Desierto Florido.

por Jorge Ragal

El desierto florido surge a fuego lento

como las estrellas que van apareciendo durante la noche.

Los peregrinos que adoran este santuario

imaginan que están en el paraíso terrenal.

Un vigoroso cuerno de cabra

se mantiene como el guardián del territorio.

El viento estimula que las flores

bailen como las jóvenes en una fiesta de año nuevo.

Las añañucas lucen como lenguas de sol

que acarician a los huérfanos.

Una celestina se distingue a lo lejos

porque posee el corazón de una mujer apasionada.

Los cactus han ido adquiriendo los nombres

de quienes aún permanecen desaparecidos.

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1 comment

Claudio Durán noviembre 14, 2022 - 3:16 pm

Es uno de tus mejores poemas y creo que es el
mejor de los que le leído. El tránsito de los versos es emocionante y el final es impresionante: el cactus representa a la vez la maravilla desértica y el uso simbólico como una planta peligrosa por sus espinas. De alguna manera hay un quiebre aquí pero es que la realidad está quebrada.

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