El cuerpo se arruga, el cerebro no. Rita Levi Montalcini.

por Cristina Wormull Chiorrini

Aun declarándome laica o mejor, agnóstica y librepensadora, envidio a quien tiene fe y me considero profundamente “creyente” si por religión se entiende creer en el bien y en el comportamiento ético: si no se persiguen estos principios, la vida no merece la pena ser vivida”, Rita Levi, en entrevista el 2006, a los 95 años de edad, con ocasión de la presentación de su libro Atrévete a saber.

En esta edición especial de fin de un año complejo, un tiempo que nunca imaginamos, ni siquiera alguien como yo, aficionada a la ciencia ficción y a pensar mundos posibles en futuros próximos y remotos, es un desafío hacer un artículo que corone el ciclo de mujeres notables en su aporte a la humanidad.   Un año atrás, por estas mismas fechas lo que nos convocaba, el foco de nuestra atención era el estallido social, las demandas por dignidad, y apenas un tímido temor empezaba a vislumbrase para entronizarse en nuestras vidas con el rumor de aquel virus en Wuhan (ciudad de la que no habíamos escuchado hablar y que aún hoy sería desconocida para la mayoría, de no ser por el Covid-19).  Y pasó el verano de 2020 para, en marzo, encontramos inmersos en una realidad irreal, viviendo un encierro que pensamos pasaría pronto y se alargó, se prolongó a través de todo el año, con mayor o menor fuerza, pero en el que seguimos viviendo y, pese a la esperanza que entrega el que ya exista una vacuna, continuaremos soportando por largo tiempo.

Entonces, buscando una mujer excepcional para esta última edición, una mujer de esas que han abierto nuevos caminos en la ciencia para avanzar en encontrar soluciones a enfermedades y problemas que afligen a la humanidad, me topé con Rita Levi Montalcini, una neuróloga italiana nacida en Turín, allá en un lejano 1909, en tiempos que las mujeres solían estar destinadas al matrimonio y la crianza, en medio de una familia judía y que ha logrado uno de los más grandes avances en la búsqueda de una cura para la pesadilla moderna del Alzheimer.  Esta mujer que siempre se consideró atea, con un ateísmo sui generis afirmaba creer en el mismo dios en que habían creído Einstein y Spinoza, sosteniendo que la religión es “creer en el bien” y fue así, sin ser especialmente religiosa, amiga de tres Papas y la primera mujer en ser incorporada a la Pontificia Academia de Ciencias. Esta mujer es, independiente de su género, el único Nobel que ha superado los 100 años de vida ya que murió en Roma, precisamente el 30 de diciembre, pero de 2012, plenamente lúcida, investigando y revisando sus escritos a la edad de 103 años.

Esta mujer es, independiente de su género, el único Nobel que ha superado los 100 años de vida ya que murió en Roma, precisamente el 30 de diciembre, pero de 2012, plenamente lúcida, investigando y revisando sus escritos a la edad de 103 años.

Rita Levi, decidió entregar su vida a la Ciencia desde muy joven, en concreto al estudio de la neurobiología, y recibió en 1986 el premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del llamado Factor de Crecimiento Nervioso, gracias al cual se demostró que el cerebro puede “regenerarse”, un descubrimiento clave para la prevención del Alzheimer y que ha abierto el camino para el avance en una cura de esta enfermedad y que hoy se ve más cerca de vencer.

Como judía, Rita Levi vivió el drama de la persecución nazi. Pero su vida, su forma de enfrentar las adversidades son quizás un aliciente para que hoy, en una situación difícil como la que vivimos, podamos sobreponernos y seguir aportando al desarrollo de la humanidad.  Rita Levi, quien trabajo en su juventud como ayudante del famoso histólogo italiano Giuseppe Levi (el apellido es solo coincidencia ya que no tenían parentesco), tuvo que buscar nuevas alternativas cuando en 1938 Benito Mussolini publicó el célebre “manifesto” que prohibía a toda persona judía acceder a alguna carrera académica o profesional. Como la de tantas otras personas en aquella época, la vida de Levi-Montalcini se vio atrapada en las turbulencias políticas de Europa. Rita tuvo que dejar su puesto en la universidad, pero no abandonó sus estudios y trasladó sus experimentos a su propio dormitorio. Allí montó un laboratorio con su microscopio y algunos utensilios caseros adaptados, como agujas de coser y pinzas de relojero.

Rita tuvo que dejar su puesto en la universidad, pero no abandonó sus estudios y trasladó sus experimentos a su propio dormitorio. Allí montó un laboratorio con su microscopio y algunos utensilios caseros adaptados, como agujas de coser y pinzas de relojero.

