Dos cuicas, un sociólogo y un ciudadano de a pie

por Mario Valdivia

Tengo que haber oído este diálogo, juro que no fue un sueño, que debió ocurrir en una reunión social de un cenáculo que tengo presente, pero prefiero no identificar.

Dos señoras cuicas parlaban más o menos así: Providencia se ha llenado de flaites con título, mijita, tuvimos que irnos a Barnechea, qué atroz, no solamente ese barrio, querida, los rostros de la tele, las figuras de la publicidad, los periodistas, los fiscales y jueces, ¡hasta en la suprema!, ¿te acuerdas de los caballeros que había antes?, los ministros, los subsecretarios, ¿cómo se llaman esos nuevos?, ¿sensemis?, seremis, niña, esos son de lo peor, pero incluso los ejecutivos de las compañías, aparecen unos tipos completamente sorprendentes en los matrimonios y los encuentros empresariales. 

¡Viejas cuicas!, comenta un ciudadano de a pie con aspecto de tener pocas luces, creo que es un economista, provocando la reacción pedagógica de un sociólogo, que perora más o menos así: demuestra ignorancia lo que dicen, cuico y flaite no corresponden a conceptos sociológicos bien definidos, son confusos y carecen de un referente empírico preciso, y  cómo enseñara Wittgenstein, de lo que no se puede hablar en forma significativa, es mejor callar, lo que produce ganas insuperables de hablar en el tipo de a pie, quizás porque no sabe quién es el tal Wigsten, para explicar que cuico y flaite son lo más real de lo real, por algo cuicos y flaites se insultan mutuamente propinándose esos apelativos a menudo con resultado de agresiones físicas, todos saben que hay que manipular esa distinción con extremo cuidado, es prácticamente un arma de destrucción masiva. Conceptos vacíos, flatus vocis, como enseñaran definitivamente nominalistas como Mill, Hume, y antes de ellos, Occam, y el mismo Epicuro, insiste en enseñar, irritado, el sociólogo, fastidiando aún más al simplón, pensándolo bien parece que es un periodista, que insiste con su cuento de que todo el mundo sabe distinguir al cuico del flaite, poco más o menos en eso consiste ser chileno, peor para los conceptos sociológicos y la sociología si no son capaces de hacerlo.

Por lo demás, lo que dicen las viejas cuicas da cuenta del mayor éxito del movimiento social que se inició en octubre de 2019, asegura el compadre de pocas luces, los flaites que habían sido educados masivamente en las unis durante una generación pasan a empellones a la tarima, se abren camino a golpes de la cocina a los comedores de diario de las elites, no poco. ¡Vaguedades!, acusa el maestro de sociología moderna, el malestar que se manifiesta en octubre de 2019 es el resultado de la modernización capitalista, no de la falta de modernización, de los desajustes de la vida cotidiana causados por aquella, ya insinuaba Weber que al masificarse las credenciales universitarias estas valen cada vez menos como identidad, provocando frustración y malestar, todo eso está cuantificado y medido, asegura con displicencia, fastidiando a fondo al simplón, después de todo parece que es un medioambientalista, un futbolista o un practicante de rodeo, que pregunta si recuerda el cambio de ministro de Hacienda y de Interior que hizo un aterrado presidente Piñera de inmediato, no solo un cambio político, principalmente una variación de pelo que señaló el camino para el ascenso y la figuración del flaite educado en todos los terrenos, una apertura al ascenso social por mérito que no fue el resultado de la modernidad capitalista, tuvo que serle impuesta como parte esencial de lo que ella escamoteaba: la promesa de una sociedad meritocrática, abierta sin reservas al conocimiento y las competencias. Se estaba produciendo de todas maneras, asegura el maestro en sociologías, lo muestran todos los indicadores objetivos, quizás como simple factor subjetivo pudo haber algo de esovaya, vaya, se pone irónico el simplón, uno pensaría que la vida consiste en la convivencia de interpretaciones intersubjetivas que rebalsan los indicadores. En ese momento el tipo de pocas luces simplón demuestra que podría ser un historiador al sugerir que Chile no es una sociedad tan moderna como para mirarla principalmente con ojos funcionalistas objetivadores, hay estamentos  vivitos y coleando muy enraizados, potentes sobrevivencias operativas de un pasado colonial y hacendario que divide la sociedad según grados de mestizaje, ahí están vivitos y coleando en el cuico y el flaite, abrir a este último la escalera de ascenso social por mérito, reconocer sus competencias adquiridas en la universidad y nada más que esa funcionalidad, dejando atrás las viejas distinciones estamentales de raíz étnicas, es el principal aporte histórico del movimiento del octubre de 2019 y del actual gobierno; es una pena que  nadie se apropie de este aporte revolucionario, comparado con el cual la suerte política del gobierno es bicoca.  

Se oye a las cuicas recordar en voz alta que incluso los izquierdistas de antes, no hace mucho, eran otra cosa, más caballeros y más señoras, nada que ver con los jóvenes actuales, que son mucho pero mucho menos, provocando el resoplido sociológico: a los de antes los cooptaron los cuicos. Por alguna razón se me acaba el recuerdo, es que las cenas del cenáculo que no quiero identificar son muy regadas. (Olvido que es la mejor demostración de que no he inventado nada)                       

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