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En una fastuosa orgía
de un largo fin de semana,
a la sombra de una palmera
en una playa caribeña,
en medio del trance,
al Divino se le ocurrió
la maravillosa idea
de escribir un poema
para la inmortalidad,
sobre la pecaminosa vida
de Adán y Eva.
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Me encantó el poema de Jorge Ragal