Científica, escritora y dueña de una arrolladora personalidad, Rita Levi Montalcini fue, sin duda una mujer comprometida y perseverante en sus ideales. Sobrevivió a la guerra mudándose de un lugar a otro para escapar del avance de las tropas nazi, sintiendo en la nuca las cosquillas de su respiración, pero sin dejar nunca de investigar en laboratorios que implementaba en sótanos y cualquier lugar que le sirviera para su trabajo. Es más, para conseguir material de investigación visitaba a granjeros locales y les pedía huevos fecundados con la excusa que los necesitaba para alimentar a sus hijos (esos que nunca tuvo) para continuar con sus estudios.

para conseguir material de investigación visitaba a granjeros locales y les pedía huevos fecundados con la excusa que los necesitaba para alimentar a sus hijos (esos que nunca tuvo) para continuar con sus estudios.

Cuando la guerra terminó, Levi-Montalcini ya había sentado las bases del que sería el gran descubrimiento de su vida. Durante años había replicado algunos experimentos del embriólogo alemán Viktor Hamburger que había observado que los embriones de pollo privados de sus miembros no desarrollaban los nervios destinados a estas regiones, lo que el científico interpretaba como una falta de diferenciación en esas neuronas. Levi-Montalcini coincidía en los resultados, pero no en la explicación: la italiana proponía que estos nervios sí se diferenciaban, pero morían por falta de algún factor que debía suministrarle el miembro ausente.

Cuando la guerra terminó, Levi-Montalcini ya había sentado las bases del que sería el gran descubrimiento de su vida.

Hamburger la invitó a su laboratorio para lo que en principio iba a ser una colaboración de unos pocos meses. Se quedó allí 30 años y el afamado neuroembriólogo tuvo que rendirse a la evidencia de que la hipótesis correcta era la de aquella científica refugiada que había mendigado huevos en las granjas.

Pero por importante que sea el Factor de Crecimiento Nervioso, la contribución de la científica adquiere un alcance infinitamente más profundo porque al hallar este primer factor, Rita Levi hizo mucho más que descubrir una biomolécula crucial, ella “creó un concepto a partir de un aparente caos.” (fragmento de la justificación de la entrega del Nobel)

Rita Levi hizo mucho más que descubrir una biomolécula crucial, ella “creó un concepto a partir de un aparente caos.” (fragmento de la justificación de la entrega del Nobel)

Miembro de las más prestigiosas academias científicas del mundo, Rita Levi-Montalcini fue nombrada Embajadora Plenipotenciaria de la FAO en la ONU (1999), además de senadora vitalicia de Italia, país de creencias católicas muy arraigadas, donde su postura favorable al testamento vital y la eutanasia dieron mucho que hablar a finales de los 90, cuando en una entrevista declaró que, llegado el momento, deseaba encontrar un médico que la ayudara a morir. Pero esta inquieta mujer, no se quedó solo en la investigación, sino que creó en 1992 la Fundación Levi Montalcini que ofrece becas de estudio a jóvenes africanas para que renueven la vida científica y social de sus países de origen:

 “La vida tiene valor si concentramos la atención no solo en nosotros mismos, sino en el mundo que nos rodea; la parte más importante de nuestro cerebro tenemos que utilizarlo para ayudar al resto, no solo para hacer descubrimientos”, afirmó Rita Levi en una de sus últimas lecciones de altruismo científico.

Mucho se podría hablar de esta notable mujer que no dejó que ni las adversidades ni el envejecimiento de su cuerpo la vencieran.  Escribió muchos libros, entre los que destacan su autobiografía en 1988 bajo el título “Elogio de la imperfección” obra a la que siguió, entre otras, “Tu futuro” (1994), dirigida a los jóvenes, a quienes decía que no había que “vivir en función de lo que los otros piensan de ti, sino en vencer tus propios miedos”. En el año 2005 salió su último libro, Atrévete a saber, publicado cuando ya había cumplido noventa y cinco años y que revisó meses antes de su muerte y donde Rita Levi-Montalcini condensó toda su sabiduría científica y su experiencia de vida.

Levi-Montalcini reivindicó el derecho de las mujeres a estudiar, investigar y gobernar durante toda su vida. En más de una ocasión recordó que le había dicho a su padre que no quería ser “ni madre ni esposa”, que quería ser científica y dedicarse a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que la necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. “Él me dijo: No lo apruebo, pero no puedo impedírtelo”

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2 comments

Ana María Álvarez vidal diciembre 30, 2020 - 12:20 pm

Muy interesante, me encanto leer sobre Rita Levi , admirable mujer , buscaré sus libros!y por supuesto,leeré todos los demás artículos de la mirada semanal! Me gusta mucho la forma en que están presentados, interesantes , amenos, fáciles de leer!muchas gracias !

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Maria del Pilar Clemente diciembre 31, 2020 - 2:34 pm

Excelente artículo. Gracias por darnos a conocer la vida de esta famosa científica y sus enseñanzas de vida. Increíble su energía, sin importar la edad. Bravo.

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