El año de la revancha de los poderosos y ¿la sumisión? de los débiles.

por Sergio Canals L.

Con 37 grados, un ventilador, y la espera de un fiscal nacional y de las reformas de salud, tributaria y de las pensiones, el año viral de la frustración, el miedo y la ira, termina (además de pandémico), con fuegos reales, personas quemadas, muertos, chispazos solidarios, y probablemente con fuegos artificiales vencidos en Viña del Mar. Pero no se preocupen, falta poco para el Festival y, el fuego fue controlado antes de que se dañara el escenario, lo que no sucedió con cerca de 300 hogares y familias. Los pobres convertidos como siempre en “espectáculos”, se queman como es habitual. El “todo es espectáculo” de Guy Debord, “debe continuar”.

Se inicia una tramitación turbia y azarosa de la reforma que permite el inicio de un proceso constitucional bastante ilegítimo y con sesgos autoritarios. Se inició “La revancha de los poderosos”. El prestigiado analista político Moisés Naím, habla de las estrategias actuales “3P” para obtener, usar y abusar del poder:” Post verdad, populismo, y la polarización” que anidan de forma maligna en el interior de la propia democracia. Las herramientas tácticas para ejercer un poder con estas características serían el dinero, el escepticismo, el control de los medios, las situaciones de excepción, y el de la revancha. Todas presentes en nuestro país en mayor o menor grado. Agregaría la desilusión y la desesperanza escéptica y finalmente cínica.

La confianza en el presidente cae entre marzo y el 22 de diciembre desde un 54 % a un 34%, acusando un deterioro en rangos similares de sus atributos personales, de gestión y políticos.  (Cadem). Después de un 4S “cagastrófico” (aparece en el último libro de Padura), nos encontramos hoy con una ineficiencia e incapacidad de gestión severa del gobierno (basta ver la Alcaldía de Santiago y el Mineduc), y con un presidente muy debilitado y sometido a los poderes fácticos económicos políticos conservadores. Y si sumamos la fragilidad y falta de coraje de los partidos políticos que luchaban para la “profundización de la democracia”, (justificado con un vergonzoso “baño de realismo” de lo “es lo que hay…en la medida de lo posible”), no es difícil entender que la comida quedó servida para la revancha del senado y parlamentarios (con su “todos por Chile”), acompañados con los representantes de la elite y de un establishment político que continúan, muy, muy lejanos del pueblo y su vida cotidiana (salvo de sus necesidades de consumo):

 ¡La revancha de los poderosos!

Ayudaron a esta revancha, la presencia de una izquierda políticamente correcta (llena de comisarios y comisarias del lenguaje progresista), representada por un feminismo de café y como “capital académico”, de una poli culturalidad reflejada y creada en programas “culturales” de la TV, de sólo observar con los ojos entrecerrados una pobreza, campamentos y violencia que crecen velozmente de manera “muy compleja”, y un manejo del crimen organizado (incluyendo al narco crimen), “resuelto” en matinales y noticieros atiborrados por relatos y planes de “despliegues”, “diálogos”, “mesas” y “consejos” que no son más que líneas estratégicas con una gestión borrosa vaciadas de metas y acciones claras y concretas.

Habría que agregar a estas turbulencias proto caóticas, lo que se ha llamado “aparición de derechas alternativas y rebeldes”, surgidas como reacción a la cultura postmoderna de la corrección política: “Neo reaccionarios, libertarios, anarcos primitivistas, paleo libertarios, eco-fascistas, populistas”. “La derecha es punk (rebelde y libertaria… no creo que en Chile), y la izquierda es puritana” (Columna de Gonzalo Contreras, El Mercurio, con referencias al libro de Pablo Stefanoni ¿“La rebeldía se volvió de derecha”?)

Termino invadido por un pesimismo visceral histórico y una desconfianza (im)perfecta, esperando, siempre esperando antes de morir (¿y a quién le importa?), un cambio bastante refundacional que escape del nuevo proceso constitucional y su ataúd autoritario con una cinta de “regalo” espurio.

Bueno, puede que el 2023 sea el año. Es el año del “conejo del agua” chino y ha vuelto a nacer el Dios de la esperanza. Por si no los han visto, también florecieron los hermosos cardenales rojos a pleno sol.

¡Vamos presidente! ¡Sin claudicar! Y a leer poesía. (Recomiendo “El helicóptero; poesía reunida de Erick Pohlhammer).

¡Feliz Año Nuevo!

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