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El hombre no era realmente
un pistolero de profesión.
Vivía tranquilamente escribiendo
novelas en una cabaña frente al mar.
Eran tan exitosas que se publicaban
en varios idiomas.
Incluso al chino mandarín
que pronto será la lengua oficial
de nuestra humanidad.
También obtuvo un importante premio
otorgado por la Unesco.
Y fue nombrado Doctor Honoris Causa
por la Universidad de Barcelona.
Pero un buen día encontró una pistola
en un parque de diversiones.
Su hermano había sido asesinado
por defender a su querida novia.
Y encontró a ese criminal.