El mar está crispado.

por Juan. G. Solís de Ovando

Cansado de prospectivas fracasadas, -empezando por las propias-, he venido a la orilla de la playa buscando algunos indicios que me hablen de este nuevo año porque tengo el pálpito que el oráculo se encuentra en este pedregal costero.

Las olas suaves, lentas son las responsables del “rumor del mar que me despierta”, pero el viento que se percibe a lo lejos mueve las nubes y las desplaza hacia la costa. Ahora soy capaz de discernir que no es el viento de Levante, es decir el que se desplaza desde el este sino del Atlántico. Buena señal. Porque en el Mediterráneo cuando el viento viene del Oeste, o sea, desde el Atlántico, el mar no se crispa desde la superficie, sino que levanta sus montañas de agua desde sus profundidades. Es el momento en que éste más se parece a nuestro Océano Pacífico, aunque sin llegar a la intensidad de su fragancia y el desbordamiento de su espuma.

Cuando el mar se crispa arrastrado por vientos del atlántico gaditano el mar está para navegarse por marinos expertos, audaces y valientes. Eso lo sabía muy bien Cristóforo Colombo, que consideraba como todos los marinos de su época que navegar de verdad equivalía a lidiar con los vientos del oeste. Además, cuando el mar se crispa desde su vientre el fuerte oleaje renueva su plancton y los peces grandes se desplazan desde sus profundidades.

Cuando el mar se crispa en serio, no hay ganancia de pescadores.

El mar está crispado empujado por el oleaje del golfo de Cádiz y yo estoy contento, porque eso significa que desde las aguas profundas el mundo se moverá empujado por sus pueblos. El oráculo me indica claramente que esta vez no se tratará de crispamientos superficiales de países, gobernantes, naciones o líderes de opinión. Este será el año de la gente. De la gente común y corriente, anónima y excluida que empezará a movilizarse para participar en las conversaciones de incidencia.

