lectores se involucran en cuestionar el texto, es posible que puedan aclarar algunas dudas que quedan sin respuesta. La explicación puede implicar que el receptor responda las preguntas básicas de quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo mientras lee. También puede requerir que respondan preguntas de orden superior que requieran que se examine el texto más allá de lo básico. Estas consultas son aquellas que pueden pedir al receptor que analice, cree, describa o evalúe partes específicas de la historia. La capacidad de un estudiante para responder este tipo de preguntas requerirá que primero le dé una intención propia a lo que ha leído.
Garantizar el acceso a los libros como una herramienta para poder soñar, aprender y reflexionar es fundamental para el desarrollo de las personas, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) manifiesta que es relevante fomentar la lectura como medida para potenciar las habilidades cognitivas y el bienestar emocional de las personas en crecimiento.
Han pasado dos semanas y el comentarista no me responde. ¿Será que no le interesa mi opinión o que todavía cree que la anécdota es lo más relevante en una lectura?