Por eso veo las grandes mareas redentoras que empujan desperdicios hacia la playa: Veo a las mujeres de Irán ya no lidiando con sus discriminaciones y penurias sino contribuyendo al derribo de la gerontocracia teocrática por el despeñadero de la historia para que los verdaderos musulmanes y no musulmanes permitan el renacimiento de la cultura persa y la prosperidad de su pueblo; veo a las mujeres de Afganistán reconquistando su derecho a educarse y educar a los niños para liberarse de los Mulas que impiden el progreso refugiados en creencias antioccidentales que bien disfrutan desde el poder que tienen; veo los chiquillos y chiquillas rusos que deciden no participar en una guerra injusta y perdida que los condena a morir sacrificados en los poblados ucranios o regresar como genocidas de gente que viste, habla, y ama como ellos y ellas; veo a millones de ciudadanos chinos cansados que prefieren morir asfixiados en los hospitales que prisioneros en sus barrios, ciudades, y calles; veo a los millones de mujeres y hombres mexicanos, cansados del genocidio a los opositores de los narcos, exigiendo responsabilidades del estado, castigo a los asesinos, y verdad de lo ocurrido; veo a los cubanos y cubanas ocupando sus calles y completando el célebre discurso de Fidel, con una frase llena de sentido: “Podrán matar a los disidentes, pero no matarán la disidencia. Tampoco la justa rebeldía de su pueblo”; veo a los millones de inmigrantes africanos movilizarse exigiendo que ya que no son bienvenidos en Europa esta pague ahora y al contado por el daño histórico que provocaron las guerras genocidas organizadas contra sus pueblos, y por los efectos de la esclavitud; veo a los millones de inmigrantes en Estados Unidos movilizados para que se les pague por los beneficios ilegales que se han obtenido por el trabajo clandestino que han realizados durante décadas, y a los negros y negras que siguen discriminados y empobrecidos; veo a los millones de trabajadores europeos movilizados para que cesen  las condiciones de trabajo injustas impuestas por los uber de toda clase y sus prácticas vergonzosas de evasión tributaria; veo a las mujeres de todo el mundo cobrando a sus gobiernos ahora y en dinero contante y sonante una indemnización por cada mujer asesinada porque el estado no supo o no quiso protegerlas; veo a los ciudadanos del mundo movilizados exigiendo que haya un impuesto por toda arma que se construya en cualquier parte y que se use para enfrentar el hambre, las epidemias, y las enfermedades; veo a los niños y niñas del mundo y a los hijos e hijas de nuestros hijos e hijas pasándonos la cuenta: “¿Con cuantas especies animales, plantas y recursos recibieron el planeta y cuántas nos dejan a nosotros, papitos y mamitas?”; veo  a los millones de ciudadanos latinoamericanos cansados de retórica americanista preguntándonos “¿Y para cuando algo de lo que tiene Europa: moneda común, parlamento común, tribunales comunes, banco europeo, gobierno común? Porque nosotros no tenemos nada. Ni siquiera el más elemental derecho a trabajar en nuestros países, o de ejercer nuestras profesiones”; veo a los millones y millones de enfermos en el mundo movilizados para que cese la escandalosa estructura monopólica de las compañías farmacéuticas y el chantaje de las patentes; veo a los millones de ciudadanos del mundo exigiendo el cese inmediato de la trata de personas, la esclavitud y prostitución de niñas en Libia y otras partes de África, América y Europa; veo a los feligreses de todas las iglesias y religiones existentes en el mundo obligar a sus líderes espirituales a declarar fuera de sus teologías o pensamientos espirituales cualquier uso de los mismos para discriminar, explotar, o maltratar personas; veo a los pueblos indígenas de todas partes del mundo exigiendo ahora y en dinero se les indemnice por la deforestación de sus tierras, la contaminación de sus aguas, y el empobrecimiento de sus suelos; veo a los ciudadanos del mundo creando redes alternativas de información y conocimiento que promuevan la circulación de ideas, pensamientos y ciencias e impida la proliferación de mentiras dolosas y criminales; veo a los millones de desplazados forzosos exigiendo a los responsables y representantes de países o grupos culpables de las guerras, conflictos étnicos, o tragedias sociales para que paguen los costos de esos desplazamientos; veo a los ciudadanos del mundo exigiendo a todos los gobiernos representantes de países que tengan armas nucleares paguen por los daños que entrañan los riesgos de esas armas, y de los residuos y manejo de su obsolescencia.

El oráculo me dice que en nuestro querido Chile la cosa no será muy diferente: la gente no se irá a consumir la comida de una cocina constitucional insalubre y ordinaria. Más bien se movilizará para pasar la cuenta a los poderes fácticos que pretenden pasar colados: Las AFP y las ISAPRE que son las responsables de una previsión mala y costosa. Allí estará la verdadera batalla y el pueblo no se dejará engañar con cantos de sirena con letras amarillas.

El mar está crispado y yo estoy contento. Y también agradecido. Les diré por qué: En el Chile pobre y olvidado de la colonia, en ocasiones, se juntaba lo mejor de los mundos y acaso por eso sobrevivimos. En el Maule los expertos marinos y navieros vascos encontraron inmejorables maderas para levantar astilleros que al poco tiempo tenían bergantines pequeños pero ligeros y veloces. La maestría de sus constructores y los excelentes materiales del sur del mundo hizo que esas embarcaciones desafiaran las temibles tempestades del océano y pudieran navegar por el aterrador Cabo de Hornos. Los grandes marinos de la época sabían que un buen bergantín del Maule, todo lo podía. Pero eran pequeños y solo cabían marinos experimentados y bien dispuestos. Yo encontré uno el año pasado. En esta pequeña embarcación que tiene que competir con carabelas y galeones grandes y premunidos de muchos cañones, navego en una Mirada Semanal confiado en sus oficiales y tripulación.

Y ahora que ya tengo algunas horas de ruta compartida, me siento agradecido de haber sido acogido para flotar en las aguas casi siempre veleidosas de nuestro océano, porque el mar está crispado pero este bergantín es joven y sus marinos saben que la verdad es como las olas del mar: solo las pasan los que van de frente.

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